Juan Carlos Rivera Quintana nació en una isla - en Cuba - y un buen día decidió salir de ella a mirar el mundo y buscar otros aires. Él quería alcanzar otros horizontes más personales e intelectuales y decidió construir su propia casa - su islaenpeso - y desde ahí presentar sus inquietudes periodísticas y literarias, sus crónicas de viajes, obsesiones y nostalgias. Acá, en esta geografía, sin mar cercano que lo aleje, se siente totalmente libre.
domingo, 16 de diciembre de 2007
Mendrugo de la duda
Obra de Roberto Fabelo, pintor cubano.
Comienzo a apedrear a mis fantasmas/ los destierro y los lanzo
contra las cuatro esquinas más oscuras/ les escupo el rostro ya
sin máscaras/ les hago el amor con toda la saña del mundo/ les
fabrico historias y papeles protagónicos que nunca tuvieron/ me
averguenzo de haberles conocido y escondo sus retratos/ y de noche
cubro los espejos con una sábana para que no se me aparezcan/Cuánto
camino retorcido y mal cruzado/ cuánto andamio caído y palabras
extravíadas por las ventanas/ cuánta nube gris tapando el horizonte
sin otra hazaña que matar el cielo/ Sus carnes comenzaron a ser mis
tiranías/ardiendo en otros cuerpos sin hogueras/ sacra fetidez la de
estas cenizas esparcidas y recicladas en otras espaldas y balcones.
Asedio los desperdicios que me dejaron las sombras y
los echo al basurero pues quiero limpiarme de brújulas
errantes y equivocadas/ ya no tengo tiempo para deambular
por los rincones buscando a mis próximos viajeros y temo
dejarlos justo en el andén menos seguro/ La duda siempre
será el precio que pagaremos/el réquiem para los más
débiles de espíritu y los más fuertes de carne/
Vómito la euforía y el insomnio que con tanto sadismo
derramaron sobre mí y les pongo un vaso de agua clara
cerca de una oración para espantar la aridez de cierto
disfraz de oveja que alguien regaló en noches de San Lázaro/
Seguro que habrá más tiempo para mirar otra pantalla muda/
cristal sin rostro, monstruos atentos,cerbatanas que maldije,
complicidades que no tuve/caricias que no me regalaron,
ojos que ya no incineran el alma/
mendrugos que en demasía pueden hacer zozobrar
el pequeño bote.
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