jueves, 3 de enero de 2008

Dibujo inconcluso







Obra del pintor cubano Roberto Fabelo.












El pintor es un gran pez
castigado por la orgía del destino,
que jugó demasiado a subir las escaleras
y cayó al vacío.
Al amanecer fuimos a buscar las huellas
dejadas entre los labios de un ciprés,
sólo encontramos el hollín de sus zapatos
y un dibujo inconcluso con olor a orgasmos
y ternuras rotas.
El pintor bordeó las ruinas de un castillo,
torció su rumbo de álamos y plazas.
Le esperaba aquel amanecer con su carga de
juguetes rotos,
pero ya todo le era sospechosamente viejo,
había bebido sus sueños más calientes en el
borde de una almohada húmeda.

Centauro






Obra del pintor argentino, Carlos Tessarolo.









En algún escondrijo de mi cuerpo hay un centauro,
todopoderoso escudriña mis deseos y duerme la
siesta de la luna,
recordando precipicios que nunca alcanza a iluminar.
Arrojo vicarias entre sus restos condenados al
bostezo de un cementerio sin epitafios ni flores,
repletos de niños que compraron la risa por docena,
en un circo de un barrio sin nombre.
Intento sembrarle una hoja de paciencia
entre las sienes pero no acostumbra a escuchar
consejos.
Me gusta hacerle ceremonias pues yo si creo en las
alianzas y en los hombres con rostros de centauro.
Por ahora, se resiste a reconocer aniversarios
y evade despedidas.
La credulidad le puede consumir el estòmago,
pero no aprende a sobrevivir en mi galaxia.
En algún abismo de esta carne hay un centauro,
cierto día se asomará al pozo... entonces
recuperaré mis huesos.

Ya nadie quiere...







Obra del pintor argentino, Carlos Tessarolo.








Juguemos a llamarnos Caín y Abel y a esparcir manzanas
y serpientes por las puertas del paraíso, que ya sufre
el efecto invernadero, pues también hipotecó en la
subaste del infierno su capa de ozono. Juguemos a rezar
un Padrenuestro con un Yesterday de fondo, que
a fuerza de no ser himno se convierta en oración para
desesperados e incrédulos. Juguemos a la transmutaciones
de espacios pues me gustaría vivir en otro barrio con un
nombre menos simple que La Lisa y grandes avenidas sin
aguas estancadas. Juguemos a las escapatorias de las
puertas cerradas y el insomnio, aunque ya nadie quiera
llamarse Caín y los Abeles tengan cara de aburrimiento y
complejo de piratas y castigadores.

Amistad II






Obra del pintor argentino, Carlos Tessarolo.





Tengo espinas en las manos para recoger los despercios/de los
amigos que se alejan,/sabrán ellos que el mar es, también, un
pedazo ambivalente de mapa cartográfico/donde se localizan
desventuras y duermen mariposas sin aliento./La tabla salvadora
casi siempre es un naufragio que se arriesga/y un pedazo de ventana
por donde se asoman dos cuerpos carcomidos/En el muelle sólo
quedarán las olas, esa interminable oscuridas que un día compartimos/
cuando inventábamos sombras para nuestros árboles,/ y raíces que
nunca rompieron entre piedras./No hay derecho a tanta lanza/
si el hombre es mucha amasijo de deseos y ángeles caídos/
y su voz dulce alarido ante el abismo./No hay derecho a la estocada
final/no hay amigos infinitos,/no hay naufragios,/no hay ofrendas,(
no hay intentos.

Amistad I








Obra del pintor argentino Carlos Tessarolo.








Qué ofreciste a los otros cuerpos desnudos/saturados
por el silencioso triunfo del anonimato,/cuando pretendías
salvar a los seres humanos/de las garras suicidas del tedio y la mansedumbre./Cuántas palabras volaron por las ventanas
en los instantes en que sólo las constelaciones y
las ecuaciones del viento te auguraban el riesgo de
preguntas sin respuestas./No es una sábana tibia lo
que exploras en las madrugadas,/ni el éxito efímero
de la amistad a pruebas de traiciones,/buscas el discreto encanto
de los sonidos vírgenes,/y las transparencias humanas
de cada encuentro./Más allá de tus conceptos y barricadas
este cántico-homenaje tiende sus corceles al fuego, /
alerta ante los nuevos derroteros de las costumbres
de moda,/y la inmadurez de tu almanaque que se
resiste a las experiencias de la vida.