viernes, 16 de noviembre de 2007

Notas al programa, espacio escénico




Obra "Amor de arlequín", del artista argentino Carlos Tessarolo,





"¿Dónde está la vida que perdimos viviendo?
¿Dónde la sabiduría que perdimos en el conocimiento?"
T.S.Elliot, Coros de "La Roca".

Salgamos a buscar este aire de memoria
que ya vicia pulmones y gestos
sin esa mirada miope que sólo sabe de
cristales desde lo alto de un edificio.
Salgamos sin confusiones a desalentar a los espíritus,
que escaparon engañosos de nuestro costado.
Aún no es oportunamente tarde;
intentar un disfraz-para-destinos,
puede contribuir a darle un sentido a la llovizna
que aún nos lame el alma.
A veces pienso que he perdido demasiado,
- o quizás ganado-
y me sorprende esa sensación de fantasmas
que no acaban de buscar su resquicio en las sombras
de mis huesos.
El hombre sufre de espasmos con un sabor amargo
en la garganta y sobreviene la nausea,
aún instuye el mar y siente placer por la
nueva debacle de su nuevo verso,
entre dormir y despertar prefiere la sonambulez
de lo transitorio,
aspira a mojar sus alas con el manantial
que le regalarán sus semejantes cuando dejen de cantar
el himno eterno del camino qu no conduce a Roma,
ni a sitio alguno.
No aspiro a reuniones finales,
quiero expiar mis culpas en la hoguera
y saborear la resequedad de las cenizas cuando las brasas
tuesten las secreciones entre mis piernas.
¿Qué calor tuvimos en la ida?
¿Qué calor tendremos en la vuelta?

Aviso, las comunicaciones fallan




Obra del artista cubano Agustín Bejarano.






No se compromete a nadie a estallar de cólera
ante la disyuntiva mediocre del pan y el vino,
alguna vez fuimos sombra de sauce parido sobre la
tierra inmunda y disfrutamos la risa ajena en una
habitación desolada.
En los muros de esta iglesia sin altares,
puede buscarse al pastor desesperado sin ovejas,
los horcones guardan su gemido para las noches,
beben del aliento común de los otros animales
del establo.
Poderosa la hierba vuelve a crecer sobre las heridas,
indiferente a la tranquilidad sepulcral de la cabaña.
Cuando llegue la estación de los mansos-ciegos
sólo seremos traumas generacionales sin palabras,
apenas para blasfemar en las tribunas,
pero con la mirada de los mejores seres humanos
y una lágrima en el hueco incognoscible del ojo.

Alquimia de fantasmas






Obra "Paños de la felicidad", de Manuel Mendive.



Importa mi cuerpo desnudo en la noche/ y esta cicatriz
perdida allà donde los huesos/ secan el dolor de la vergüenza/
Importa esta ciudad con sus espìritus de tras de la mañana/ y
esa humedad infinita tras un vientre/ que nunca aprendió la
alquimia necesaria de la supervivencia/ Es cierto, a veces
parecemos sombras en los corredores/ suicidamos la memoria
tras una ciudad con olor a tragedia griega/ Una mortal sin consuelo
voló ante mis ojos de fantasmas/ sin saberlo se arrancó de cuajo
las palabras/ entonces comprobé que el olmo daba peras al borde
del abismo.
A veces me invento otras historias/ pude llamarme Ignacio
y eyacular hasta la misericordia de los vivos/ pero nunca tuve
vocación de clérigo y ni disposición de confesionario
sorprendido ante el pecado ajeno.
¿Importa la impaciencia en esta procesión sin beatos?
¿Vale la indulgencia?

Otro graffiti de amor



Obra del pintor cubano Joaquín Gonzàlez.











No escribo graffiti de amor en los muros,
perdí las tintas invisibles para que sólo tu
captaras el mensaje,
y mis recados para vos podrían ruborizar a
entrenadas damas de alcoba que venden sus
esencias con olor a canela en pequeños frascos.
De tu frágil risa tatuada como piedras,
escondo aquellos desatinos transformados en eco
que aún chocan contra las ventanas,
y aquellas manchas de sudor y extrañamiento
que arrojaste sobre mi almohada,
acostumbrada a mirar silenciosamente la danza
de lobos que suelo representar antes de las madrugadas,
con la obstinada consagración del pensador de Rodin,
quien perdió la inteligencia entre los laberintos
de otro cuerpo.
Ya lo ves, cada instante nos parecemos más,
como el limón verde a la manzana o el alacrán
y la paloma ciega, pero seguimos esparciendo el
polvo de la suerte
- o la mala suerte-.
Ahora escucho un aletear de huesos desgajados
con la urgencia de quien vive muy aprisa,
apenas tiene tiempo para mostrar el visado
de su pasaporte ante la Aduana,
y cada día, antes de levantarse, asesina la pesadumbre
de esta ciudad herida por una promesa que ya no cuaja
y comienza a oler a palabras extraviadas
en las alcantarillas.

Ofrenda a los dioses






Obra del pintor cubano Manuel Mendive.








Voy perdiendo el equipaje en cada esquina,
acaso como desaparecen voces y reclamos,
sin otra esperanza que este rabioso dolor que ya
huele a mordaza.
Voy dejando certidumbres y ausencias,
para la hora del escarmiento y el adiós definitivo.
En la memoria sólo quedarán estos encuentros
con un raro sabor a sudores y tragos compartidos.
Al final del camino nadie contará de estos pecados
y también desgastaremos nuestros huesos en la hoguera,
con mundanal sonrisa de ángeles sorprendidos.
Voy dejando mi torpe corazón en las esquinas,
raro privilegio para este tiempo donde la intimidad
murió de tedio,
y la verdad se sienta ante el espejo para oler
a mujerzuela sin leyenda conocida.
Aguardar pacientemente cada encuentro será la ofrenda,
mirarnos a los ojos la venganza contra lo falso y lo mediocre
de la vida.

Definitivamente humanos





Obra del pintor cubano Joaquín Gonzàlez.









A todos los niños que nos habitan: A Carlos Daniel.


Un niño intenta sacar mariposas de una charca congelada
con el entusiasmo propio de los arcángeles.
Tira de la luna y aparenta tranquilidad.
Sólo que hay hombres sin niños
con el pecho dibujado por las indiferencias.
Un niño tiene hogueras y cometas en la cabeza,
mientras yo intento conquistar el fuego
de las humildes luces.
Si fuera la dicha con la pesadilla a cuestas
jugaría a tener tan sólo cinco años,
y miles de grillos en los bolsillos.
Los hombres se cuidan mucho de los seres
con alas de mariposas y de los niños con iniciativas,
que hacen fogatas en las charcas congeladas
con el entusiasmo propio de los arcángeles.

Amasijo de deseos





Obra de la pintora cubana Zaida del Río.







Tengo espinas en las manos para recoger los desperdicios
de los amigos que se alejan,/ sabrán ellos que el mar es, también,
un pedazo ambivalente de mapa cartográfico/ donde se localizan
desventuras y duermen mariposas sin aliento/ La tabla salvadora
casi siempre es un caos que se arriesga/ y un pedazo de ventana
por donde se asoman dos cuerpos carcomidos./ No hay derecho a la venganza/
allí donde los ojos están vendados/ maldecir es sólo una manera de pulsar
la cuerda/ En el muelle sólo quedarán las olas, esa interminable oscuridad
que un día compartimos/ cuando inventábamos sombras para nuestros árboles/
y raíces que nunca rompieron piedras./No hay derecho a tanta lanza/ si el hombre
es mucho amasijo de deseos y ángeles caídos/ y su voz dulce alarido ante el abismo./ No hay derecho a la estocada final/ no hay amigos infinitos/ no hay naufragios/no hay ofrendas/ no hay intentos.

La Habana, 1995.