miércoles, 9 de abril de 2008

Accidentes de tránsito: hora de actuar, no de declamar







Obra del pintor cubano, Roberto Fabelo.




Cerca de 19 personas mueren por día; hay casi 7 mil víctimas fatales y unos 120 mil heridos y discapacitados anuales como consecuencia de los siniestros viales, en Argentina. Razones y argumentos de una tragedia cotidiana, que parece no tener fin.


Por: Lic. Juan Carlos Rivera Quintana
Para la Revista “Ahora, la Salud”.



Ocho y cuarenta y cinco, de un sábado de este verano. En la ruta nacional 7, a la altura del kilómetro 167 y a unos 15 kilómetros del paraje Ingeniero Sylveira, cerca de una terminal de ómnibus, del partido de Chacabuco, en la provincia de Buenos Aires, se produce una triple colisión entre tres autos: un Peugeot 206 (donde viajaban dos abuelos con sus nietas mellizas), un Chevrolet Vectra (ocupado por un hombre de 55 años y su hijo de 19 años) y un Ford Fiesta, donde viajaba sólo su conductor. En el acto fallecen todos los ocupantes del Peugeot y otras dos personas resultan heridas y deben ser rescatadas, en estado de shock y semi-inconciencia, de los restos de uno de los vehículos, donde quedaron atrapados.

Según los primeros resultados del peritaje realizado por la policía, uno de los automóviles intentó pasar al otro y ambos chocaron en forma frontal contra el tercer vehículo, casi en el límite de la localidad de Carmen de Areco. Ese mismo día tienen lugar más de seis accidentes de tránsito, tan sólo en la provincia de Buenos Aires, y doce más en el resto del país.

Decir en Argentina: “otro día accidentado”, se está convirtiendo en un lugar común, casi en una redundancia. Porque no pasan 24 horas en las que no se de un accidente de tránsito con las consiguientes pérdidas humanas y materiales e innumerables secuelas físicas y psicológicas para los involucrados, junto a las dificultades para la reinserción social y laboral. Y lo peor de todo es que dicho flagelo puede ser evitado.

Los números crudos y fríos de siniestralidad vial, que se verifican actualmente, están dejando boquiabierta a la ciudadanía argentina que ha comenzado a percatarse de que la inseguridad en las rutas se ha convertido en una verdadera pandemia, en un problema epidémico de salud para toda la nación, que puede tocar a nuestras puertas en cualquier momento, pues nadie está excluido de pasar por esa traumática experiencia; los accidentes de tránsito no tienen rostro.

Repasando algunas estadísticas

Lo cierto es que los accidentes viales están golpeando crecientemente a la sociedad argentina y no se atinan a encarar soluciones con el objetivo de disminuir este azote. Ellos se han convertido en una de las principales causas de muerte e invalidez en nuestro país. Por sólo citar algunos datos: 19 personas mueren por día; hay 6.667 victimas fatales por año y unos 120 mil heridos de distinto grado y miles de discapacitados; las pérdidas económicas del tránsito caótico y los accidentes en la ruta superan los 10.000 millones de dólares anuales, según la Dirección de Vialidad Nacional y otros organismos involucrados.

En el período julio 2006-junio 2007, las aseguradoras cubrieron más de 1.500 siniestros, que implicaron lesiones o muertes. Y si sacamos a la luz la evolución de las estadísticas, de los últimos cinco años quedaríamos patidifusos: tan sólo en el 2007, los accidentes viales provocaron en el país 8.104 muertes (un promedio mensual de 675 y más del 53 por ciento de los fallecidos son menores de 30 años; por lo que cada dos horas muere un joven en un choque de tránsito), según un informe al que nuestra revista tuvo acceso, realizado por la asociación civil “Luchemos por la Vida”, es decir 547 fallecimientos más comparado con el 2006.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, unas 110 personas suelen morir cada año como consecuencia de los siniestros en las vías y sólo en el primer semestre, del pasado año, fallecieron 61 personas, mientras el saldo de víctimas leves fue de 4.974, de acuerdo con cifras del Registro Nacional de Accidentes de Tránsito; guarismos que deben llamar a la reflexión inmediata. Ello nos ubica entre las naciones, que a nivel mundial, ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por accidentes en las carreteras.

Sobre el asunto, y al ser consultado por nuestra revista (vía e-mail), el Dr. Alberto Sylveira, presidente de “Luchemos por la Vida”, una asociación civil, sin fines de lucro, encargada de la prevención de accidentes de tránsito procurando que no mueran más personas en infortunios que son evitables, comenta que “La seguridad vial es un tema complejo y requiere un abordaje multidisciplinario y una firme decisión política para el desarrollo de medidas en distintas áreas de acción. Se sabe que son las fallas humanas las que provocan casi el 90 % de los accidentes. El problema principal pasa por el comportamiento de los usuarios de la vía pública. Por ello las acciones que se pongan en funcionamiento hacia el futuro, en todas las áreas en nuestro país, deberán dirigirse a reducir las posibilidades de los usuarios de la vía pública (peatones y conductores) de conducirse arriesgadamente y sufrir accidentes.

“Los controles de tránsito que son eficaces siempre son preventivos. Es imprescindible la efectivización de sanciones severas a los infractores, ya sea descontando puntos de su licencia, en dinero o en trabajos comunitarios, acompañados de cursos para re-educación vial, como se hacen en otros países. Ante tantos anuncios de nuevas leyes de tránsito, sus críticas y reparos, unos y otros ciertos o movidos por mezquindad política, se hace necesario recordar que el objetivo de controlar y sancionar en el tránsito es salvar vidas. Ya es hora de que se tomen medidas serias y definitivas, severas y sin concesiones para que no mueran más ciudadanos argentinos en accidentes evitables. Es hora de actuar, no de declamar”, apunta enfáticamente el experto.

Hablar de las causas

Cuando se indagan el origen de los accidentes viales, los entendidos suelen afirmar que son una compleja amalgama de factores, que pasan por el exceso de velocidad; la entrega de licencias de conducir a personas que no están capacitadas; el consumo de alcohol, drogas o medicamentos de los conductores; el irrespeto a las indicaciones de tránsito; ciclistas imprudentes; el conducir de noche por la ruta (lo que triplica el riesgo de muerte por al menos tres factores: el sueño inevitable, la fatiga y el cansancio, la menor visibilidad y el encandilamiento); la negligencia y falta de educación vial de los peatones en el uso de la vía pública; el mal estado del parque automotor que circula; la necesidad de adaptar la infraestructura existente (rutas y automotores) al reconocido aumento de la producción de vehículos (en la actualidad, se produjo un nuevo récord de venta de autos en febrero, del año en curso, al registrarse 46.534 nuevas unidades vendidas y la proyección de ventas para el 2008 estará cercana a los 620 mil vehículos, según Dante Álvarez, presidente de la Asociación de Concesionarios de Automotores de nuestro país), entre otras razones. Súmesele a ello, los problemas del mal estado de la red vial asfaltada y la falta de autopistas y de vías de circulación para absorber ese crecimiento automotor en muchas provincias, sobre todo del interior del país.

Algunos especialistas de la Red de Vialidad Nacional han acotado que sólo el 20 por ciento de las rutas nacionales argentinas está asfaltado; el 80 por ciento es de ripio, arena o tierra. “De los 2.300 kilómetros que tiene la red caminera argentina apenas el 43 por ciento es utilizable todo el año con cualquier situación meteorológica y climática. Hay que tener en cuenta que en las naciones desarrolladas la cifra supera el 90 por ciento, aún en aquellas con situaciones climatológicas más extremas que la nuestra”, plantean.

Sin dudas, como han perfilado las autoridades de la Dirección de Vialidad Nacional, la velocidad es una de las primordiales causas de muerte por accidentes en las rutas en nuestro país. La mayoría de los conductores de automóviles y camiones en la Argentina consideran que viajar a 120 kms/hs no es ir rápido, aunque después de sobrepasar los 100 kms/hs se necesita de una distancia entre vehículos superior, de varias decenas de metros para frenar y en muchas ocasiones ese espacio no alcanza para evitar la colisión. La imprudencia de quienes conducen a altas velocidades, e incluso desarrollan las llamadas “picadas”, contribuye a agravar las tragedias cotidianas.

También merece análisis aparte el consumo de alcohol y la ingesta de abundante comida. Y no hablamos solamente de conductores ebrios, sino de cualquiera persona que luego de beber dos vasos chicos (250 ml) de vino o cerveza y abundante comida sale a conducir un coche con notoria pérdida de los reflejos y la mengua del flujo sanguíneo en el cerebro, como consecuencia de la digestión. Las estadísticas apuntan que el llamado “alcoholismo social” está presente, como mínimo, en el 50 por ciento de los siniestros viales. Y ni hablar de la ingestión de alcohol con algún psicofármaco o droga ilegal pues esto hablaría de un asesino en potencia con un volante en las manos.

El máximo tolerable permitido para conducir– a juicio de los médicos - es de 0.5 gramos por litro de alcohol en sangre; a partir de los 2.0 gramos por litro de alcohol en sangre, el riesgo de accidentes es 70 veces mayor, en tanto se comienzan a producir alteraciones auditivas y visuales, disfunciones en la capacidad de reacción y en la toma de decisiones, según investigaciones biomédicas realizadas.

Recientemente (20 de enero de 2008), se realizó uno de los tantos operativos de alcoholemia, por parte de la Dirección de Tránsito. Y en esta oportunidad (entre las cinco y las nueve de la mañana), en la intersección de las calles Berutti y el Boulevard costero, en Mar del Plata, quedaron secuestrados 46 vehículos, sobre un total de 350 controlados. Los infractores fueron multados y el Tribunal de Faltas designó el plazo de retención de cédulas verdes y registros de conducir. Sobre el asunto, el director de Tránsito de la provincia, Juan José Arteaga expresó, casi con abatimiento, a un medio nacional, que “lo que se hace es controlar el abuso y los excesos de ingesta de alcohol, que las personas tomen conciencia de que no deben conducir si han bebido".

Dentro de las causales de ascenso de las cifras de muerte se destacan, además, el no uso del cinturón de seguridad, que impide que conductores y pasajeros sean lanzados contra el cristal o fuera del auto y mueran, en caso de accidentes. Todos coinciden en apuntar que el uso del cinturón evitaría en un 50 por ciento de los fallecimientos en accidentes viales.

Salida desde el fondo del túnel


Estudios realizados, hace poco tiempo, en nuestro país por la ONG “Luchemos por la vida” han significado que sólo se libra un acta de infracción por cada 5.925 violaciones de seguridad en nuestro país, por cada 46.178 niños que son trasladados en el asiento delantero de los vehículos, por cada 2.782 faltas del uso del casco en motocicleta o ciclomotor o por cada 17.312 colectivos que violan la luz roja. A su vez la mayoría de las penalidades, establecidas en esas actas, no se hacen efectivas y caducan impagas, después de dos años. Todo ello apunta el incumplimiento sistemático y la falta de severidad de las normas que sancionan las inconductas de quienes transgreden la ley. Este incumplimiento, sin dudas, es consecuencia de la falta de una cultura vial (entiéndase como el comportamiento personal de acuerdo con principios morales y éticos que permite convivir en la vía pública, respetando al prójimo) y una paupérrima educación vial de la Argentina (el conocimiento e ilustración teórica de normas y símbolos que regulan el funcionamiento del tránsito terrestre).

Francisco Astelarra, presidente de la Asociación Argentina de Compañías de Seguros, ha preguntado, recientemente, en un editorial escrito para los medios, hasta cuándo permaneceremos inmóviles como sociedad, sufriendo el flagelo de los siniestros en las vías pues “todos somos responsables. La acción del Estado es ineludible, pero el cambio de comportamiento de los ciudadanos es imprescindible”. Además ha evaluado como altamente positiva la reciente iniciativa del Poder Ejecutivo Nacional, al enviar al Congreso y al Senado un proyecto de ley, que propone diversas acciones para remediar los problemas de tránsito y de seguridad vial en nuestra nación pues es preciso diseñar una verdadera política estatal en esta materia.

Hay que tomar en consideración que, en nuestra nación, la frecuencia de siniestralidad (el número de accidentes, dividido por el número de vehículos asegurados) aumentó un 63 por ciento, el pasado año, o sea el número de desastres creció un 63 por ciento más que la cantidad de autos asegurados y alrededor de un 30 por ciento de los automotores en circulación no tienen seguro alguno. Es tal el impacto económico de los siniestros viales que se estima superan el 1 por ciento del Producto Bruto Interno argentino.

En la actualidad, el Senado, después de arduas discusiones entre los distintos bloques que conforman esa Cámara, ha aprobado dicho proyecto de ley, que pondrá en marcha un nuevo Plan de Seguridad Vial a nivel nacional (que reforma la vetusta Ley Nacional de Tránsito No.24.449) y que, entre sus principales medidas establece la creación de una Agencia de Seguridad Vial (presidida por el Ministro del Interior, y tendrá como función la coordinación, evaluación y diseño de medidas estratégicas orientadas a bajar la tasa de siniestralidad en nuestras rutas); la creación de un Registro Nacional de Licencias de Conducir ( fijará una licencia única, que seguirá siendo emitida por los municipios, pero previa consulta y aprobación del Registro Nacional de Estadísticas de Seguridad Vial, quien está encargado de recabar todas las informaciones sobre siniestros e infracciones cometidos por cada conductor); la transferencia de un Registro Nacional de Antecedentes de Tránsito, desde la órbita del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, al ámbito de la Agencia Nacional de Seguridad Vial; el sistema de puntos o scoring y la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas en todos los establecimientos, ubicados en las rutas nacionales, entre otras medidas. También se prevé la creación del Observatorio Nacional de Seguridad Vial, que investigará las causas y los efectos de las infracciones y los siniestros, con el fin de sugerir medidas preventivas; se incluye la instauración de un modelo único de infracción; la revisión técnica obligatoria de todo el parque automotor y otras medidas de seguridad adicionales, como la doble bolsa de aire para la amortiguación de impactos, el sistema interbloqueo de frenos, un dispositivo de alerta acústica de cinturón de seguridad y hasta la fiscalización del sistema de monitoreo satelital de vehículos de transporte automotor de pasajeros y cargas, de carácter interjurisdiccional.

El proyecto de ley deberá ser discutido, prontamente, por la Cámara de Diputados, pero volverá en segunda revisión al Senado, por lo que su sanción definitiva podría demorar hasta la segunda quincena de marzo. Por lo todo parece indicar que estamos próximos a encontrar una salida en desde el fondo del túnel.

Sobre el tema, el Dr. Alberto Sylveira, presidente de la asociación civil “Luchemos por la Vida”, apunta que el Sistema de Evaluación Permanente de Conductores (SEPC), recientemente sancionado por la Legislatura, en la Ciudad de Buenos Aires, que establece premios y castigos para el otorgamiento de las licencias de conductor en el ámbito de la capital y apunta a la creación de un cambio cultural en el respeto a las normas de tránsito “dio excelentes resultados en otros países. Pero podríamos decir que ésta es una versión ‘light’ comparada con los países desarrollados y avanzados en Seguridad Vial. La ‘licencia por puntos’ o scoring debe estar enmarcada en un marco de controles eficaces y sanciones efectivas. En los países desarrollados es exitoso ya que es un ‘ajuste de tuerca’ para perfeccionar el sistema de controles y sanciones existentes. Sin esos reconocimientos y sanciones, es poco útil, ya que a ningún infractor se le restarán puntos al no ser detectadas sus conductas. ¿A quién le van a quitar los puntos si no se controla ni sanciona? Suponiendo que saquen y haya personas que queden inhabilitadas para conducir: ¿quién va a controlar que no lo hagan? ¿Un cuerpo de tránsito poco preparado como lo fue la Guardia Urbana?

Vale destacar que el SEPC asigna 20 puntos a cada titular de una licencia de conducir, otorgada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y esos puntos irán disminuyendo en función de las infracciones cometidas al Código de Tránsito. Al llegar a cero, el conductor quedará inhabilitado por lapsos que varían entre 60 días y 5 años, según la falta cometida y las reincidencias.

“Además, un punto cuestionable de la norma – sigue analizando el directivo de la ONG - es que establece que se debe identificar al infractor (salvo en el caso de exceso de velocidad), por lo que muchos transgresores no serán sancionados. También es negativa la exención de asistir a la charla de concientización y actualización al renovar la licencia si el conductor no sufrió descuento de puntos los últimos dos años, así como el escaso puntaje a perder por falta de uso del cinturón de seguridad o casco. Por otra parte, a la Ciudad de Buenos Aires todos los días ingresan conductores con licencias otorgadas por muchos de los municipios del Gran Buenos Aires, los cuales no serán alcanzados por la sanción, por lo que se hace imperiosa la necesidad de que la provincia implemente un sistema similar.

Nuestro interlocutor, al referirse a los nuevos anuncios relacionados con el Plan de Seguridad Vial, lo califica de importante y positivo. “Sin embargo, la aplicación de este Plan es muy complicada, tras los muchos pasos legislativos que insumirá (luego de ser sancionado por el Congreso Nacional deberá ser refrendado por cada provincia y por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) para que finalmente entre en plena vigencia. Pero lo más difícil será su puesta en práctica efectiva. Si fuera así, sería muy positivo”, vaticina con optimismo el especialista.