viernes, 23 de mayo de 2008

Poema seminal



Obra del pintor cubano, Fidel Rangel Barceló,"Dos dècadas de silencio".





“No lo olvides, poeta/
en cualquier sitio y época (…)
siempre estará acechándote algún poema peligroso”.

Heberto Padilla, en “Dicen los viejos bardos”.



Voy a escribir un poema peligroso,

de esos que den vergüenza mostrar

que ruboricen a las damas con abanicos en las manos

y collar de perlas falsas para mostrar a la hora de la canasta party/.

Escribiré una de esas obras subversivas, perturbadoras y terroristas

que le pondrán los pelos de punta a los señores

que usan excelentes trajes parisinos

y fueron educados en pulcras escuelas british/.

Mi cuartilla olerá a rancio, a humedad seminal, latón de basura, a mierda,

a detritus, derramará un líquido sospechosamente amarillento e impúdico,

de esos que arrugan las manos y hacen de las noches en soledad

la mejor compañía,

Me propongo escribir un poema imprecatorio esta noche/

no me importara que quien lo lea sienta un calor menopáusico,

que baje su libido y le haga regurgitar con olor a comida enlatada

y a almendras danesas.

Diré la verdad sin cortapisas/sin simulaciones,

sin metatextos semánticos

ya no tendré pelos en la lengua/lanzaré contra todos

mis resentidas diatribas y mis malsanos discursos/

como escupitajos,

y después me iré a dormir/a soñar tranquilamente con mis mejores lances

y embestidas eróticas.

Más tarde, vendrán los censores – hay tantos siempre- dispuestos a

modificar adjetivos, cambiar alusiones desagradables,

emborronar la página/

son expertos en rellenar vacíos con frases prolijamente construidas,

tienen un sexto sentido para detectar el verbo pecaminoso

y subido de tono, para condenar lo faccioso

e incinerar el arte de barricada.

Tambièn habrán tecnócratas que pretendan borrar el poema

de la pantalla de mi ordenador con un virus letal,

enviado ex profeso,

sólo utilizable para situaciones como estas, pero lo pondré a salvo

en una cripta, en una buhardilla cibernética que nadie conoce.

Rechazaré todos los consabidos recursos literarios:

las metáforas y símiles hermosos,

aborrezco los lugares comunes y las putas caricias

que dan las palabras bombonas, edulcoradas como caramelos.

Ningún lector – ni los más ingenuos, que son los mejores- se atreverá

a leer este poema-maldición que trastornará el orden de las cosas/

el riesgo de contagio es siempre un temor de los seres sanos

y mi obra destilará virus infeccioso,saudades de exilio, espuma por la boca

peleas de alcoba y apología hipócrita.

Después quedaré extenuado, casi muerto, discapacitado intelectualmente,

pero dispuesto a seguirme redimiendo,

más solitario que de costumbre,

arrinconado en el pasadizo virgen de otra cuartilla blanca/

que es mi territorio natural.

23. mayo. 2008.
Buenos Aires.