
Obra del pintor cubano Roberto Fabelo.
El pintor es un gran pez
castigado por la orgía del destino,
que jugó demasiado a subir las escaleras
y cayó al vacío.
Al amanecer fuimos a buscar las huellas
dejadas entre los labios de un ciprés,
sólo encontramos el hollín de sus zapatos
y un dibujo inconcluso con olor a orgasmos
y ternuras rotas.
El pintor bordeó las ruinas de un castillo,
torció su rumbo de álamos y plazas.
Le esperaba aquel amanecer con su carga de
juguetes rotos,
pero ya todo le era sospechosamente viejo,
había bebido sus sueños más calientes en el
borde de una almohada húmeda.