sábado, 18 de mayo de 2013

Catalejo con sabor a sed en mar incierta

 
Obra "Paseante en Pez mágico", del artista peruano Joselito Sabogal.

“Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar, al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar labios que sacan de quicio”.

”Peces de ciudad”, de Joaquín Sabina.


Alguien sigue intentando unir sus retazos en nosotros,
sus jirones de eternidad chamuscados por un fuego que no cesa, que busca
el paisaje perdido dentro de un catalejo que cierto niño-lúdico
mira con la curiosidad de querer retener en tierra de nadie.
¿Quién se acuclilla dentro de mí? ¿Hasta dónde emigra conmigo?
¿Quién se recuesta sobre sus victorias peregrinas en la pared de brumas
de mis lóbregos huesos y tras los párpados doloridos?
¿Quién esconde su mirada de rehén en noche desconocida
por senderos de zarzas? ¿Hasta dónde quiere llegar?
¿Quién escribe sus secretos desprendidos como una bocanada
extranjera e intenta vanamente dejar sus sedimentos de velero fantasma
en noche de mar con promesa de muerte?
¿Por qué profundiza tanto si sólo le quedan restos...
cascajos, ilusorias memorias, devaneos eróticos?
Desde adentro de mis carnes se apuntalan espejos y señales
que ya ni intento transcribir... poco importa, me he pasado la vida
descodificando los discursos vanos de los otros/
buscando islas naufragas para el retiro forzoso,
como un noticiero de guerra después de la batalla,
como salir al encuentro de alguien que no llega...
cual noche cortada con sabor a sed,
(en mala versión insomne).
Todo se cuece y calcina dentro de mí, evapora sus sedimentos
y sube, se difumina…
entre nombres secretos y catedrales europeas que nunca pisaré.
Las aguas crecen, se desparraman, revientan de gozo
y yo sigo sin entender nada, sin querer interpretar
las vetustas orgías como olas/ los largos bostezos como olas
las raras alucinaciones como olas/ los pétreos islotes como olas.
Allá detrás, sobre las planicies y colinas de mi tierra se escabulle
(un espectáculo de inmolaciones)
que deja a la intemperie maleficios y cegueras
alucinaciones eternas/ eternos escombros
perdurables lutos/ perennes precipicios/ sempiternos centelleos
como duros pedazos que nadie podrá volver a unificar
(eternamente).
Una escalera insondable extravía sus rutas y repliega
sus sombras hasta la última morada,
aquel gran portón que no quiero abrir por temor al juicio final.
Estoy predestinado para peores momentos/ para traspasar la niebla
aunque siga tropezando con el pedrusco de siempre
aunque pierda los dientes y la piel en la caída
y tan sólo me queden vientos y manos desertoras/ mutiladas reliquias,
retazos de eternidad con fechas de mordazas y miopías.

18, mayo 2013. Frío húmedo, que paraliza.

viernes, 10 de mayo de 2013

Arca de Noé


Obra plástica del artista peruano Joselito Sabogal.




“Es cierto: el derecho a ser héroes se conquista”

Slogan revolucionario



Hemos perdido la tierra desde que comenzó el diluvio,

en esta diminuta arca sólo se escucha el ronquido

de ratas y palomas,

feliz destinos para las aguas feroces

que terminarán inundándolo todo con la procacidad

de buscar un nuevo orden.

Sostuve la centella azul con mis dientes,

pero nunca me fue entregada la llave para llegar

a paraíso firme. Anduve, caí, adopté la risa del pez

con la llama y su eterno crepitar de lentejuelas

circulando muy cerca de las alas del diablo,

sólo que el mar borró, una vez más, mis huellas

sobre la arena.

Gocé de las pesadillas en la oscuridad del foso

imaginando recalar en una ribera sin la memoria

de otra partida.

Alguien torció la cuerda en medio de la tempestad

y algunos corazones frágiles escucharon el tañer

del arpa con sonrisas de vencidos a la deriva.

Nuestra suerte esta escrita: somos un amasijo

de bestias y ángeles con una costumbre enfermiza

para las tristezas y los perdones.

Sólo unos pocos siguen buscando un puerto seguro

donde recostar su espalda o una playa desierta

sin arenas movedizas.

Mientras, yo escribo e imagino bienvenidas

en este río rojizo adonde no llegará el arca

con su angustiosa manía de no alcanzar el horizonte.



Buenos Aires, sin mar. 22- mayo de 2003.

martes, 7 de mayo de 2013

Mùsica cubana



Una excelente canción del trovador cubano Carlos Varela: "El àrbol de los pàjaros dormidos". Su texto breve, pero intenso dice: "En el àrbol de los pàjaros dormidos, hay gorriones que han perdido la ilusiòn de ver el mar. Y se escapan lejos, buscan otros tilos, condenados al olvido de no poder volar atràs. Y se van con la nostalgia a cuesta, su vida es una apuesta de perder para ganar, y se van volando nubes muertas, atravesando puertas que van a ningùn lugar".