viernes, 26 de febrero de 2010

¿Quién mató a Orlando Zapata?




YOANI SÁNCHEZ 26/02/2010 para El País





El cuerpo enflaquece, la mente se va y los miembros inferiores comienzan a hincharse. Una huelga de hambre hace que la existencia se escape poco a poco, hasta que se desdibuja el rostro de la madre sentada frente a la cama y pierde fuerza el rayo de luz que entra por la ventana. Durante 86 días Orlando Zapata Tamayo transitó del desconsuelo a la muerte. Se fue apagando, con una voluntad que ha dejado consternados a los amigos y molestos a sus opresores. Acostumbrados a disponer de su cuerpo y del herrumbroso cerrojo de su calabozo, los carceleros sienten ahora que este hombre de 42 años se les ha ido por la única salida que ellos no pueden controlar: la muerte.

Juzgado a la velocidad del vértigo en marzo de 2003, Zapata Tamayo fue víctima de aquel escarmiento -conocido como la Primavera Negra- que el gobierno cubano quiso darle a la oposición. Era fundador del partido Alternativa Republicana y activista frecuente a la hora de demandar la liberación de sus compañeros de causa. Después de su llegada a prisión lo condenaron en nueve juicios sumarios a penas que llegaron hasta los 56 años. Un gesto "magnánimo" los redujo a 25 largos veranos tras las rejas. Todo esto fue dictaminado en tribunales que parecían obedecer más a códigos militares que civiles. Después llegó la soledad de una celda tapiada, los malos tratos, las palizas y con ello terminó la ilusión de que un preso no condenado a muerte tiene derecho a que le respeten la vida.

Al cancelarse la visita a Cuba del relator de las Naciones Unidas contra la tortura, terminó para muchos la esperanza de ser rescatados de los malos tratos en los penales. Aprovechándose de su impunidad, los guardas metieron a Orlando en un espacio breve, donde tenía que compartir el suelo con las ratas y las cucarachas. Le gritaban por la rendija de una puerta de hierro que no iba a salirse con la suya, pues en una prisión revolucionaria un preso político equivale a los gorgojos que acompañan -permanentemente- al arroz. Se resistió a ponerse el uniforme de presidiario y eso le trajo otra andanada de golpes y el punzante castigo de reducirle las visitas de sus familiares. Cuando abrieron el sitio donde lo habían enterrado vivo, ya el daño era irreversible y la culpa salpicaba hasta la mismísima silla del actual presidente cubano.

A Zapata Tamayo no lo mató la huelga de hambre, sino el sombrío oficial que lo encerró en aquel hoyo y el director de la prisión Kilo 8 en Camagüey que ordenó su castigo. Contribuyeron también a su deceso las manos enfundadas en guantes de látex que prefirieron mantener el empleo en el hospital antes que denunciar el estado maltrecho al que habían dejado llegar su cuerpo. La máxima responsabilidad de su final la tiene un gobierno que prefirió mostrarse intransigente y enérgico antes que proveerle de ciertas mejorías en su vida carcelaria. Para confirmarnos en esa idea, un día después de ocurrida la muerte, Raúl Castro perdió la oportunidad de acortar la distancia entre lamentar su deceso y pedirles disculpas a sus familiares. Con sus breves palabras exentas de autocrítica, nos corroboró lo que muchos sospechábamos desde el principio, que el general no era ajeno al maltrato, la dejadez y el terror que terminaron con Orlando.

PD: En la actualidad, existen cuatro prisioneros cubanos de conciencia más que han comenzado una huelga de hambre, al estilo de la realizada por Orlando Zapata y con las mismas pretensiones: ser considerados prisioneros polìticos, además de protestar por la muerte de Zapata y exigir la liberación de todos los presos políticos en la isla.

En Santa Clara, además, el periodista independiente Guillermo Fariñas comenzó en su casa otra huelga de hambre, incluyendo la negativa de tomar agua, con la voluntad de "inmolarse". Hace tres años Fariñas estuvo a punto de fallecer tras varios meses sin ingerir alimentos sólidos para reivindicar el acceso libre a Internet en Cuba.

Un comunicado difundido hoy por las organizaciones opositoras y de derechos humanos indica que el 24 de febrero los prisioneros Diosdado González Marrero, de 47 años, y Eduardo Díaz Fleitas, de 59, se declararon en huelga de hambre en una cárcel de Pinar del Río. Un día después, los opositores Fidel Suárez Cruz, de 39 años, y Nelson Molinet, de 45, tomaron la misma medida en las cárceles Kilo Cinco y Medio y Kilo Ocho de la misma provincia. Los cuatro fueron sentenciados en los juicios celebrados en 2003 contra 75 opositores bajo la acusación de "conspirar" con Estados Unidos y ser asalariados de Washington. Marrero, Molinet y Suárez Cruz cumplen una sanción de 20 años de privación de libertad, y Díaz Fleitas de 21. Todos fueron declarados por Amnistía Internacional presos de conciencia.

Miembros de la disidencia han dicho que el caso más preocupante de los cinco es el de Fariñas, pues en el pasado ya estuvo a punto de morir durante una protesta similar. "El periodista lleva dos días sin tomar agua y ha declarado su voluntad de inmolarse si el Gobierno no libera de inmediato a los 27 presos políticos más enfermos", ha informado Sánchez. Además, Fariñas ha escrito una carta a Fidel y Raúl Castro retándoles a que demuestren que en las cárceles cubanas no se cometen torturas.