miércoles, 15 de abril de 2009

Los Sábalos: Cuando el río suena.... música trae




El grupo musical "Los Sàbalos", durante una producciòn fotogràfica en el Patio del Cabildo, en Buenos Aires,


Pequeños avatares de un sexteto que ha hecho de su existencia artística una razón de homenaje ferviente a la divulgación del son tradicional cubano.


Por: Juan Carlos Rivera Quintana

Dice un viejo adagio popular español: “cuando el río sueña, es porque aguas trae”. Y es que estos artistas, llegados de la provincia de Entre Ríos, en Argentina; Uruguay y La Habana, Cuba se encargan todos los días con su quehacer musical, al frente del septeto “Los Sábalos” de confirmar el viejo proverbio.

Comenzaron allá por el verano del año 2001, cuando decidieron juntarse un grupo de amigos con inquietudes musicales, de la provincia de Entre Ríos, la mayoría y comenzaron a hacer música popular folclórica latinoamericana, de Argentina, Brasil, algunas cumbias colombianas, algunos intentos de hacer sones cubanos y empezaron a compilar y escuchar mucha música tradicional, proveniente de esas regiones. De esa manera fueron armando el grupo y definiendo sus verdaderas inquietudes interpretativas, poniendo énfasis, sobre todo, en la parte instrumental.

Un sexteto de “cinco”

Cuando buscaban el nombre para el septeto, con el que querían homenajear a la provincia entrerriana, se les ocurrió llamarle “Los Sábalos”, como un pez muy consumido y pescado comercial y artesanalmente entre todas las poblaciones oriundas y aledañas de los estuarios del Río de La Plata y muy gustado por los habitantes de la provincia de Entre Ríos. Se conoce que el sábalo es uno de los elementos claves dentro de la cadena ictìcola de la cuenca del Plata; sus huevos y larvas son la base alimentaria de muchas otras especies, como surubíes y dorados, lo cual contribuye al equilibrio del sistema biológico. Su elevado valor comercial lo convierten en un preciado recurso económico alrededor del cual giran los intereses turísticos, sociales y ambientales pesqueros de muchas regiones. De ahí que es un pez que se ha convertido en el sustento productivo y laboral del valle argentino, en las zonas de islas, lagunas y riachos menores.

“Un buen día, en el año 2003, 2004 – comenta – Martín Halliburton, uno de los integrantes del grupo que toca el bongó y las tumbadoras, conocimos al prestigioso grupo de música tradicional cubana: “Septeto Matamoros”, que estaba de gira por nuestro país y a partir de ese momento decidimos que eso era lo que queríamos hacer: interpretar el son tradicional cubano. Les mostramos una grabación de uno de nuestros ensayos y resultó ser que hacíamos casi, sin saberlo, el mismo repertorio, que hacían ellos y nos ofrecieron apadrinarnos. Ellos venían de gira por dos meses a nuestro país y nos propusieron solidariamente pasarnos sus conocimientos musicales en la interpretación de los instrumentos, en el sentido del ritmo, los timbres y armonías, los coros, montunos y solos más autóctonos de la región oriental de isla caribeña, en la interpretación de ese género, que tiene un origen afro-caribeño-mestizo. Y las jornadas de ensayos, descargas conjuntas, montaje de voces y aprendizajes fueron muy provechosas”, cuenta nuestro interlocutor.

Para el alma divertir

Ignacio Piñeiro, el fundador, compositor e interprete originario del famoso grupo cubano: “Sexteto Nacional” solía decir: “El son es lo más sublime para el alma divertir, se debiera de morir quien por bueno no lo estime”. Y aunque era muy drástico en su propuesta, no le faltó razón al enaltecer un género que estaría asociado al porvenir y desarrollo de la música popular cubana. Los orígenes del son se remontan al siglo XIX, en el oriente cubano y ese ritmo, posteriormente, fue la cuna, la síntesis y el crisol de la música insular cubana. Sus raíces se remontan a las tonadas, cantos, lamentos y ritmos traídos a la isla caribeña por más de cien tribus africanas, que fueron sacadas a la fuerza por los españoles, en la etapa de la colonización despiadada con el fin de esclavizarles en las plantaciones de caña de azúcar, muchas fueron exterminadas literalmente pero sus ritmos quedaron y fueron transmitidos como cultura de la resistencia, de generación en generación.

De esa manera, cuentan que de una caja de bacalao con un brazo de madera cimarrona de los bosques cubanos y tres pares de cuerdas de curricán nació el tres, hoy primo de honor de la guitarra española e instrumento basal para interpretar el gustoso son; del fruto seco de la güira, con ranuras en su dura corteza se obtuvo la percusión hoy conocida como güiro; el bongó, clave en la instrumentación y armonía sonera se alcanzó de dos troncos ahuecados atados y tapados por uno de sus lados con la piel de un chivo, tensado al fuego... Pero el son no se quedó quieto y jiribilloso, saltó patios y conventillos de Santiago de Cuba, en la región oriental, y llegó a La Habana, la capital cubana, donde se estilizó, popularizó e internacionalizó, teniendo entre sus guías maestros a Ignacio Piñeiro, quien fundó el sexteto, en la década del 30, más exactamente en 1927, con casi cuarenta años de edad. En esos inicios dicho grupo tuvo como escenarios los tradicionales barrios obreros de Jesús María y Pueblo Nuevo y después alcanzó fama y relieve en Latinoamérica. El sexteto pronto derivó en septeto al incorporarle una trompeta, que le daría la gracia y la armonía que precisaba el género para llamar más la atención de los bailadores y terminar convirtiéndose en un suceso musical. Así el son, con sus estribillos, solos, claves y montunos terminó irrumpiendo en la música cubana y marcando un estilo propio, la diferencia necesaria para hacer escuela con obras como: “Cuatro palomas”; “Suavecito”; “Échale salsita”; “No juegues con los santos”, etc, todas de la autoría de Ignacio Piñeiro y Miguel Matamoros, otro de los integrantes de aquella agrupación-escuela.

De vuelta a “Los Sábalos”

Después de aquel enjundioso encuentro entre el “Septeto Matamoros” y “Los Sábalos” el formato tìmbrico y armónico del grupo cambió y según confesiones de los músicos entrerrianos “de lo que nosotros creíamos que era son tradicional cubano a lo que realmente comenzamos a tocar después de aquellas jornadas de aprendizaje e intercambios musicales había una diferencia bastante grande”.

Lo del deseo e interés de interpretar música cubana les llegó a los chicos de “Los Sábalos” por lados distintos, pero todo termina de cerrar después de la salida del primer disco de “Buena Vista Social Club”, este suceso musical internacional los acercó aún más a la investigación de las grandes leyendas de ese género. A raíz de ese fenómeno cultural se comenzaron a editar y a darse a conocer toda una serie de interpretaciones del son tradicional cubano, se produce una especie de revival, de resurgir de esa música olvidada y hasta los propios cubanos empiezan a conocer a sus músicos originándose un furor y un interés musical por ese género nunca visto, ni en los mismos comienzos del son.

“Los Sábalos”, a partir de ese instante, no dejan de hacer presentaciones y espectáculos de son tradicional cubano sistemáticamente en diferentes escenarios de Argentina y países limítrofes y se proponen poner énfasis en la instrumentación, respetando el género y sus raíces, lo cual refleja el compromiso asumido en la difusión del género. En ese momento, llegaron incluso a hacer presentaciones en Brasil, participando del Foro Social Mundial, realizado en Puerto Alegre, en el año 2005 y cuando volvieron hicieron una pequeña reestructuración del formato del grupo debido a la salida de varios músicos producto de un desgaste interno e intereses dispares, en lo musical, y comenzaron una nueva etapa, que dura hasta la actualidad. A partir de ese momento se incorpora un trompetista, de nacionalidad cubana, estudiante de un conservatorio en Buenos Aires y un guitarrista uruguayo, completando el esquema del sexteto por los instrumentos que suenan.

En reconocimiento a su labor artística y al trabajo de difusión musical de ese género en Sudamérica, “Los Sábalos” fueron invitados a participar del IX Festival Nacional de Septetos “Ignacio Piñeiro”, que se realiza todos los años en la ciudad de La Habana, Cuba, donde compartieron escenarios con las agrupaciones mas importantes de la música tradicional cubana y se presentaron en el Teatro “América”, de La Habana, en el cierre del festival, junto al Septeto Habanero, al Septeto Matamoros, a la Tanda de Guaracheros, Félix Baloy, Eugenio Rodríguez (“el Raspa”), Orestes Macias y Pichi Valdez, entre otros destacados valores musicales de la isla. Durante su estadía en la Habana se presentaron, además, en el centro nocturno el “Diablo Tun Tun”, junto a Mongo Rives y su tumbita criolla y el “Septeto Matamoros” y en la famosa “Taberna del Benny” acompañados del “Septeto Típico de Sones” y sus padrinos y mentores: el “Septeto Matamoros”.

Actualmente, “Los Sábalos” están compuestos musicalmente por el clásico esquema del son cubano: un “cuatro”, que es una guitarra de caja chica, derivada de la bandurria y el laúd, con cuatro pares de cuerdas, de ahí su denominación; una guitarra; el contrabajo (sucesor de la marímbula y la botijuela); el bongó, las maracas y la trompeta cubana, proveniente de las armonías de la música que aún se toca en los solares y conventillos habaneros y santiagueros; la clave y las tumbadoras. Dicho ensamble presenta un montaje vocal de dúos de voces a terceras y sextas.

En el año 2003 graban su primer disco, titulado: “Clásicos de Cuba”, que ya está agotado en las tiendas discográficas y en el 2006 realizan su segundo CD, que denominaron: “Hermanos”, con músicos invitados del “Septeto Matamoros”, de Cuba; un material que está aún en etapa de mezcla y edición, casi listo para salir a la venta. Dicho proyecto, más tradicional y apegado a la raíz del son, incluye canciones clásicas del grupo inicial de Miguel Matamoros, como: “La mujer de Antonio”; “Juramento”; el conocido “Chan Chan”, entre otros clásicos del son.

Entre los sueños actuales de sus integrantes, sobresale no sólo la salida del disco, sino también la posibilidad de hacer una gira, a finales de año, por España e Italia, llevando el son tradicional cubano a algunos festivales de música étnica y realizar presentaciones en alguna salseras y discotecas de esas naciones, donde se baila y enseña música cubana y tango.

El grupo está integrado por: Gustavo Kriger Anselmi, /voz prima y cuatro criollo); Martín Carrere, (contrabajo y coros); Martín Halliburton, (bongó, tumbadoras y coros); Javier Ortuñio, (guitarra y voz segunda) y Carlos Daniel Rivera Suárez; (trompeta, maracas y coros).