miércoles, 6 de enero de 2010

Sandro: Ese amor oculto de mi madre



Sandro: Un amor oculto de mi madre

Subo este video a mi página cuando observo desde la televisión argentina a la gente arremolinarse alrededor del carro fúnebre que lleva los restos mortales del popular cantante Sandro, el Gitano, como era apodado por sus seguidores y seguidoras en el mundo. Es desolado, pero inevitable, nos deja Sandro comprobando que todo en la existencia tiene finitud física, hasta los ídolos queridos por el pueblo.

Desde La Habana, cuando era adolescente, recordaba que en el programa de radio favorito del cubano común, “Nocturno”, le ponían con mucha frecuencia y sus canciones disputaban los primeros lugares en los ranking y hasta alguna que otra vez escuché a mi madre cantar algunas de sus pegajosas melodías y hasta guardar alguna de sus fotos con el torso descubierto y tostado por el sol, publicadas por una revista del corazón…. siempre sospeché que en fondo fue uno de los amores prohibidos de mi madre también, uno de sus paradigmas masculinos de belleza.

Allí en la radio le escuchamos muchos por vez primera, cantando aquella pegajosa canción. “Rosa, Rosa”, donde conminaba a su amor a que le diera todos sus sueños y le curara las heridas, o en aquella otra pieza antológica, titulada: “Yo te amo”. Después ya viviendo en Argentina supe del cariño que le profesaban casi mitológico a este cantante; de sus interpretaciones a teatro lleno, en la Calle Corrientes, de sus amores tan reservados, de sus chicas que iban a verle y le tiraban hasta los corpiños y las bombachas y recuerdo, además, una de sus últimas presentaciones donde ya obeso y viejo se hacía asistir de un tubo de oxígeno, cuya cánula era enmascarada a través del micrófono debido a sus penurias por la falta de aire y el enfisema irremediable que le llevaría a la necesidad de un transplante de corazón-pulmones que terminó, después de mucha lucha por la vida en una terapia, con su existencia.

Observo ahora los aplausos que le dan sus admiradores, desde el cementerio privado de Longchamps, donde descansarán sus restos con apenas 47 kilos y vuelvo a escuchar a todo volumen desde ese lugar su canción, aquella que decía: “la noche se perdió en tu pelo/ la luna se aferró a tu piel… y el mar se sintió celoso y quiso en tus ojos estar también (…)”. Veo ahora llorar a sus chicas fanáticas – muchas con grandes lentes oscuros para ocultar su dolor - con un sentimiento casi hiriente a los ojos de cualquier humano sensible y termino de escuchar el final de su canción: “si quieres yo te doy el mundo, pero no me pidas que no te ame así”.

Está por comenzar la ceremonia última, íntima y privada, sin cámaras de televisión y sin fotógrafos, como debe ser en estos casos todos los finales, de despedida de Roberto Sánchez (1945-2010) - más conocido por el seudónimo de Sandro de América o simplemente Sandro - y el traslado de las coronas a la cripta adonde descansará el artista en paz, sus chicas gritan a pulmones batientes. “te queremos Sandro, te queremos” y no sé porqué extraña asociación recuerdo a mi madre, a cuyo entierro no pude asistir y me da tristeza tantos llantos y tantos aplausos, en momentos en que muchos medios ya comienzan a hablar de encarnizamiento terapéutico y a sacar partido de su desaparición física, a hacer lo que llamo la novela por entrega.

Siento, como bien decía el propio cantor, en una de sus melodías: “así como se escapa el agua entre los dedos” que ahora sí nos deja este artista argentino de baladas románticas y almibaradas, de algunos gestos kistch, camisas ajustadas, pantalones a la cadera y movimientos pélvicos demodé (con perdón y respeto por sus nenas, que le adoraron, entre ellas, reitero, mi madre) que luchó por casi cinco semanas desde una terapia para escaparle a la muerte y tuvo todos los adelantos de la medicina a su disposición. Que descanse en paz, entonces, Roberto Sánchez, el ser humano… el ídolo masivo de la balada latina, el desenfreno, ese que tenìa y tendrà un adicto y ratonero público femenino, que ya se apresta a crear un sitio de Internet que permita a sus usuarias enviar las fotos de sus bombachas para tiràrselas virtualmente "por última vez" a Sandro, junto a su nombre, su barrio y su direcciòn de email (www.tubombachaparasandro.com.ar) como un homenaje al querido cantante... el show debe continuar, como suele decirse en el mundillo artístico.



Buenos Aires, 6 enero/2010.