lunes, 14 de julio de 2008



Brooke White - "Love is a Battlefield" El amor es un campo de batalla

Surfear en lo turbio



Obra de la artista cubana, Sandra Ramos



"Eres y serás lo que recuerdas, / lo que una vez llegaste a imaginar”,
de Reinaldo García Ramos, en La quietud).


Pisar el rellano, el descansillo de la vida
imaginando un pedazo de ventana que no muestra
perspectiva alguna,
sólo una pequeña sombra descolorida, un alarido
que viene desde adentro, desde las lacias tripas
intolerantes al crecimiento atípico e impávido de sus células
a la patología que carcome y necrosa/ al tumor
que lo engulle todo.
Descender abruptamente el escalón, caer, levantarse
con las manos enrojecidas (adoloridas por el batacazo)
con la boca pastosa, acompañando esa luz menstrual,
casi uterina
que el semen no alcanza a conmover y fundir/ a procrear
Degustar una cena recalentada e insabora
detrás, de una voz radial, en off que rompa la rutina
intentando acariciar por dentro el cuenco del tímpano
y sólo conseguir un lamento oscuro, un pozo ciego
sin olor a mar, una caja negra intelectualmente vacía
donde la rutina vaga disonante hasta el escondrijo
comatoso de la axila indiferente al desodorante matinal.
Surfear hasta donde llegue el impulso y caer como un amasijo
caliente que entumezca la lengua, que te atragante y paralice
como un eructo repentino
en medio de una conversación formal, que aparece
semejante a cierta desazón muda,
que te saca las ganas vespertinas de orinar y te eclipsa
hasta los ojos.
Sólo entonces es que te traigo de vueltas, al comienzo/
sin rellanos ni descansillos
sin ventanales ni cenas disonantes, evadiendo formalidades
que pulvericen esa ligadura/ sin altares con festejos afros.
Y te retengo en el silencio, te exprimo completamente/
hasta lo inadmisible intentando resucitar viejos tiempos,
pero son sólo eso: vanos intentos de resucitación forzosa,
traqueotomías
de puertas abiertas que buscan aires portuarios y salitre
en una ciudad temerosa/ contraria al mar.
¿No sé qué hacer cuando todo se detiene y confundo los olores
y sonidos? Entonces las ganas intentan evaporarse tibiamente/
me paralizo/ dejo de surfear en lo revuelto y siento músicas raras,
que me quitan las fuerzas de seguir encima de la tabla por temor a
caer en las fauces de los tiburones.
¿No sé si darte de comer como a las avecillas raras, inventarte
un mar sin corrientes traicioneras o echarte lejos de mi almohada hosca
hasta que recuerdes?



14, enero 2008.



Pablo Milanés, Polito Ibañez y Chucho Valdes, al piano.

El arca de Noé




Obra del artista argentino, Sergio Merayo.





Es cierto: “el derecho a ser héroes se conquista”
Slogan revolucionario


Hemos perdido la tierra desde que comenzó el diluvio,
en esta diminuta arca sólo se escucha el ronquido
de ratas y palomas,
feliz destinos para las aguas feroces
que terminarán inundándolo todo con la procacidad
de buscar un nuevo orden.
Sostuve la centella azul con mis dientes,
pero nunca me fue entregada la llave para llegar
a paraíso firme. Anduve, caí, adopté la risa del pez
con la llama y su eterno crepitar de lentejuelas
circulando muy cerca de las alas del diablo,
sólo que el mar borró, una vez más, mis huellas
sobre la arena.
Gocé de las pesadillas en la oscuridad del foso
imaginando recalar en una ribera sin la memoria
de otra partida.
Alguien torció la cuerda en medio de la tempestad
y algunos corazones frágiles escucharon el tañer
del arpa con sonrisas de vencidos a la deriva.
Nuestra suerte esta escrita: somos un amasijo
de bestias y ángeles con una costumbre enfermiza
para las tristezas y los perdones.
Sólo que unos pocos siguen buscando un puerto seguro
donde recostar su espalda o una playa desierta
sin arenas movedizas.
Mientras, yo escribo e imagino bienvenidas
en este río rojizo a donde no llegará el arca
con su angustiosa manía de no alcanzar el horizonte.

Buenos Aires, 9 de julio 2005.

Noche de Pesaj




Obra del artista argentino, Sergio Merayo.




"Mi corazón no es una puerta
sino el recurso de los fusilados
una pared endeble y arañada
si acaso".
(Poema XXXII, de Juan Antonio Molina)


En el marco de la ventana está la copa de vino/

circuncidada con el mejor licor sangre de Cristo,

allí yace pese a los socavones de la noche

y la lluvia de agua bendita que cae de un cuadro crucificado

en el dintel de la puerta.

En la esquina de la máscara recién lavada para sostener nuestros silencios

está el recipiente con sabor a uvas amargas para el profeta Elías,

que pasará entre las sombras a beber del contenido y seguir su camino.

A cambio nos dejará como testimonio de su existencia: la copa vacía,

esa implacable luz que no consigo apartar de tu plomiza calma.

Tengo para regalarte en esta Noche de Pesaj un pez que me traje,

para recordarte siempre mi desdicha por no tener un mar
que apacigüe el aliento.

¿Qué puedo hacer si me equivoqué de rumbo y siempre sentí hostilidad hacia

los cuadrantes y los mapas desplegados?

Nunca supe que en esta vitrina estaba ausente el mar

para eternizar las palabras.

Tengo para entregarte estos dos lápices con que escribiré de las peleas

y las lanzaré al fondo del pozo para sostener los sueños que naufragan

entre las brasas y el aleteo agónico de las mariposas que socorren la terraza.

Hablo de un tiempo de raras celebraciones y liturgias de mazapán

que se escabullen entre los visillos de nuestras borrosas ventanas.

Pero el reloj transcurre como el silbido

de un tren que sube una escarpada colina sin dejar rastros/

sòlo la quieta huella devorada

por los huesos frágiles de estos tontos amantes.

No quiero que anochezca sin mirarte de frente

pues siempre cargo con estas valijas

hacia mi propio encuentro y aún queda abundante vino en tu sabio nombre.

Estoy moviendo a la deriva mis huesos dentro de un túnel

y la canción de las cítaras es engañosa.

Sobre las claras tempestades homicidas temo mucho

que lo dicho ya lo hayas escuchado en otra historia.

Eres tan inocentemente torpe que no consigues entender

que cuando cruzas los brazos sobre tu pecho soy yo el que resucita.