miércoles, 26 de octubre de 2011

Rutina del apátrida






Obra plástica del artista cubano Pedro Pablo Oliva






“(…) Mi cuerpo extendido y seccionado sobre las espaldas
de la noche es ahora un recipiente intranquilo (…)”.
Javier Ubalde Enríquez, en “Grial”

Estornudo espaciada, gélidamente contra el cristal de la ventana
en sentido inverso al aire y las partículas de mi saliva
explotan y se fecundan unas a otras en un festín casi orgiástico/
patológico-endémico que desintegra el esputo a la luz de la luna opalina
haciendo muecas y malabares contra el vidrio manchado
que demorará mucho tiempo en volver a ser transparente.
Recorro con la vista – entonces - la calle que yace
como un trozo de sal y observo salir del consultorio del psicoanalista
de enfrente a una chica con cara de suicida
que se ordena el cabello como si compusiera su vida a sorbos
para no seguir intentándolo sin éxito… la próxima vez
no será un cóctel de sedantes con boleros de fondo,
sino una soga puesta en el horcón más alto de su cuarto…
lo vislumbro… y entonces ya no llegará nadie a tiempo
y habrá cumplido estelarmente su anónima tarea.
Retuerzo mis manos secas, cuarteadas y pálidas
que empiezan a carcomerse contra el teclado de la computadora
con ese síndrome del túnel carpiano (patología de la modernidad)
que corroe mis músculos tumefactos
y me hace tomar antinflamatorios todas las noches antes de acostarme.
A estás alturas ya no sé si es una evasión necesaria
o son las ansias de paliar otros dolores
más espirituales que no cesan, sobre todo en las madrugadas
cuando cierro la puerta del cuarto y los recuerdos
del destierro mueven la vieja mecedora.
El retrato de mi madre yace glacial en mi mesa de luz
entre fotos de viajes soñados que ella nunca pudo realizar,
ni imaginó…escapatorias que quedarán encerradas
en pequeños marcos comprados en algún negocio con publicidad de Kodak
y promociones vacacionales de 35 fotos por quince pesos.
Limpio mis gestos inútiles y arranco mis miedos de fin de semana
dentro del cuaderno de bitácoras que tengo en la web/
narcisismo vitrina de palabras que retumbarán
como barcazas que jamás llegarán a destino cierto
por impericia de su timonel. Estiro mis huesos
como un puñado denso de azotes que dudan,
convertidos en trizas dibujadas con cenizas bajo mi piel.
Afuera la lluvia retuerce rumbos entre mil y una historia censurada
y los amantes se esconden en los zaguanes para propinarse
sus placeres más carnales con crepitaciones de cuerpos
consumidos por el fuego eterno y el alcohol.
Entierro mi pasado nómada entre fotos sepias
de reportero de guerra en lugares inhóspitos que escudriño de reojo
y un charco de tinta que derramé sobre la alfombra
con la despreocupación de aquel que quemó sus naves en la otra orilla
sin temor a dar el peor ejemplo y terminar entre barrotes
y olores amoniacales o al pie de una fosa ignota.
Me llevé un país en la palma de la mano y ahora no sé
en qué bolsillos colocarle sin sentir la culpa del apátrida
que ya no desea un pronto regreso.
Exhalo gélidamente un suspiro dolorido y una vez más
siento que la vida tiene esas pequeñas emboscadas-celadas
de rutina dominical que terminará - si no termino pronto-
empañando esta delirante descarga con ínfulas de trasnoche
en algún viejo cine triple X de barrio,
con penas de mugre y humedad rancia.

martes, 25 de octubre de 2011

El silencio de Felipe




Por Yoanis Sánchez.
Obra del artista cubano Humberto Castro








Hace apenas 4 años, el ex canciller Felipe Pérez Roque protagonizaba en Naciones Unidas las jornadas contra el embargo norteamericano a Cuba. Era su voz la que explicaba los privaciones comerciales, económicas y financieras derivadas de éste. El exaltado funcionario exponía lo que muchos conocemos al dedillo: las múltiples afectaciones que acarrean estas limitaciones –desde 1962– a la industria, al desarrollo tecnológico y a la propia salud pública. Pero nada decía el entonces ministro de Relaciones Exteriores sobre el cerco interno que padecemos, sobre ese otro muro de censura y castigo que poco tiempo después se abatiría también sobre él.

El simple hecho de elegir la palabra “embargo” o preferir la más tremebunda de “bloqueo” ya marca una posición cuasi ideológica. Tan manipulado ha sido el asunto en la prensa nacional que el gobierno no reconoce siquiera que entre quienes disienten del sistema muchos se oponen además a las restricciones comerciales de Estados Unidos hacia la Isla. En Granma se da por sentado que aquellos que exigimos una apertura política aplaudimos ipso facto la existencia del embargo. De ahí tantas caras de extrañeza cuando se escuchan nuestros propios argumentos para que éste sea levantado cuanto antes; esas razones que Felipe Pérez Roque nunca dijo en la ONU y que sólo conoció cuando pasó a ser un canciller defenestrado.

La prolongación por cinco décadas del “bloqueo” ha permitido que cada descalabro que hemos padecido sea explicado a partir de él, justificado con sus efectos. No obstante, su existencia no impide que en las lujosas mansiones de la nomenclatura abunde el whisky, los congeladores estén abarrotados y los autos modernos descansen en los garajes. Para colmo, el cerco económico ha contribuido a alimentar la idea de plaza sitiada, donde discrepar viene a equipararse a un acto de traición. El bloqueo exterior ha robustecido así el bloqueo interior.

Deseo que la votación de hoy en Naciones Unidas sea favorable a quienes deseamos que tal absurdo termine, especialmente a esos que consideramos el fin del embargo como un golpe definitivo al autoritarismo bajo el que vivimos. La delegación oficial, por su parte, lo interpretará de otra manera: aplaudirá satisfecha, declarará que esta constituye “otra victoria de la Revolución”. En La Habana mientras tanto –lejos de las miradas- ciertos jerarcas celebrarán con Johnny Walker y engullirán algún delicado aperitivo “Made in USA”.

viernes, 21 de octubre de 2011

Los finales






Obra "Pescador de almas", del artista cubano Humberto Castro.
Texto: Yoanis Sánchez.







Ceausescu se iba en su helicóptero, Sadam Husein se ocultaba en un hueco, el tunecino Ben Alí huyó al exilio, Gadafi se fugaba en un convoy y terminó escondido en un desagüe. Los autócratas escapan, se van, no se inmolan en los palacios desde los que dictaban sus arbitrarias leyes; no mueren sentados en las sillas presidenciales con la banda de tela roja cruzándoles el pecho. Siempre tienen una puerta escondida, un pasadizo secreto por el que se escabullen cuando sienten el peligro. Por décadas construyen su búnker secreto, su “punto cero” blindado o su refugio bajo tierra, pues temen que ese mismo pueblo que los aplaude en las plazas puede ir a por ellos cuando les pierda el miedo. En las pesadillas de los dictadores, los demonios son sus súbditos, los abismos toman forma de turbas que quieren derribar sus estatuas, escupir sobre sus fotos. Estos señores despóticos sufren de un sueño ligero por estar atentos a los gritos, a los golpes contra su puerta… viven —de presagiarla— muchas veces su propia muerte.
Me hubiera gustado ver a Muamar el Gadafi frente a un tribunal, encausado por los crímenes que cometió contra su país. Creo que la muerte violenta de los sátrapas sólo les otorga un halo de martirio que no merecen. Deben quedar vivos para escuchar el testimonio público de sus víctimas, ver a sus países marchar sin el estorbo que ellos representaban y comprobar la veleidad de los oportunistas que un día los apoyaron. Deben sobrevivir para presenciar el desmontaje de la falsa historia que reescribieron, observar como las nuevas generaciones empiezan a olvidarlos y recibir sobre sí la diatriba, el escarnio, la crítica más feroz. Linchar a un déspota es salvarlo, otorgarle una puerta de salida casi gloriosa que le evita el castigo perdurable de ser juzgado ante la ley.
Continuar el ciclo de la crispación que estos tiranos han sembrado en nuestras naciones resulta extremadamente peligroso. Matarlos porque han matado, agredirlos porque nos han agredido, prolonga la violencia y nos convierte en seres como ellos. Ahora que las imágenes de un Gadafi ensangrentado y balbuceante recorren el mundo, no hay un solo totalitario que no se mire asustado en el espejo de ese final. Por estos días, las órdenes de reforzar los túneles secretos y de ampliar los planes de fuga deben rondar por más de un palacio presidencial. Pero cuidado, los dictadores tienen muchas formas de escapársenos y una de ellas es la muerte. Mejor que sobrevivan, que se queden y así comprobarán que ni la historia ni sus pueblos los absuelven jamás.

Yoani Sánchez
La Habana

viernes, 14 de octubre de 2011

Fotos de Familia




Boda de mi hijo Carlos Daniel con Amanda Hernández en Buenos Aires (12 de octubre de 2011).

Fotos de Familia





Casamiento de mi hijo Carlos Daniel, el 12 de octubre de 2011, con Amanda Hernández, en Buenos Aires.

viernes, 7 de octubre de 2011

Miedos



Obra pictórica del artista cubano Humberto Castro.



“Pasan los días
como el olor a Octubre en la ventana
pero el corazón de la hoja queda intacto
como una piedra en los ojos del ausente”.

Piedra o columna, de Israel Domínguez Pérez.


He visto tu cara entumecida por los rayos del sol bajo muchos cielos,
que irrumpían desde la escotilla del avión,
pero entonces ese rostro de héroe sin preguntas y las palabras
escondidas en el equipaje de mano oreaban la brisa/
indiferentes a todas las turbulencias y las probabilidades de desastre.
He levantado mis dos alas… siempre lo hago…
para tocar esas brasas que te dan ardores,
Y sólo he podido manosear los escombros que definen
las fronteras/ el linde innecesario / el fuego que todo lo chamusca
aquel enfermizo aplomo-impiedad que tiñe tu agenda viajera,
Y poco se puede inventar… más que prolongar el periplo
Para que al fin todo caiga por su propia gravidez telúrica.
He sentido un cáustico vacío derramándose tras tus puertas
Al intentar abrir de par en par algunas ventanas tapiadas
Que daban a aquella arboleda-pulmón-de-oxígeno
Donde antaño recostábamos las cabezas,
imaginando largos derroteros; difusas y sinuosas trayectorias
que terminaron en línea suspendidas…en nidos inaccesibles
en oquedades por donde ya nadie irrumpe,
Pero ahora sólo quedan pálidos despojos de guerra,
Ticket de trenes de ambiguos itinerarios,
Aburridos cuartos de hotel para recostar el cuerpo manso,
amuletos escondidos en el patio de algún claustro,
medallas tardías que nunca serán exhibidas
y terminarán perdiendo el brillo cuando el rocío agridulce caiga
Irremediablemente sobre nuestras sienes canas.
Traspapelado como algún abúlico poema engavetado y amargo
cuando ya no queda otro remedio que marcharse,
he visto agonizar varios orgasmos, echados por el fregadero de la cocina,
entonces – era muy joven - casi desconocía el tedio,
la necesidad de huída y las maletas seguían debajo de la cama
como torpe vaticinio para seguir aguardando otra escapatoria
que nunca se produciría/
por temor a otro viaje mutilador… a otro éxodo iniciático
sin tiempos ya para finales beatíficos.
He visto bajo muchos cielos plomizos tu cara de ausencias
cuando mi cuerpo ha intentado tocar una pista escarchada y desconocida
y sólo siente preocupación por el tren de aterrizaje y la óptima visibilidad.
¡Oh, Díos mío, que no redoblen las palabras – como campanas - antes de cruzar los cielos porque todavía no sé si preciso una ceremonia salvaje
para ciertos miedos que me desconciertan siempre!

7- octubre-2011
Buenos Aires, con lluvia pertinaz.