miércoles, 30 de abril de 2008

Isla adversa





Obra del pintor cubano, Silvio Gaytòn.





"Dentro están las cosas en su sitio
las crestas
el azul
las heces apacibles (...)"
Apremios (1989), Ada Elba Pérez.




el mar se me suicidó a pedazos,

fue cayendo poco a poco, a mansalva

dentro de mi corazón

y terminó inundándolo.

con él se fugó toda la extensión de la playa

y el sabor de algún rocío extraño

cuando soñaba con la inmensidad

que no se alcanza.

soy testigo de cierta obcecación insular

que no conoce límites

cuando las olas baten contra los farallones

y hacen peligrar el mustio silencio de inoportunas ceguedades.

He subido hasta mi último peldaño para reencontrar

su inmensidad, para escuchar su rumor oscuro

rodeándolo todo

y apenas alcanzo a divisar su traicionera calma

su espesura de signos su encantadora embriaguez

su bofetada traidora justo al borde de un camino

que alguien denominó encrucijada.

Siempre soñé con el mar y su ademán de sombras

infinita frontera entre tanto viento y territorio

blasfemia desaforada que reniega de códigos y dobleces

y lo engulle todo.

Mi mar es otra mentira entre ceja y ceja

una fiesta antigua otra alegoría que me salva/

procacidad convertida en largo sufrimiento

apodada trampa, cárcel, cerco, concilio, simulación, desconcierto.

Mi mar es una isla adversa/

otra frontera innecesaria.


Buenos Aires, Sin mar.

Foto de viaje



Vacaciones recientes en Tilcara, carnavales.

Exilio





Obra del artista cubana Silvio Gaytòn.








"(...)de vez en cuando alguno -como yo- se salió de la fila
hizo silencio/ se fue desvaneciendo atrás (...)"
Poema XIX, de Juan Antonio Molina



Somos la dadivosa señal de la verdad que mutila

el febril encanto de los suplicantes a la hora de la cena,

la irrefutable muerte de los e-mails dentro de las computadoras del mundo,

la jubilosa pústula revoloteando en medio de los otros huesos.

Ni una sola pregunta ante la urdimbre de los himnos que cantamos

el hartazgo nos llenó la lengua de injurias y cánticos condenatorios

y terminamos ejecutados con nuestro insincero atiborramiento

con el estómago atravesado por tanta hipocresía de la inoperancia.

También yo tengo muchos amigos que están en el exilio

se fueron marchando con la cabeza baja y los bolsillos cuajados de

incertidumbres/ y terminaron fregando copas en bares de medio pelo

o deshollinando mingitorios en elegantes cafés del mundo.

Aún me quita el sueño tanta diáspora y renunciación

eran casi siempre los mejores en todo,

pero siempre fueron pésimos simuladores.

Yo terminé pintando un avión sobre una hoja blanca

pues le tengo fobia a los botes sobre la corriente

y conseguí aligerar mi equipaje de atavismos y ciertas ideas

suicidas que rondan justo antes de entrar en las fauces del lobo.

Ahora todo quedó detrás. Pero aún las oficinas inmigratorias me siguen

demorando por cautela

y mis antecedentes penales se solicitan sin respuesta alguna.

Cada vez que pienso en cuños y documentos

siento nauseas ante tantas indefiniciones y esperanzas retrasadas

y me persigue un deseo de lanzar mis excrecencias contra

toda la xenofobia que pulula.

Empiezo por admitir que en la querella contra los inmigrantes tipo A

mi nombre quedará inscripto entre los abofeteados y peligrosos

que ya jamás comulgarán con los discursos y festines oficiales.

viernes, 25 de abril de 2008

Rostros con barcos






Obra del artista cubano Silvio Gaytón.




"(...)dando saltos pensando que de ese modo
esquivaría las charcas/
cansado ya de ver las mismas fotos (...)"

El saltamontes, de Juan Carlos Flores.



Estoy sentado aquí entre dos rostros con barcos que

no quieren mojarse en esta escasa noche que huele

a paisaje de campo, a chamusca desde la proa.

La belleza duerme agotada por una mancha en el cristal

del baño y quedó detenida el día anterior entre resfríos y dormitorios

con olor a destino errado, sueños irrealizables y almohadas húmedas.

Me cruzo contigo sin advertirte,

una emboscada desborda la alcantarilla de cenizas

y ya poco queda del patio de juego de la infancia

donde dos muchachos advenedizos corrían a bajarse los pantalones

y a deshacer clemencias entre caricias manchadas de rubor colegial

y cierto sòlo de saxo escondido entre la hierba con hedor de semen.

Bajo mis ropas quedaron aquellas exhalaciones que nunca pude quitar

arrojadas como ingratos destinos de codorniz envuelta en remolino de río.

Desde niño lo supe por la docilidad de esas sábanas

y aquel sombrero de paja tapándome la frente para que no viera demasiado.

Invocar no sería tan dramático si tan sólo pudiera volver a empezar

aunque más no fuera bajo otra tormenta brutal que joda el alma.

Y tu sigues pronunciando la palabra mística como si fuera un crucifijo

imprescindible para salvarnos.

Imperfectamente la nada




Obra del pintor cubano, Silvio Gayton











“(…) el ojo lascivo/
socavando la pesada mugre del tiempo/
enamorando”.

El David, de Francisco Morán.


Ni siquiera fantasear que existe algún deseo/
una metáfora perdida en cierta esquina opaca.
Ni siquiera imaginar que haya arrojado su cuerpo
en el camino, despojado sus ropas, saciado su sed/
con el vino ácido de un cántaro roto,
donde atan sus tristezas los bienaventurados de este mundo,
los peregrinos.
Yo conocí a cierto señor con embarcaciones de poco lastre/
las bendecía con los reflejos proveniente de algún faro fantasma
en la medianía ignota de una isla con mala prensa/
las lanzaba al mar con la furia de Odiseo,
sin pensar en algún puerto seguro
sólo en un derrotero ilusorio fuera de sus costas,
en una escapada a tiempo.
Somos imperfectamente la nada/
esa luz irreflexiva que lo cobija todo
sin pensar en los animales cabizbajos que van al matadero.
Somos imperfectamente la vigilia/
las escaramuzas y equívocos de algún pescador
que se pierde en la inmensidad que lo eterniza.
Somos la nada imperfecta/
un grano de arroz tendido al pie de un plato de lentejas rancia
que nadie come/
peces claros que saltan dentro de la tarralla y el morral
para terminar sin cabeza, puestos en orden de prioridad
en alguna sartén con poco aceite.
Somos imperfectamente el deseo
el impasible ocio que atraviesa la ventana
para dar luz a un velador estéril,
donde alguien lee este tonto poema
imaginando marineros y putas que invitan a beber
sin aliento en ciertas tabernas con puerto oscuro de fondo.
Siempre el instante imperfecto del encuentro/
eternizará el incurable hedor a tregua en alguna cama al amanecer.

27 junio de 2005.
Buenos Aires, día húmedo si los hay.

lunes, 21 de abril de 2008

Un lugar en este mundo.



Obra del pintor cubano, Roberto Fabelo.









“(...) en un lugar arcaico y sin orillas”.
De Juan José Saer, en El arte de narrar



Silencio se quiebran los horcones carcomidos por la humeda
prolifera el musgo verdinegro de la soñolienta despedida.
Los párpados caen como el telón roto de un desaparecido
circo de barrio
donde el león fue muerto en combate y terminó en las fauces
del payaso/
allí donde la explosión hizo añicos los trapecios de la retina
y cierto olor a muerte se hospedó en el umbral de nuestra carpa.
El azar, esa desnudez de agua mansa para saciar nuestras sequedades
busca su resquicio dentro de la casa vacía./ desciende las escaleras
y se pega a la bóveda del techo/ se apaga el fuego del hogar sin leñas
de la sala.
La pereza desciende por las paredes despertando a los ruidos
que deslumbran por su decantada precisión.
Inocentemente se crucifica la tarde / deja su lugar en el zaguán, donde
el viento bate el tedio de la aldaba sorda y herrumbrosa.
Después tan sólo el paraíso/ un estrépito de vidrios rotos/ cabezas
envejecidas en pasadas primaveras / reuniones que se
prolongan sin acuerdo alguno/ desarmaderos de autos que ya no van a
sitio alguno.
La luz atenazada por la limosna de los que no encuentran su lugar
en este mundo.

Noche de Pesaj






Obra de la pintora cubana, Zaida del Río.






"Mi corazón no es una puerta
sino el recurso de los fusilados
una pared endeble y arañada
si acaso".
(Poema XXXII, de Juan Antonio Molina)





En el marco de la ventana está la copa de vino/

circuncidada con el mejor licor sangre de Cristo,

allí yace pese a los agujeros de la noche

y la lluvia de agua bendita que cae de un cuadro crucificado

en el dintel de la puerta.

En la esquina de la máscara recién lavada para sostener nuestros silencios

está el recipiente con sabor a uvas amargas para el profeta Elías

que pasará entre las sombras a beber del contenido y seguir su camino.

A cambio nos dejará como testimonio de su existencia: la copa vacía,

esa implacable luz que no consigo apartar de esa plomiza calma.

Tengo para regalarte en esta Noche de Pesaj un pez que me traje, para recordarte

siempre mi desdicha por no tener un mar que apacigüe el aliento.

¿Qué puedo hacer si me equivoqué de rumbo y siempre sentí hostilidad

hacia los cuadrantes y los mapas desplegados?

Nunca supe que en esta vitrina estaba ausente el mar

para eternizar las palabras.

Tengo para entregarte estos dos lápices con que escribí mis poemas suicidas

que soportan esos sueños que naufragan

entre las brasas y el aleteo agónico de las mariposas que socorren la terraza.

Hablo de un tiempo de raras celebraciones y liturgias de mazapán,

pero el reloj transcurre como el silbido de un tren que sube

una escarpada colina sin dejar rastros/ sólo la quieta huella devorada

por los huesos frágiles de estos dos tontos amantes.

No quiero que anochezca sin mirarte de frente

pues siempre cargo con estas valijas

hacia mi propio encuentro y aún queda abundante vino en tu sabio nombre.

Estoy moviendo a la deriva mis huesos dentro de un túnel

y la canción de las cítaras es engañosa.

Sobre las claras tempestades homicidas temo mucho

que lo dicho ya lo hayas escuchado en otra historia.

Eres tan inocentemente torpe que no consigues entender

que cuando cruzas los brazos sobre tu pecho soy yo el que resucita.

viernes, 18 de abril de 2008

Inacción en el establo semivacío









Obra del pintor cubano, Roberto Fabelo.










“(...) esperando cada día, cada noche, esa otra luz
que no vigila la persecución de algún objeto”.
Reina María Rodríguez, en Violet Island




Me engullo la codicia y el ruido del agua que dejaron mis padres
sobre la mesa/ me trago hasta la última palabra que no dijeron/ aquel
error de cálculo cuando mi madre ovulaba sin guantes blancos/ ademanes y explosiones de un quinqué que encendió a destiempo./ Lo mastico todo/ hasta el polvo de mis muertos y el alquitrán en mis narices./ Ya no tengo tiempo para tanto drama aburrido/ para tanta aparición inmóvil que me ronda/ Todo se cuece y se hace pensamiento/ náusea que no cesa/ rebuznar de campana justo a la hora suicida/ sexto piso con balcón indiferente./ Vuelvo a la esquina a buscar nuevos brotes y sólo encuentro un sexo improbable/ agujero de establo semivacío/ migas que alguien esparció cuando la liviandad se volvía tedio./ Estoy desnudo frente a la cruz, cae la piedra y se comienza a cerrar el nudo sobre mi cuello. /Amanece en la región antigua y todo huele a toalla húmeda/ a pupila seca/ a oxígeno impuro en un retablo que nunca ha llegado a parecerme ajeno./ Los párpados legañosos intentan limpiar mis suciedades/ comen de mi alimento con impúdicos gestos de hambre insatisfecho/
me corroen por dentro las asperezas/ rinden culto a un cuerpo que cambió y acumuló adiposidades para siempre./ El tiempo es fusilado sin juicios sumarísimos/ es el arte de una legalidad que clava su aguijón entre las carnes de los vivos./ Lo improbable vuelve a ser ecuación segura/ anhelo de paraíso cercenado por la vida./ Mientras tanto, yo sigo allí, en la mesa abandonado a la inacción/ al desdén de la pesada puerta/ simulando tanta delicia que atraviesa mis entrañas/alimentándome de las migas dejadas por los otros.


Hoy en Buenos Aires.

Cábala











Obra del artista cubano, José Manuel Fors



A Dulce María Loynaz, la mejor de todas.

También yo quise tener una cábala para inventar enigmas y dormité bajo un vientre con olor a cenizas y limón maduro. Nadie me esperó a la salida del puerto con un pañuelito blanco y tampoco escuché la feracidad de un río refrescando la rivera entre árboles sin luces a punto de fenecer por tantas sombras. Silencios, sólo silencios acompañaron mi andar de paje sin cortesanas ni bufones en cortes que sólo existieron para recordarme que nunca fui noble. También yo blandí mi espada por las causas justas, sólo que mi dardo siempre tuvo la punta mellada y hasta ciertos cristales azucarados con que dorar la píldora al enemigo. Yo también tuve una máscara que nunca usé en las noches orgiásticas de abril pues era más necesario tener guantes blancos para no mancharse las manos con tanta abulia y un pequeño espejito de lata que recordara orígenes y evitara caídas sin sobresaltos. Cuándo podrán romperse estas ataduras al borde de la hoguera sin dejar que cueza sangre en esta olla tiznada, triste remedo de la lumbre que un viajero posó sobre mi cábala. Ya no descifro enigmas y temo a la leña con olor a cenizas y limones maduros, aburrido de tanta punta mellada, guantes blancos y faroles que ya no prenden ni cuando se escucha el pregón matinal. Al parecer ya no se despierta nadie.

Equilibrista



Obra del pintor cubano, Roberto Fabelo



A Eliseo Diego, el Maestro.







El rincón del camino se hace piel
en las pupilas del payaso,
quien aprendió a sentir un profundo rencor
por cada aplauso inmerecido de la carpa,
pero continúa durmiendo con los ojos bien abiertos
por temor al rechazo público.
Ese rincón se transforma en abrigo
sobre las espaldas del mago,
olvida sus últimos trucos frente a las luces,
anuncia conejos por palomas negras
sin ruborizarse ante la mentira inocente.
Una varita mágica puede hacerse muro impenetrable
ante los ojos del domador,
perdió la cabeza por impaciente y aún sus leones
le ayudan a buscarla....¿Fraternidad en la desgracia?
El rincón se hace caminos en las manos y los pies
del equilibrista,
quien no teme a los saltos mortales sin mallas salvavidas,
y sienta lástima por los que rinden culto a la rutina,
como si la vida no fuera caminar perennemente por
una cuerda floja.

lunes, 14 de abril de 2008

Ala rota














Obra del artista cubano, Servando Cabrera Moreno.





“Soy el pez de la bahía/ el de las corrientes grises/
el que amanece otra vez bajo los barcos/ o bordea la
costra de petróleo en el diario desuso de la vida”.
Apremios (1989) Ada Elba Pérez.


Hay un rostro de ángel arrebatado de equilibrio
harto de la oquedad de los discursos y las herejías,
develando su torpeza frente a los espejos,
dando portazos ante algún asomo de ciudad húmeda
perdida en un pasillo intransitable.
Cansado ha venido a intentar su último ascenso
su despegue/ antes de estrellarse contra el diente de perro
y la palabra inválida de cierta ala sujeta a una cabeza,
al borde del precipicio y la colina.
Hay un rostro amarillo desde su retrato
hinchado por el miedo que le cuece la pupila.
Nadie salvará su caótica plenitud de crisantemo roto
su sediento vagar por los confines del mundo
tras el polvo extraviadamente gris
de una sospechosa despedida.
Sus sueños no volverán a tener aquella vocación de altura
aquel existir de cometa blanco de domingo,
frágil memoria de vuelo roto hasta el cansancio,
angustia de pájaro acorralado por el rugido del mar.
Después sólo escucharemos el eco peligroso y la caída,
cierto derrumbe danzante que no alcanza el equilibrio,
pretexto vacuo para erigir un monumento de hélices quebradas
en medio del camino.


Juan Carlos Rivera
Buenos Aires, 26 de julio de 2001.

viernes, 11 de abril de 2008

Surfear en lo turbio



Obra del artista cubano, Roberto Fabelo.





"Eres y serás lo que recuerdas, / lo que una vez llegaste a imaginar”,
de Reinaldo García Ramos, en La quietud).


Pisar el rellano, el descansillo de la vida
imaginando un pedazo de ventana que no muestra
perspectiva alguna,
sólo una pequeña sombra descolorida, un alarido
que viene desde adentro, desde las lacias tripas,
intolerantes al crecimiento atípico e impávido de sus células,
a la patología que carcome y necrosa/ al tumor
que lo engulle todo o a la presión que paralizará la máquina.
Descender abruptamente el escalón, caer, levantarse
con las manos enrojecidas (adoloridas por el batacazo)
con la boca pastosa y las amígdalas inflamadas,
pero sin pus,
acompañando esa luz menstrual, casi uterina
que el semen no alcanza a conmover y fundir/ a procrear.
Degustar una cena recalentada e insabora
detrás de una voz radial (en off, que sube y baja a fondo de),
como debe decir en los malos guiones,
que rompe la rutina intentando acariciar
por dentro el cuenco del tímpano
y sólo consigue un lamento oscuro, un pozo ciego
sin olor a mar, una caja negra intelectualmente vacía
donde la rutina vaga disonante hasta el escondrijo
comatoso de la axila indiferente al desodorante matinal
y de ahí descarga sus incertidumbres en el intestino húmedo.
Surfear hasta donde llegue el impulso y caer como un amasijo
caliente que entumezca la lengua, que te atragante y paralice
como un eructo repentino
en medio de una conversación formal, que perece semejante
a cierta desazón muda, que te saca las ganas vespertinas
de orinar y te eclipsa hasta los ojos.
Sólo entonces es que te traigo de vueltas, al comienzo/
sin rellanos ni descansillos
sin ventanales ni cenas disonantes, evadiendo formalidades
que pulvericen esa ligadura/ sin altares con festejos afros
sin afeites que te adornen/ como llegaste al mudo mundo.
Y te retengo en el silencio, te exprimo completamente/
hasta lo inadmisible intentando resucitar viejos tiempos,
recordando antiguas riñas, grandes rencores,
pero son sólo eso: vanos intentos de resucitación forzosa,
traqueotomías
de puertas abiertas que buscan aires portuarios y salitre
en una ciudad temerosa/ contraria al mar y al discurso libre.
¿No sé qué hacer cuando todo se detiene y confundo los olores
y sonidos? Entonces las ganas intentan evaporarse tibiamente/
me paralizo/ dejo de surfear en lo revuelto
y siento músicas "naúsicas",
que me quitan las fuerzas de seguir encima de la tabla por temor a
caer en las fauces de los tiburones y me dejo caer para siempre.
¿No sé si darte de comer como a las avecillas raras, inventarte
un mar sin corrientes traicioneras o echarte lejos de mi almohada hosca
hasta que recuerdes?


Buenos Aires, Enero-2008

miércoles, 9 de abril de 2008

Accidentes de tránsito: hora de actuar, no de declamar







Obra del pintor cubano, Roberto Fabelo.




Cerca de 19 personas mueren por día; hay casi 7 mil víctimas fatales y unos 120 mil heridos y discapacitados anuales como consecuencia de los siniestros viales, en Argentina. Razones y argumentos de una tragedia cotidiana, que parece no tener fin.


Por: Lic. Juan Carlos Rivera Quintana
Para la Revista “Ahora, la Salud”.



Ocho y cuarenta y cinco, de un sábado de este verano. En la ruta nacional 7, a la altura del kilómetro 167 y a unos 15 kilómetros del paraje Ingeniero Sylveira, cerca de una terminal de ómnibus, del partido de Chacabuco, en la provincia de Buenos Aires, se produce una triple colisión entre tres autos: un Peugeot 206 (donde viajaban dos abuelos con sus nietas mellizas), un Chevrolet Vectra (ocupado por un hombre de 55 años y su hijo de 19 años) y un Ford Fiesta, donde viajaba sólo su conductor. En el acto fallecen todos los ocupantes del Peugeot y otras dos personas resultan heridas y deben ser rescatadas, en estado de shock y semi-inconciencia, de los restos de uno de los vehículos, donde quedaron atrapados.

Según los primeros resultados del peritaje realizado por la policía, uno de los automóviles intentó pasar al otro y ambos chocaron en forma frontal contra el tercer vehículo, casi en el límite de la localidad de Carmen de Areco. Ese mismo día tienen lugar más de seis accidentes de tránsito, tan sólo en la provincia de Buenos Aires, y doce más en el resto del país.

Decir en Argentina: “otro día accidentado”, se está convirtiendo en un lugar común, casi en una redundancia. Porque no pasan 24 horas en las que no se de un accidente de tránsito con las consiguientes pérdidas humanas y materiales e innumerables secuelas físicas y psicológicas para los involucrados, junto a las dificultades para la reinserción social y laboral. Y lo peor de todo es que dicho flagelo puede ser evitado.

Los números crudos y fríos de siniestralidad vial, que se verifican actualmente, están dejando boquiabierta a la ciudadanía argentina que ha comenzado a percatarse de que la inseguridad en las rutas se ha convertido en una verdadera pandemia, en un problema epidémico de salud para toda la nación, que puede tocar a nuestras puertas en cualquier momento, pues nadie está excluido de pasar por esa traumática experiencia; los accidentes de tránsito no tienen rostro.

Repasando algunas estadísticas

Lo cierto es que los accidentes viales están golpeando crecientemente a la sociedad argentina y no se atinan a encarar soluciones con el objetivo de disminuir este azote. Ellos se han convertido en una de las principales causas de muerte e invalidez en nuestro país. Por sólo citar algunos datos: 19 personas mueren por día; hay 6.667 victimas fatales por año y unos 120 mil heridos de distinto grado y miles de discapacitados; las pérdidas económicas del tránsito caótico y los accidentes en la ruta superan los 10.000 millones de dólares anuales, según la Dirección de Vialidad Nacional y otros organismos involucrados.

En el período julio 2006-junio 2007, las aseguradoras cubrieron más de 1.500 siniestros, que implicaron lesiones o muertes. Y si sacamos a la luz la evolución de las estadísticas, de los últimos cinco años quedaríamos patidifusos: tan sólo en el 2007, los accidentes viales provocaron en el país 8.104 muertes (un promedio mensual de 675 y más del 53 por ciento de los fallecidos son menores de 30 años; por lo que cada dos horas muere un joven en un choque de tránsito), según un informe al que nuestra revista tuvo acceso, realizado por la asociación civil “Luchemos por la Vida”, es decir 547 fallecimientos más comparado con el 2006.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, unas 110 personas suelen morir cada año como consecuencia de los siniestros en las vías y sólo en el primer semestre, del pasado año, fallecieron 61 personas, mientras el saldo de víctimas leves fue de 4.974, de acuerdo con cifras del Registro Nacional de Accidentes de Tránsito; guarismos que deben llamar a la reflexión inmediata. Ello nos ubica entre las naciones, que a nivel mundial, ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por accidentes en las carreteras.

Sobre el asunto, y al ser consultado por nuestra revista (vía e-mail), el Dr. Alberto Sylveira, presidente de “Luchemos por la Vida”, una asociación civil, sin fines de lucro, encargada de la prevención de accidentes de tránsito procurando que no mueran más personas en infortunios que son evitables, comenta que “La seguridad vial es un tema complejo y requiere un abordaje multidisciplinario y una firme decisión política para el desarrollo de medidas en distintas áreas de acción. Se sabe que son las fallas humanas las que provocan casi el 90 % de los accidentes. El problema principal pasa por el comportamiento de los usuarios de la vía pública. Por ello las acciones que se pongan en funcionamiento hacia el futuro, en todas las áreas en nuestro país, deberán dirigirse a reducir las posibilidades de los usuarios de la vía pública (peatones y conductores) de conducirse arriesgadamente y sufrir accidentes.

“Los controles de tránsito que son eficaces siempre son preventivos. Es imprescindible la efectivización de sanciones severas a los infractores, ya sea descontando puntos de su licencia, en dinero o en trabajos comunitarios, acompañados de cursos para re-educación vial, como se hacen en otros países. Ante tantos anuncios de nuevas leyes de tránsito, sus críticas y reparos, unos y otros ciertos o movidos por mezquindad política, se hace necesario recordar que el objetivo de controlar y sancionar en el tránsito es salvar vidas. Ya es hora de que se tomen medidas serias y definitivas, severas y sin concesiones para que no mueran más ciudadanos argentinos en accidentes evitables. Es hora de actuar, no de declamar”, apunta enfáticamente el experto.

Hablar de las causas

Cuando se indagan el origen de los accidentes viales, los entendidos suelen afirmar que son una compleja amalgama de factores, que pasan por el exceso de velocidad; la entrega de licencias de conducir a personas que no están capacitadas; el consumo de alcohol, drogas o medicamentos de los conductores; el irrespeto a las indicaciones de tránsito; ciclistas imprudentes; el conducir de noche por la ruta (lo que triplica el riesgo de muerte por al menos tres factores: el sueño inevitable, la fatiga y el cansancio, la menor visibilidad y el encandilamiento); la negligencia y falta de educación vial de los peatones en el uso de la vía pública; el mal estado del parque automotor que circula; la necesidad de adaptar la infraestructura existente (rutas y automotores) al reconocido aumento de la producción de vehículos (en la actualidad, se produjo un nuevo récord de venta de autos en febrero, del año en curso, al registrarse 46.534 nuevas unidades vendidas y la proyección de ventas para el 2008 estará cercana a los 620 mil vehículos, según Dante Álvarez, presidente de la Asociación de Concesionarios de Automotores de nuestro país), entre otras razones. Súmesele a ello, los problemas del mal estado de la red vial asfaltada y la falta de autopistas y de vías de circulación para absorber ese crecimiento automotor en muchas provincias, sobre todo del interior del país.

Algunos especialistas de la Red de Vialidad Nacional han acotado que sólo el 20 por ciento de las rutas nacionales argentinas está asfaltado; el 80 por ciento es de ripio, arena o tierra. “De los 2.300 kilómetros que tiene la red caminera argentina apenas el 43 por ciento es utilizable todo el año con cualquier situación meteorológica y climática. Hay que tener en cuenta que en las naciones desarrolladas la cifra supera el 90 por ciento, aún en aquellas con situaciones climatológicas más extremas que la nuestra”, plantean.

Sin dudas, como han perfilado las autoridades de la Dirección de Vialidad Nacional, la velocidad es una de las primordiales causas de muerte por accidentes en las rutas en nuestro país. La mayoría de los conductores de automóviles y camiones en la Argentina consideran que viajar a 120 kms/hs no es ir rápido, aunque después de sobrepasar los 100 kms/hs se necesita de una distancia entre vehículos superior, de varias decenas de metros para frenar y en muchas ocasiones ese espacio no alcanza para evitar la colisión. La imprudencia de quienes conducen a altas velocidades, e incluso desarrollan las llamadas “picadas”, contribuye a agravar las tragedias cotidianas.

También merece análisis aparte el consumo de alcohol y la ingesta de abundante comida. Y no hablamos solamente de conductores ebrios, sino de cualquiera persona que luego de beber dos vasos chicos (250 ml) de vino o cerveza y abundante comida sale a conducir un coche con notoria pérdida de los reflejos y la mengua del flujo sanguíneo en el cerebro, como consecuencia de la digestión. Las estadísticas apuntan que el llamado “alcoholismo social” está presente, como mínimo, en el 50 por ciento de los siniestros viales. Y ni hablar de la ingestión de alcohol con algún psicofármaco o droga ilegal pues esto hablaría de un asesino en potencia con un volante en las manos.

El máximo tolerable permitido para conducir– a juicio de los médicos - es de 0.5 gramos por litro de alcohol en sangre; a partir de los 2.0 gramos por litro de alcohol en sangre, el riesgo de accidentes es 70 veces mayor, en tanto se comienzan a producir alteraciones auditivas y visuales, disfunciones en la capacidad de reacción y en la toma de decisiones, según investigaciones biomédicas realizadas.

Recientemente (20 de enero de 2008), se realizó uno de los tantos operativos de alcoholemia, por parte de la Dirección de Tránsito. Y en esta oportunidad (entre las cinco y las nueve de la mañana), en la intersección de las calles Berutti y el Boulevard costero, en Mar del Plata, quedaron secuestrados 46 vehículos, sobre un total de 350 controlados. Los infractores fueron multados y el Tribunal de Faltas designó el plazo de retención de cédulas verdes y registros de conducir. Sobre el asunto, el director de Tránsito de la provincia, Juan José Arteaga expresó, casi con abatimiento, a un medio nacional, que “lo que se hace es controlar el abuso y los excesos de ingesta de alcohol, que las personas tomen conciencia de que no deben conducir si han bebido".

Dentro de las causales de ascenso de las cifras de muerte se destacan, además, el no uso del cinturón de seguridad, que impide que conductores y pasajeros sean lanzados contra el cristal o fuera del auto y mueran, en caso de accidentes. Todos coinciden en apuntar que el uso del cinturón evitaría en un 50 por ciento de los fallecimientos en accidentes viales.

Salida desde el fondo del túnel


Estudios realizados, hace poco tiempo, en nuestro país por la ONG “Luchemos por la vida” han significado que sólo se libra un acta de infracción por cada 5.925 violaciones de seguridad en nuestro país, por cada 46.178 niños que son trasladados en el asiento delantero de los vehículos, por cada 2.782 faltas del uso del casco en motocicleta o ciclomotor o por cada 17.312 colectivos que violan la luz roja. A su vez la mayoría de las penalidades, establecidas en esas actas, no se hacen efectivas y caducan impagas, después de dos años. Todo ello apunta el incumplimiento sistemático y la falta de severidad de las normas que sancionan las inconductas de quienes transgreden la ley. Este incumplimiento, sin dudas, es consecuencia de la falta de una cultura vial (entiéndase como el comportamiento personal de acuerdo con principios morales y éticos que permite convivir en la vía pública, respetando al prójimo) y una paupérrima educación vial de la Argentina (el conocimiento e ilustración teórica de normas y símbolos que regulan el funcionamiento del tránsito terrestre).

Francisco Astelarra, presidente de la Asociación Argentina de Compañías de Seguros, ha preguntado, recientemente, en un editorial escrito para los medios, hasta cuándo permaneceremos inmóviles como sociedad, sufriendo el flagelo de los siniestros en las vías pues “todos somos responsables. La acción del Estado es ineludible, pero el cambio de comportamiento de los ciudadanos es imprescindible”. Además ha evaluado como altamente positiva la reciente iniciativa del Poder Ejecutivo Nacional, al enviar al Congreso y al Senado un proyecto de ley, que propone diversas acciones para remediar los problemas de tránsito y de seguridad vial en nuestra nación pues es preciso diseñar una verdadera política estatal en esta materia.

Hay que tomar en consideración que, en nuestra nación, la frecuencia de siniestralidad (el número de accidentes, dividido por el número de vehículos asegurados) aumentó un 63 por ciento, el pasado año, o sea el número de desastres creció un 63 por ciento más que la cantidad de autos asegurados y alrededor de un 30 por ciento de los automotores en circulación no tienen seguro alguno. Es tal el impacto económico de los siniestros viales que se estima superan el 1 por ciento del Producto Bruto Interno argentino.

En la actualidad, el Senado, después de arduas discusiones entre los distintos bloques que conforman esa Cámara, ha aprobado dicho proyecto de ley, que pondrá en marcha un nuevo Plan de Seguridad Vial a nivel nacional (que reforma la vetusta Ley Nacional de Tránsito No.24.449) y que, entre sus principales medidas establece la creación de una Agencia de Seguridad Vial (presidida por el Ministro del Interior, y tendrá como función la coordinación, evaluación y diseño de medidas estratégicas orientadas a bajar la tasa de siniestralidad en nuestras rutas); la creación de un Registro Nacional de Licencias de Conducir ( fijará una licencia única, que seguirá siendo emitida por los municipios, pero previa consulta y aprobación del Registro Nacional de Estadísticas de Seguridad Vial, quien está encargado de recabar todas las informaciones sobre siniestros e infracciones cometidos por cada conductor); la transferencia de un Registro Nacional de Antecedentes de Tránsito, desde la órbita del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, al ámbito de la Agencia Nacional de Seguridad Vial; el sistema de puntos o scoring y la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas en todos los establecimientos, ubicados en las rutas nacionales, entre otras medidas. También se prevé la creación del Observatorio Nacional de Seguridad Vial, que investigará las causas y los efectos de las infracciones y los siniestros, con el fin de sugerir medidas preventivas; se incluye la instauración de un modelo único de infracción; la revisión técnica obligatoria de todo el parque automotor y otras medidas de seguridad adicionales, como la doble bolsa de aire para la amortiguación de impactos, el sistema interbloqueo de frenos, un dispositivo de alerta acústica de cinturón de seguridad y hasta la fiscalización del sistema de monitoreo satelital de vehículos de transporte automotor de pasajeros y cargas, de carácter interjurisdiccional.

El proyecto de ley deberá ser discutido, prontamente, por la Cámara de Diputados, pero volverá en segunda revisión al Senado, por lo que su sanción definitiva podría demorar hasta la segunda quincena de marzo. Por lo todo parece indicar que estamos próximos a encontrar una salida en desde el fondo del túnel.

Sobre el tema, el Dr. Alberto Sylveira, presidente de la asociación civil “Luchemos por la Vida”, apunta que el Sistema de Evaluación Permanente de Conductores (SEPC), recientemente sancionado por la Legislatura, en la Ciudad de Buenos Aires, que establece premios y castigos para el otorgamiento de las licencias de conductor en el ámbito de la capital y apunta a la creación de un cambio cultural en el respeto a las normas de tránsito “dio excelentes resultados en otros países. Pero podríamos decir que ésta es una versión ‘light’ comparada con los países desarrollados y avanzados en Seguridad Vial. La ‘licencia por puntos’ o scoring debe estar enmarcada en un marco de controles eficaces y sanciones efectivas. En los países desarrollados es exitoso ya que es un ‘ajuste de tuerca’ para perfeccionar el sistema de controles y sanciones existentes. Sin esos reconocimientos y sanciones, es poco útil, ya que a ningún infractor se le restarán puntos al no ser detectadas sus conductas. ¿A quién le van a quitar los puntos si no se controla ni sanciona? Suponiendo que saquen y haya personas que queden inhabilitadas para conducir: ¿quién va a controlar que no lo hagan? ¿Un cuerpo de tránsito poco preparado como lo fue la Guardia Urbana?

Vale destacar que el SEPC asigna 20 puntos a cada titular de una licencia de conducir, otorgada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y esos puntos irán disminuyendo en función de las infracciones cometidas al Código de Tránsito. Al llegar a cero, el conductor quedará inhabilitado por lapsos que varían entre 60 días y 5 años, según la falta cometida y las reincidencias.

“Además, un punto cuestionable de la norma – sigue analizando el directivo de la ONG - es que establece que se debe identificar al infractor (salvo en el caso de exceso de velocidad), por lo que muchos transgresores no serán sancionados. También es negativa la exención de asistir a la charla de concientización y actualización al renovar la licencia si el conductor no sufrió descuento de puntos los últimos dos años, así como el escaso puntaje a perder por falta de uso del cinturón de seguridad o casco. Por otra parte, a la Ciudad de Buenos Aires todos los días ingresan conductores con licencias otorgadas por muchos de los municipios del Gran Buenos Aires, los cuales no serán alcanzados por la sanción, por lo que se hace imperiosa la necesidad de que la provincia implemente un sistema similar.

Nuestro interlocutor, al referirse a los nuevos anuncios relacionados con el Plan de Seguridad Vial, lo califica de importante y positivo. “Sin embargo, la aplicación de este Plan es muy complicada, tras los muchos pasos legislativos que insumirá (luego de ser sancionado por el Congreso Nacional deberá ser refrendado por cada provincia y por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) para que finalmente entre en plena vigencia. Pero lo más difícil será su puesta en práctica efectiva. Si fuera así, sería muy positivo”, vaticina con optimismo el especialista.

viernes, 4 de abril de 2008

Exceso de equipaje




Obra del artista cubano, Roberto Fabelo.





“El aire es viejo, el fuego/ se ha hecho astillas, ebrio/ de oscuridad regreso de un vuelo a la última premonición”.

José Kozer, en Efory Atocha.


Los cerros de Jujuy trazan la concavidad del fondo/
vienen resbalando por los viejos sitios,
pululan los ramos de albahaca y los cóndores en la quebrada
quedan desencajados entre la ventisca y una cueca triste.
A lo lejos serpentea la ruta para llegar a un pedacito de mapa
colgado del cielo, que apodaron Iruya,
lugar donde el diablo dio las cuatro voces y quedó perplejo
ante tanta pobreza con aires de montaña virgen,
premonición, salitre grande y camino sin regreso.
Un carnaval de chicha y antifaces pueblan las calles
caladas de tapices y mochileras gozosas
con sus clavelitos blancos,
que suben y bajan los cerros con la facilidad
con que se acurrucan en un regazo para pasar la noche.
En Tilcara quedaron en el aire las canciones de Tomás Lipán,
aquellas melodías grabadas clandestinamente para el mercado/
su bagualera del recuerdo extraviada bajo la sombra
de alguna vieja parra, acompañada con ceremoniales de sikus y quenas.
Aquel destino de “piedra y camino” dejó sus laceraciones abiertas,
junto a ciertos espectros en la noche celeste,
casi objetos no identificados,
cuando, en medio del fragor de las plegarias, pasamos cerca
de los túmulos funerarios de nuestros antepasados peregrinos.
En los bolsillos llevamos aquellos talismanes de piedra
de siete colores, robadas a las entrañas de la tierra/
como infalibles memorias de exorcismos,
íntimos mensajes para la hora del sueño,
también algún secreto más, inconfesable pero ya ligero.
Y todo por esa terquedad de no llevar zapatos cómodos
para la travesía por recelar siempre del exceso de equipaje.


Febrero/2008.

miércoles, 2 de abril de 2008

Amasijo de deseos



Obra del artista cubano, Michel Blázquez ("Metáforas de santos")







Tengo espinas en las manos para recoger los desperdicios
de los amigos que se alejan,/ sabrán ellos que el mar es, también,
un pedazo ambivalente de mapa cartográfico/ donde se localizan
desventuras y duermen mariposas sin aliento/ La tabla salvadora
casi siempre es un sismo telùrico que se arriesga/ y un pedazo de ventana
por donde se asoman dos cuerpos carcomidos./ No hay derecho a la venganza/
allí donde los ojos están vendados/ maldecir es sólo una manera de pulsar
la cuerda/ En el muelle sólo quedarán las olas, esa interminable oscuridad
que un día compartimos/ cuando inventábamos sombras para nuestros árboles/
y raíces que nunca rompieron piedras./No hay derecho a tanta lanza/ si el hombre
es mucho amasijo de deseos y ángeles caídos/ y su voz dulce alarido ante el abismo./ No hay derecho a la estocada final/ no hay amigos infinitos/ no hay naufragios/no hay ofrendas/ no hay intentos.

La Habana, 1995.