viernes, 28 de septiembre de 2007

La ironía: Pimienta de la vida



Obra de la pintora cubana Zaida del Río.

¿Envoltura socializada de la agresividad o artificio defensivo contra los sinsabores de la vida?

Por: Juan Carlos Rivera Quintana.
Para la Revista Rumbos, de La Nación.

Cuenta la leyenda que aún con la posibilidad de ver arder su cuerpo en la hoguera y las miradas despreciativas de los inquisidores clavadas sobre sus ojos, el célebre astrónomo y físico italiano Galileo Galilei fue conminado a abjurar, solemnemente, de su credo científico, en 1761. Al concluir la retractación lanzó al mundo su famosa frase:
--Eppour si muove. (Y sin embargo, se mueve), refiriéndose a la Tierra. Aceptaba públicamente lo dispuesto por los mecanismos de fuerza de la Santa Inquisición que intentaban sepultar sus teorías condenándole por hereje y, no obstante, con toda la ironía del universo, comunicaba su no aceptación y la certeza sobre su hipótesis acerca del movimiento de la Tierra sobre su eje, experimentos a los que dedicó gran parte de su vida.
La frase, devenida símbolo por excelencia de lo irónico, ha trascendido, también, como estandarte de lucha contra las incomprensiones y los juicios preconcebidos. Pero, ¿qué es en realidad la ironía? ¿Desde cuándo nació y cuál es su origen? ¿Es realmente una suerte de ejercicio de la palabra únicamente usado por los intelectuales? ¿Son los argentinos tan irónicos como los españoles, los ingleses o franceses? Todas estas interrogantes, o quizás no todas, quedarán respondidas en esta nota.

Un don de la inteligencia.
Según la Novísima Enciclopedia Ilustrada de la Lengua Española, en su edición de 1972, la ironía es una burla fina y disimulada; una figura retórica consistente en dar a entender lo contrario de lo que se dice.
Así por ejemplo, empleamos la ironía a diario en muchísimas situaciones. Como método para relajar una conversación tensa, en el trato con una persona de nuestra confianza, con el propósito de buscar mayor contundencia para nuestras opiniones. En estos casos la ironía se convierte en un vehículo expresivo del discurso.
--Llevas una corbata muy hermosa, le decimos con un tono socarrón a quien luce una corbata de tonos escandalosos y de mal gusto. “Te estas quedando en los huesos”, le confesamos a una amiga que últimamente engorda a ojos vista.
Para muchos psicólogos consultados la ironía es un forma de la risa destilada con un blanco fijo; un mecanismo de ejercitación de la inteligencia de quien la utiliza y del sujeto ironizado, quien deberá decodificar el mensaje. En este sentido, algunos la definen como la envoltura socializada de la agresividad que goza del prestigio de tener una connotación intelectual favorable y al mismo tiempo preserva el derecho de interpretación.
Según palabras del Licenciado en Psicología, Gustavo Miguel Rubinowicz (grubinowicz@yahoo.com.ar), quien trabaja desde hace algún tiempo con chicos discapacitados en la ciudad de Córdoba, la ironía “es un recurso de valor inestimable para resolver conflictos interpersonales o para provocarlos. Ser irónico/a implica poder decir una cosa en un plano lingüístico y dejar en la nebulosa ‘otro sentido’ de lo ya dicho”
Rubinowicz afirma que la ironía “suele tener una contundencia sorprendente para decir aquello que uno piensa, que ‘tiene en la garganta’ y por estrictas razones culturales no puede decir directamente”.
Al ser indagado por si son los porteños más irónicos que el resto de los habitantes de la Argentina afirma que este ejercicio lúdico de la palabra y las mentes inteligentes es sólo un rasgo de carácter, y no suele pertenecer a cultura alguna ni a región alguna particularmente, “es propio de los seres humanos más refinados y cultos y suele ser utilizado para jugar, provocar y solucionar conflictos”, acota.
Se suele decir que la ironía guarda mucha relación con las sutilezas, es un compromiso intelectual con la violencia en tanto puede convertirse en agresividad verbal.
Para la psicoanalista Liliana Blanco (liliblan54@yahoo.es), integrante del Colegio de Psicólogos de la provincia de Buenos Aires, no todas las personas tienen la posibilidad y la capacidad para ironizar pues este ejercicio está muy relacionado con el nivel cultural. “No todos pueden utilizar artificios metafóricos o metonímicos en su lenguaje”. Ella afirma que lo irónico forma parte de la agresividad a través de la palabra, pues casi siempre las ironías tienen intenciones de herir o agredir a alguien, es como un cachetazo sin manos; detrás hay una mofa encubierta”, dice.
La Licenciada Blanco afirma que no puede decirse que los argentinos sean irónicos por naturaleza. “Generalizar siempre lleva a inexactitudes y a estereotipos. Mucho se habla del clásico irónico y agrandado porteño, pero en el interior del país este recurso verbal también se utiliza con mayor o menor soltura”.
Aunque la literatura no atesora cuál fue la primera frase irónica dicha en el mundo se piensa que ella surgió al aparecer el lenguaje y cuando el hombre y la mujer necesitaron de otras personas para vivir y comunicarse.
Conviene advertir que en la expresión oral contamos con los gestos y el tono para subrayar el efecto irónico de lo que decimos.
La ironía es un recurso complejo, que exige que quien habla y quien escucha compartan una serie de experiencias y supuestos previos, que exista lo que los comunicólogos denominan trasfondo de escucha, prácticas compartidas para que se pueda pasar del nivel superficial de la frase al plano profundo, donde está el verdadero significado, en el metatexto.

¿Formas de comicidad?
Muchos profesionales opinan que esta guarda relación proporcional con la mediocridad. “En la medida que proliferan los mediocres que tanto daño hacen a la sociedad, sobre todo cuando tienen algún poder, las alusiones irónicas se convierten en un arma defensiva y en un aceptar y no aceptar”, me confiesa el fotógrafo y profesor, Tomás Barceló, que vive en la ciudad de Córdoba.
“La ironía es una cualidad que no todo el mundo posee, un don de la inteligencia; es como la frivolidad. Se trata de un mecanismo de defensa que tienen muchas personas frente a la intolerancia y las incomprensiones de la vida de quienes nos rodean y frente a las propias dudas interiores. Hay quienes la utilizan para ver las cosas desde otras perspectivas, no con menos seriedad, tal vez con menos protocolo”, me apunta, la escritora, Silvia Miguens (miguensilvia@yahoo.com.ar), quien por estos días promociona por el país su última novela histórica: “Cómo se atreve”, relacionada con la vida de la luchadora feminista argentina Juana Manso.
En este sentido algunos de los entrevistados dicen que la ironía guarda estrecha imbricación con las formas de la comicidad (léase el humor, los chistes, las burla, el sarcasmo). Y si bien algunos la identifican con la “ligereza”, la alegría, la juventud interior y hasta con la riqueza de vitalidad y audacia mental, otros – más severos en sus juicios - plantean que puede convertirse en perniciosa y en un mero vicio del idioma que denuncie una reafirmación del sentido de autoridad o forme parte de la subestimación por el prójimo.
El desaparecido escritor cubano, Jorge Mañach opinaba en su famoso ensayo “Indagación del choteo” que hay personas que son tan sinceras “que le repugna toda forma irónica de impugnación. Por ello prefieren la mofa franca, el choteo (la burla despiadada), la risa despampanante”.
Al indagar si dichos acertijos son beneficiosos o perjudiciales para la coexistencia social, los psicólogos se inclinan porque en exceso puede resultar nociva, sobre todo cuando no es coraza esporádica que nos colocamos contra nuestros adversarios, sino cuando la convertimos en habitual, en una actitud ante la vida.
Yo por mi parte, que nadie me quitó el habla, pienso que ella es una válvula de escape para las impaciencias y las frustraciones y como amortiguador de los encontronazos de la cotidianidad al rebajarle solemnidad a las cosas. Sin dudas, la ironía es como la pimienta de la vida. Y de sobra conocemos que este condimento es, en oportunidades, muy necesario para dar un toque diferente y más festivo a nuestro paladar.




El poder de las palabras
El prestigioso filósofo francés, Michel Foucault, en su ensayo “El orden del discurso”, pronunciado durante su lección inaugural de la Cátedra de Historia de los Sistemas de Pensamiento, en el célebre Collége de France, en 1970, corrobora que la palabra como material prima fundamental del discurso es vital para la comunicación entre las personas. Él expresa que detrás del discurso hay algo del orden del deseo y del poder. Quien tiene poder es porque controla el discurso.
Aunque uno de los más influyentes pensadores del siglo XX no se refiere en dicho material al uso de la ironía, si comenta que el discurso es una forma de comunicación que tiene un poder material, positivo o negativo. Y es ahí donde la ironía juega su papel, en ese tipo de comunicación asimétrica donde quien ironiza se siente en una posición de ventaja, por encima del sujeto sometido a este juego de la palabra.
El creador del libro “Los intelectuales y el poder “plantea que en todas las sociedades la producción del discurso está controlada, seleccionada y redistribuida. No todo lo que se sabe se puede decir en todos los lugares; cuando los seres humanos hablamos “medimos” nuestras palabras por ese efecto material del discurso. El discurso circula, las palabras circulan –dice Foucault – y debido a ello nos podemos entender y comunicar.
Hay que tener en cuenta que la comunicación, como ha expresado en múltiples ocasiones la comunicóloga cordobesa, María Cristina Matta “es el espacio donde cada quien pone en juego su capacidad de construirse con otros”. Y es en ese proceso de construcción, de diálogo que encuentra su terreno fértil la ironía, como una forma de poder intelectualizado.
Para Foucault, que intenta hacer un minucioso análisis en dicho ensayo sobre la complejas relaciones entre el saber y el origen del poder, la idea de que los intelectuales son los agentes de “conciencia” del discurso pasa porque ellos tienen un rol relacionado con la elaboración del mapa y las acotaciones sobre el terreno donde se va a desarrollar la batalla de la palabra, donde la ironía constituye uno de los estiletes más usados en los encontronazos de la vida y la comunicación.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Tabaquismo: Un placer que mata



Obra de la pintora Remedios Varò.



Cerca de 5 millones de personas mueren por año, en el mundo, a causa de patologías relacionadas con el consumo de tabaco. Varias iniciativas legislativas, en Argentina, intentan desterrar la publicidad de ese dañino hábito y prohibir el fumar en oficinas públicas, bares, restaurantes y transportes.

Por: Juan Carlos Rivera Quintana
De la Redacción de Ahora, la Salud


Hace algunos años escuché una campaña, en un país caribeño, contra el pernicioso hábito de fumar que decía: “¡No se llene de humo, llénese de vida!”. Y sí, precisamente el consumo de cigarrillos en el mundo, y en nuestro país, se ha convertido en una verdadera pandemia por todas las secuelas de muertes y problemas de salud que trae.
Las frías estadísticas, que muchas veces nos dejan indiferentes, en esta oportunidad, deberían hacernos reflexionar porque representan una verdadera tragedia: la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dicho que mientras el tabaquismo provoca una muerte cada ocho segundos a nivel mundial, en la Argentina 40 mil personas mueren por año por causas directas o indirectas, relacionadas con el tabaquismo, y ya se comienzan a tomar medidas legislativas contra el tabaco de las que hablaremos en otra parte de esta nota.
Una investigación llevada adelante, en 1999, por el Banco Mundial indicaba ya, que en el mundo, 1.100 millones de personas fumaban, de ellos 95 millones residían en Latinoamérica y el Caribe.
En el planeta cerca de 5 millones de personas mueren por año, a causa de patologías relacionadas con el consumo de tabaco: principalmente problemas cardiovasculares, afecciones pulmonares y coronarias, obstrucciones crónicas (enfisemas), y cáncer de pulmón, se ubican en la lista negra.


Un Cromañón cada dos días

En nuestro país hay 9 millones de adictos al cigarrillo y los adolescentes se ubican en el grupo etáreo más vulnerables para iniciarse en el perjudicial hábito de fumar, según advirtió recientemente, la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC). En tanto, los hombres siguen liderando las estadísticas, mientras las mujeres representan un 35 por ciento del total de fumadores en Argentina.
La OMS ha alertado acerca de que nuestra nación es el segundo país latinoamericano con mayor número de fumadores (un 40 por ciento), sólo superado por Venezuela, donde fuman el 40.5 por ciento. Los análisis prospectivos de esta organización sanitaria internacional apuntan que, si no se hace nada al respecto, en el año 2020, las cifras de fallecimientos anuales escalarían los 10 millones de seres humanos. Todo ello denuncia que el tabaco en las naciones de América latina cobra más vidas que el VIH-Sida, el abuso de drogas, el alcohol, los accidentes de tránsito y la violencia social y doméstica contra las personas.
No por gusto el Ministro de Salud y Medio Ambiente de la Nación, Dr. Ginés González García, ha confesado que “el tabaquismo es la enfermedad evitable más grande que tiene actualmente la Argentina: mueren más de cien personas por día por causas atribuibles al cigarrillo. Es decir, un Cromañòn cada dos días (en alusión a la tragedia en un boliche argentino, que cobró la vida de 193 personas, sobre todo jóvenes)”.
La OMS viene desarrollando, desde 1998, una estrategia global tendiente a crear soporte económico adecuado en la lucha contra el consumo de tabaco a nivel mundial .Para ello despliega un movimiento internacional, planificado mediante el proyecto “The Tobacco Free Initiative”, que coordina y promueve la lucha contra esta tendencia social y divulga sistemáticamente el catálogo de patologías relacionadas con dicha adicción.
Quizás la punta del iceberg habría que buscarla en las industrias tabacaleras y el amplio “bombardeo” de publicidad de sus productos al que estamos sometidos.
Recientemente, la revista “British Medical Journal (BMJ) ha tenido acceso a más de 300 textos internos de varias compañías tabacaleras y puso al descubierto al menos 48 documentos de ellos que intentaban refutar investigaciones médicas japonesas, publicadas en 1981, que aseguraban que los fumadores pasivos tenían un alto riesgo de padecer cáncer de pulmón.

El tabaco y sus venenos
El cáncer de pulmón es la enfermedad más conocida relacionada directamente con el tabaco, pero el hábito de fumar produce 25 enfermedades más. Entre ellas se destacan los infartos, las afecciones coronarias, la disfunción sexual eréctil, la infertilidad, el cáncer de boca, de laringe, de esófago y otras patologías bucales. También contribuye al padecimiento del cáncer de la vejiga, páncreas, cuello uterino, riñón, estómago, y algunos tipos de leucemias.
Los fumadores no sólo tienen estos riesgos, sino que son las personas más propensas enfisemas, accidentes cerebrovasculares y ataques del corazón. En el caso de las mujeres embarazadas los peligros son extensibles al feto, y estos pueden perdurar, incluso a largo plazo. Los obstetras responsabilizan al fumar con el aborto espontáneo, el parto prematuro o de feto muerto, además de ser una causal del bajo peso al nacer. Cada cigarrillo que se fuma acorta la vida nada menos que en 7 minutos, han demostrado los expertos sanitarios.
Las autoridades en el tema afirman que aproximadamente el 87 por ciento de las muertes por cáncer del pulmón se deben al fumar. Dicha enfermedad es uno de los cánceres más difíciles de tratar, porque es muy difícil detectarlo cuando se encuentran en su etapa más temprana y tratable. Afortunadamente, el cáncer del pulmón es, en gran medida, una patología evitable.
Basta tan sólo reparar en los ingredientes del tabaco para darnos cuenta de su nocividad. De sus 4.000 compuestos individuales, incluyendo añadidos para dar sabor, y de su humo, se han identificado 43 como carcinógenos.
La nicotina, por los efectos adictivos físicos y psicológicos que provoca, es una de la más perniciosas al organismo, pero también podrían enumerarse el alquitrán, el monóxido de carbono, el amoníaco, etc.
Ello apunta a la necesidad de dejar dicho hábito, en tanto las personas que pueden escapar de esta adicción, independientemente de sus edades, viven más que las personas que continúan haciéndolo. Se ha comprobado científicamente que quienes rechazan el cigarrillo a los 35 años evitan el 90 por ciento de los riesgos de salud atribuidos al tabaco.
Tan peligroso es fumar y tan difícil es dejarlo que se ha visto que los procesos farmacológicos y de comportamiento que corroboran la adicción al tabaco son similares a los que determinan la adicción a las drogas como la heroína y la cocaína, según han estudiado muchos expertos.
Estas evidencias ponen sobre el tapete, en opinión de los investigadores, que hay que seguir haciendo énfasis en los aspectos educativos y en los programas para dejar de fumar, tanto activa como pasivamente, pues también se ha comprobado que el llamado “humo de segundo mano”, el humo de tabaco ambiental o la “fuma pasiva” somete a la absorción de nicotina y otros componentes dañinos como el asbesto, el radón, el arsénico, el níquel, el cromo, el cadmio, el plomo y el benceno, a quienes están cerca de los fumadores, pudiéndoles provocar serios problemas al comenzar a reducirles la capacidad pulmonar.
Tan sólo en los Estados Unidos, cada año este humo es el causante de aproximadamente 35.000 a 40.000 muertes por enfermedades cardíacas en las personas que actualmente no fuman y de cerca de 3.000 fallecimientos por cáncer del pulmón en las personas adultas no fumadoras.
Sin dudas, en este terreno urge mucha información médica y se precisan políticas estatales y federales, con acompañamiento y gestión de las instituciones de salud, tendientes a divulgar y educar a la población sobre lo dañino de fumar y sus complicaciones.

Estrategias y soluciones
En la actualidad, los empleados y cualquier persona que asista al edificio del Ministerio de Salud no podrá fumar en sus instalaciones, de acuerdo con lo dispuesto por las autoridades nacionales sanitarias. Lo mismo pasará en todas las dependencias del Estado argentino.
Un estudio nacional apunta que existen 290 empresas en nuestro país que están dentro de la categoría “libres de humo”. Entre los requisitos que se necesitan para ingresar en ella las empresas no pueden habilitar sectores especiales para fumadores ni vender cigarrillos en quioscos internos.
Y este es sólo el comienzo; al cierre de esta edición se conoció que la Legislatura en la Ciudad de Buenos Aires se sumó a la tendencia mundial en la lucha contra el tabaquismo al prohibir fumar en todos los lugares públicos cerrados. La restricción abarcará a bares, restaurantes, centros comerciales, oficinas de atención al público y dependencias sociales.
Sobre el tema el diputado por el Partido de la Ciudad, Jorge Giorno, ha declarado a los medios que la normativa “va en el mismo sentido que la legislación que ya está en vigor en las principales ciudades del mundo. Sin ir más lejos, en los próximos días comenzará a regir en España una prohibición prácticamente igual a la que estamos sancionando”. La ley entrará en vigencia dentro de seis meses para las oficinas públicas, y en un año para los lugares privados.
Con la iniciativa por el “Chau Pucho”, la capital se adelantó al Congreso, que tiene en análisis un proyecto del Ejecutivo que impondría restricciones similares.
El ministro de Salud, Dr. Ginés González García, ha respaldado entusiastamente el proyecto de Ley de Control de Tabaco, que aprobó la Legislatura porteña. En este sentido, ha sostenido que en la Argentina “está cambiando la cultura, tanto en entender qué es el cigarrillo como en respetar a los otros”. Además, ha denunciado que “la industria tabacalera manipula el contenido de la nicotina de manera tal de hacerlo a uno un adicto”.
En sintonía con las iniciativas legislativas contra el cigarrillo, el Poder Ejecutivo envió, en agosto último, al Congreso Nacional en su Proyecto de Ley Antitabaco, que prohíbe la publicidad en la vía pública y en medios de comunicación, además de fumar en comercios, bares, restaurantes, discotecas y el transporte público. De aprobarse dicho proyecto, tampoco se permitirá la venta de productos elaborados con tabaco a menores de 18 años, y se fijarán multas que van de los 50 a los 500 pesos para los comerciantes que cometan faltas.
Nada, que al parecer el cigarrillo comienza a hacerse humo – sano – en nuestro país.

En recuadro:

Si deja de fumar hoy, muchos beneficios serán inmediatos:
•A los 20 minutos, la presión arterial regresa a su nivel normal, lo mismo que la frecuencia cardíaca y la temperatura de pies y manos.
•A las 8 horas, la respiración es más profunda y hay una mejor oxigenación pulmonar
porque los niveles de monóxido de carbono y oxígeno se normalizan
•A las 24 horas, disminuye el riesgo de muerte súbita. Pasadas 48 horas, se normalizan los sentidos del gusto y del olfato.
•A las 72 horas, se normaliza la función respiratoria.
•Después del mes, aumenta la capacidad física y se cansará menos con cualquier actividad.
•A los 6 meses, se reducen los catarros, los resfríos, las bronquitis y las molestias de garganta
•Entre 1 y 9 meses, mejora el drenaje de los bronquios y disminuye el riesgo de infecciones
•Al año, es menor el riesgo de trombosis o embolias cerebrales
•Al año, es menor el riesgo de trombosis o embolias cerebrales y se reduce a la mitad el riesgo de infarto.
•A los 5 años, el riesgo de padecer infarto se iguala al de las personas que nunca fumaron y se reduce a la mitad el riesgo de padecer cáncer de pulmón y 5 años más tarde se iguala el riesgo de cáncer de pulmón al de un no fumador.
Fuente: “Dejar hoy de fumar”, del Ministerio de Salud y Medio Ambiente de la Nación. (www.dejohoydefumar.gov.ar)

Histeria: Síndrome de máscara



Obra de la pintora surrealista española, Remedios Varó.


Considerada por los especialistas una perturbación disociativa, clasifica entre los trastornos de nivel neurótico más frecuentes de la contemporaneidad.

Por: Juan Carlos Rivera Quintana
Colaboración para la Revista Rumbos



Para la gran mayoría de los psicólogos y psiquiatras, todo el conjunto de la personalidad del histérico refleja la falsedad de una máscara, y su sistema organizativo se desarrolla construyendo un falso personaje que vive una falsa existencia. Ello explica que el deseo de gustar, de exhibirse, de seducir, de ofrecerse como un espectáculo guíe la conducta de los aquejados por esta sicopatología.
Según Sigmund Freud, fundador de la teoría psicoanalítica, todo en la conducta y actitud del histérico testifica el deseo de sustituir el principio de la realidad por el del placer y la fantasía. Los olvidos, los falsos recuerdos y los recuerdos “pantalla” constituyen una de las características de la insinceridad inconsciente de este enfermo neurótico.
Definida por la última edición del Diccionario de Lengua Española como “el estado patológico más frecuente en la mujer que en el hombre, provocado por sugestión y autosugestión, en el que la excitabilidad emocional y refleja es exagerada y caracterizada por convulsiones, parálisis, sofocaciones, trastornos visuales, etc.”, la histeria es, sin dudas, una de las entidades más controvertidas, estudiadas y conocidas desde la antigüedad.
Múltiples son los criterios que a su alrededor se debaten; valoraciones y tendencias que van desde poner en entredicho su existencia hasta afirmarla rotundamente. Lo cierto es que dicha enfermedad ha ocupado el tiempo y el análisis de las más destacadas figuras del pensamiento psiquiátrico desde Hipócrates, Pavlov, hasta Jean Martín Charcot y Pierre Janet.
Al abordar este tema, el psicoanalista, de Comodoro Rivadavia, en Chubut, José Luis Tuñón (tunon@sinectis.com.ar), expresa que la histeria “es un padecimiento y como tal ha sido, y lo es aún, definida como una enfermedad. Pero a diferencia de otros trastornos neuróticos, no encaja en las clasificaciones que intentan darle forma, definirla y trazarle un tratamiento. Especialmente cuando este se propone en términos médicos (patología natural, con causa definible, curso previsible, lesiones anatómicas, etc.), pero también cuando este esfuerzo es relevado por la Psicología. La histeria ha desbordado estas descripciones y no sería muy arriesgado decir que es debido a su trabajo que engordan las diferentes versiones del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM). Su ‘naturaleza’ es justamente el rechazo de aquellos determinantes que, en la cultura, procuran ordenar a los individuos, determinar su identificación a patrones previsibles y gobernables. Especialmente cuando estos determinantes se dirigen a ordenar el cuerpo propio o el ajeno, las identificaciones sexuales, la maternidad, el amor, la familia. Es en esos asuntos donde la histeria hace sus síntomas, ya sea en su variante suficiente, donde encarna, literalmente, la falla de alguno de esos órdenes o en su variante militante, donde en su pasión por la verdad, denuncia las apariencias y los semblantes de la llamada realidad. En cualquier caso sostiene, a veces de un modo muy decidido, una posición de insatisfacción y queja. Freud supo escuchar esta queja y encontrarle un sentido; con ello pudo desentrañar los enigmas que sus pacientes ofrecían a la ciencia. Y no sólo de su tiempo, todavía hoy, cada tanto aparece algún trastorno nuevo que no es fácil reducir a la tecnología o al marketing médico psicológico”.
Cuando indagamos por el lugar que ocupa dentro de los trastornos neuróticos de la contemporaneidad, nuestro entrevistado opina que “si nos guiamos por la clasificación del DSM, esta afección sólo aparece como tal en los trastornos disociativos, las fugas, las amnesias. Pero desde la perspectiva tradicional se la puede encontrar repartida en muchos otras perturbaciones: en los accesos de angustia, en los síntomas corporales, hoy llamados trastornos de somatización o por dolor, en los de ánimo, donde suelen aparecer sosteniendo las categorías más difíciles de definir. Ya, incluso hay propuestas para volver a incorporar la llamada personalidad depresiva. Si estos enfermos no encuentran un orden donde su síntoma adquiera sentido, suelen peregrinar por los consultorios de los médicos clínicos, los cardiólogos y especialistas varios, a veces invirtiendo dinero y tiempo en consultas y estudios, que no llegan al verdadero origen del mal y donde la respuesta médica parece anticipadamente insuficiente”, apunta Tuñón.
Al hablar de las neurosis se alude a una categoría unitaria con diferentes manifestaciones. Dentro de ella existe el trastorno de histeria. Para analizar la neurosis debemos referirnos a una alteración esencialmente de la personalidad del individuo; entendiéndola como trastorno que toma toda su personalidad y que indudablemente está dado por el aprendizaje o el mal aprendizaje que altera la estructura de la personalidad en la medida que se constituye dicha alteración como sistema y pierde unidad el aspecto consciente con el no consciente.
Con esta premisa empiezan a predominar motivaciones y tendencias inconscientes en la persona que en muchos momentos “invade” su centro consciente sin que esta lo sepa; ahí se crean todos los síntomas y actitudes histéricas.

¿Herejía o brujería?
Si antiguamente los enfermos de este mal eran puestos bajo la tutela y cuidado de hechiceros y sacerdotes y ya en época de los griegos se consideraban como poseídos de los dioses y se les administraban pócimas de hierbas medicinales y baños, no es hasta los tiempos de Hipócrates y Platón que se empieza a dejar a un lado todo el mundo místico que siempre ha rodeado a la entidad para achacársela, con inocencia, a obstrucciones producidas por el útero.
En el siglo XVI las “cacerías” desatadas por la Inquisición llevaron a la hoguera y a la muerte en celdas húmedas y oscuras a muchos de estos enfermos que eran considerados por la Iglesia como brujas y endemoniados.
Ya en pleno siglo XVIII, en el Tratado de afecciones vaporosas de los dos sexos o enfermedades nerviosas, editado en 1782, un médico francés describe a un histérico como “sombra del hombre y de entre los vivos borrados. Tonto por naturaleza y sabio por debilidad. Enfermo, sano, fastidioso y fastidiado”.
En la actualidad, después de la introducción del concepto de neurosis por el médico y químico escocés, William Cullen, en 1776, la mayoría de los especialistas insisten en no separar las concepciones sobre la histeria de las neurosis.

Histrionismo a ultranza
La adolescencia es un período que se aproxima a la histeria y que puede precipitarla. “Las identificaciones vacilan, – afirma Tuñón - hay que resolver temas importantes como la relación con el otro sexo, el crecimiento corporal, etc. Es posible que alguien enfrente estas tareas tratando de evitar las consecuencias que se imponen y para ello se mantenga aferrada a sus dificultades aparentando una solvencia que no tiene, demandante y quejosa, sin revelarse a sí misma ni a los demás lo que quisiera hacer”.
Varios textos especializados, advierten que la personalidad histérica, mejor definida en la mujer que en el hombre, se reconoce por rasgos de vanidad, una conducta cuyo propósito cardinal es satisfacerse a sí mismo, actitudes egocéntricas asociadas a comportamientos histriónicos, mitomanía, exageración o despliegues de actuación teatral.
Al indagar por si somos los argentinos más o menos histéricos muchos psicoanalistas dan una respuesta afirmativa y otros no están tan seguros.
“Como en la Argentina no hay cifras de casi nada, es probable que pudiera encontrarse su huella si se revisan los libros de guardia de los hospitales o las cifras de consultas repetidas en las Obras Sociales, pero también los consultorios de los nutricionistas, los suplementos de salud en la televisión o la radio que ofrecen consultas al aire”, plantea Tuñón.
El Dr. Hugo Marietán (hugo@marietan.com.ar), docente de Psiquiatría en la UBA y médico psiquiatra en el Hospital Borda, acota que “el ser humano debe enfrentar el hecho de vivir, de estar en el mundo. Es por naturaleza gregario, es decir, necesita de los otros. En consecuencia las estrategias de ser aceptado por el grupo son importantes y cada tipo de personalidad adopta la que, por un lado, es más afín a su constitución y por el otro, la que mejor resultado social le da a lo largo de su desarrollo como individuo. Dentro de estos matices de seducción, el intentar agradar al otro, es ejercido con variado éxito por los distintos individuos. Llamar la atención, ser considerado por los otros, es un mecanismo normal de relación, en su justa medida, cuando es un medio y no un fin. En el caso de un desequilibrio, cuando ser foco de la atención es el objetivo, cuando se vive pendiente de la mirada del otro, a tal punto de descuidar la mirada sobre sí mismo, entramos en un estado anormal que, por consenso denominamos histeria. La histeria es ser par la mirada del otro, agradar para ser mirado, vestirse para ser mirado, actuar para ser mirado, gritar para ser mirado, silenciarse para ser mirado, agredir para ser mirado. Aparentar ser otro para el otro. No importa el sacrificio si el premio es la mirada. El histérico limita sus grados de libertad, en función de sus síntomas. No es libre, depende de su condición con el otro; gira en relación al otro. A este autolimitarse la propia libertad con los síntomas se le llama neurosis. Por definición, adoptada por la escuela psicoanalítica y aún no cuestionada, las neurosis se adquieren en algún período de la evolución humana, por lo general en las primeras etapas de la infancia, y se prolongan en el tiempo. En ese sentido es crónica”, apunta el especialista, que ha disertado sobre el tema en congresos argentinos y foros en el exterior.
Para muchos psicólogos y psiquiatras consultados en la Argentina, el principal interés de un enfermo con este mal es volverse el centro de la atención. Desde el punto de vista afectivo, el histérico es frágil, caprichoso y con tendencias a las explosiones emocionales. La conducta sexual de las mujeres incluye provocaciones y coquetería con cierta erotización de las relaciones no sexuales. En los hombres, el conocido Don Juan dispuesto siempre a las conquistas y al exhibicionismo con frecuencia tiene como base un sentimiento escondido de incompetencia masculina, asociado a la necesidad de engañar; en cada conquista corrobora su falta de satisfacción.
Esta afección crónica, permanece más tiempo latente que manifiesta en el curso de la vida. Son más frecuentes en las situaciones límites y pueden producirse ante ciertas situaciones patógenas (léase emociones, exaltaciones colectivas, matrimonios, maternidad, accidentes, etc.).
Muchos especialistas en lugar de hablar de histeria optan por denominarle trastornos disociativos que involucran, también a la ansiedad. Al indagar en las causas del porqué se le denomina la gran simuladora, se conoce que puede simular cualquier tipo de enfermedad orgánica. El histérico realmente se siente enfermo y sufre todo eso, pues su intención es inconsciente. Estos enfermos suelen tener personalidades muy sugestionables. Ellas pueden ir desde tics, temblores, sonambulismo, dolores, doble personalidad, parálisis, fobias, amnesias, fiebres y hasta un infarto. El histérico tiene muy desarrollada la imaginación (pseudología fantástica), lo que contribuye a que se crea sus dolencias. El no intenta engañar a nadie, el principal engañado es él.
Para el Dr. Marietán, el histérico es un actor: “Los hay buenos, regulares y malos, pero siempre traducen algo de artificialidad en su conducta. Lo de él es mostrarse, provocar el deseo, dejarlo en suspenso. Saborear ser deseado, disfrutar la frustración del otro. Y volver a seducir. Como un actor que ‘hace de’ pero que no baja del escenario para ‘ser el que…’ Y muchas veces, cuando lo hace su desempeño concreto suele estar muy por debajo de la expectación que creó su encantamiento. Tal vez porque sospecha que se queda en la primera etapa: la del ilusionista. ‘Mirame y no me toques’, es su bandera. ‘Y si me tocas, no me pidas compromisos’, es la más actual. La esencia es la misma: ¡deséame!”
Aunque algunos especialistas afirman que la histeria ha dejado de existir, otros advierten que está más desorientada porque no hay un orden prevalente, en cuyo seno pueda alojarse insatisfecha y demandante. “Hoy hay muchos órdenes posibles, cada uno con su regla que regula qué es lo normal y lo que no. Pero podríamos decir que hay que confiar en el ingenio y la creatividad de la histeria”, apunta, con humor, el psicoanalista chubutense, José Luis Tuñón.
Nada, que al parecer dicha patología es parte de la condición humana; puede cambiar de nombre, pero siempre estará y se las arreglará con sus artilugios infinitos para que la miremos y hablemos de ella.

Recuadro No. 1

Historia e histerias
Las crisis histéricas colectivas han llamado mucho la atención a lo largo de la historia. Entra las más famosas se encuentran el famoso Baile de San Vito, ocurrido en 1374, en pleno Medioevo. Cuentan que un grupo de sicilianos, durante una celebración, comenzaron a danzar, a contorsionar sus cuerpos y cabezas hasta caer exhaustos y sin conocimiento al suelo: se habló, entonces, del efecto contagio. A partir de ese momento comenzó a llamársele “Mal de San Vito” cuando alguien camina haciendo zig zag o está medio pasado de copas y pierde la noción de realidad.
En 1980, entre los indios miskitos de la Costa Atlántica nicaragüense, en las riberas de los Ríos San Juan y Cocos, donde se originaron tensiones entre los poderes públicos y la población autóctona, se desató una enfermedad imaginaria, denominada grisi siknis, en lengua miskita, que fue llamada una lucha entre espíritus buenos y malos. El poseído terminaba en un estado catatónico o de coma, y hasta algunos murieron. Muchos expertos sanitarios hablaron, entonces de histeria colectiva y de bulimia y anorexia nerviosa, síndromes asociados a las creencias y modelos establecidos por integrantes de esta cultura centroamericana.
Más recientemente, en El Cairo, Egipto, una extraña oleada de síncopes entre adolescentes, de entre 13 y 17 años, de escuelas secundarias, llamaron la atención de la comunidad científica internacional. Más de mil chicos/as perdieron el conocimiento y cayeron exánimes. Los casos se registraron también en ocho provincias de la capital Egipcia y llegaron al Alto Egipto. Los psicólogos diagnosticaron "desfallecimientos de origen psicológico", atribuibles a fenómenos de histeria colectiva.


Recuadro No. 2

Histeria y máscaras en la cultura
La histeria se conoce desde la antigüedad por la aparición de síntomas objetivos importantes sin lesión que los justifique. En estos casos la aparente enfermedad orgánica se supone causada por un conflicto psicológico que se convierte en un síntoma orgánico que lo simboliza.
El ataque histérico ha estado siempre asociado a la tempestad de movimientos, a la teatralidad suprema y quizás debido a esto es que se le asocia con las máscaras, que son el símbolo de la otra cara, de la otra identidad o de la representación, del disfraz.
Las máscaras han sido usadas desde el Paleolítico hasta la contemporaneidad por la mayoría de los grupos humanos. Ella disfraza, oculta, revela otra identidad. A lo largo de la cultura se han realizado en maderas, piedras, fibras naturales, huesos, metales, piedras preciosas (oro, plata), pieles, plumas y hasta conchas marinas. El tratamiento de la pieza y su acabado denuncia la época, las costumbres, los usos y ritualidades y hasta la procedencia social de quien la porta o la conserva.
Las máscaras van acompañadas, generalmente, de un atuendo que cubre el cuerpo, de un traje. Hay máscaras funerarias para cubrir el rostro de los difuntos (la teotihuacana), como en la cultura mexica; las hay chamánicas, como las usadas en las ritualidades indígenas peruanas; las hay procedentes de África, realizadas en madera, cuentas, piedras y decoradas con tintes naturales de hierbas, utilizadas para plegarias de bonanza, peticiones, pesca y caza, ritos de iniciación y contactos con fuerzas desconocidas del universo y el triunfo de la vida. También se conocen sectas que las utilizan para exorcizar espíritus malignos y grupos humanos que las usan en ritos de fertilidad, de buena cosecha, de lluvia, para evitar el contagio de enfermedades epidémicas y en sacrificios en los rituales de muerte.

La soledad: Salvarnos de nosotros mismos



Obra de la pintora cubana Amelia Pelàez.



Repelida y anhelada, inspiración de artistas, analizada por especialistas en conducta humana, clasifica entre los males de la postmodernidad.

Por: Juan Carlos Rivera Quintana
Colaboración para la Revista Rumbos.

Las históricas campanas de la Catedral de la Ciudad de Córdoba, repiquetean atonales y desgastadas por los siglos y la intemperie inundando con sus ronquidos metálicos la peatonal de Rivera Indarte y sus alrededores: las calles Deán Funes y San Martín.
En la “Manzana Jesuítica” la gente camina como fantasmas sin reparar en los otros transeúntes. Un enorme cartel, ubicado al costado del atrio de la iglesia de la Catedral, invita a recorrer la monumental obra arquitectónica, orgullo de todos los cordobeses.
Al cruzar el patio de las Higueras se puede divisar una inmensa pared blanca, pintada con cal viva, repleta de graffitis, de todos los tipos y colores, que buscan un resquicio, un acomodo en el impenitente muro: “No quiero cargar sólo con mi soledad”; “Hombre, te busco y no te encuentro”; “Claudia, Marcelo aún te busca”; “Te padeceré hasta el último naufragio (y un correo electrónico)”; “Te quiero, pero no me ahogues”; “Ya me las pagarás, Roberto”, junto a una decena de números telefónicos y nombres de seres humanos que buscan compañía. Sin dudas, “el muro de la soledad y los lamentos”, como han bautizado mucha gente en la ciudad, a ese pedazo de pared, cada día, se puebla más de llamadas de auxilio, de abandono. Son textos cortos, escritos con susto, con amor, con furia, con bronca, con infelicidad; destacados con fibras, con aerosoles, con tizas de colores... con desesperación.

Un tema de este planeta
Cada día son más numerosos los sociólogos y psicólogos que se dedican a estudiar lo que hasta hace muy poco fue una de las anomalías menos analizadas de nuestro siglo. Aunque para muchos constituye una soterrada epidemia, la soledad, en la actualidad, es más perceptible, rompe las barreras del anonimato y las generaciones convirtiéndose en una de las plagas de la postmodernidad.
Ancianos, viudos, divorciados, abandonados e impedidos físicos dejaron de constituir los grupos más vulnerables a este mal, al que se suman, actualmente, adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres. Sin hablar de las personas solas que viven en pareja.
Definida por los diccionarios de Lengua Española como “la carencia de compañía, el estado del que vive lejos del mundo, el pesar, la melancolía que se siente por la pérdida de un ser querido o su ausencia y el retiro”, la soledad es en definitiva un deseo no satisfecho.

Sobre el tema, el Lic. Claudio A. Alonso Moÿ, psicólogo clínico y laboral, director de la Escuela para el Desarrollo de la Autoestima, ubicada en la Ciudad de Buenos Aires, expresa que la soledad “no es una patología, sino más bien un sentimiento que notifica una carencia de contacto afectivo o social. Este sentimiento es producto de creencias que la persona tiene y valoraciones que realiza acerca de su situación emocional y/o social; además el problema no es el sentimiento (que es una señal), sino qué se hace con ella, en tanto puede impulsar a la persona a buscar relaciones afectivas y/o sociales o bien puede retraerla y aislarla más”.
Si la autoestima individual está deteriorada y la persona se autocalifica como incapaz, inútil o ineficaz y piensa que no puede valerse constantemente por sí misma, la soledad puede durar décadas. Para el Lic. Alonso “las conductas de aislamiento y retraimiento son adaptativas pero inadecuadas e insatisfactorias para la persona y la conducen a una sensación de desasosiego o desesperación por falta de contactos afectivos, de vacíos y abandonos generalizados, que conducen a la tristeza, la depresión e indefensión”. Por ese camino si se puede llegar a una sicopatología o insanidad mental.

No sin razón, Charles Chaplin, uno de los más célebres actores británicos y hombres más acompañados de todos los tiempos, dijo: “La soledad repele, lleva consigo un sutil halo de tristeza, una barrera que aleja el interés o la atracción por los demás; se siente uno levemente avergonzado de ella. Pero, en mayor o menos grado, es un tema común a todo el mundo”.

Se sabe que el 50 por ciento de los suecos y 7 de cada 10 norteamericanos viven solos. Unos años atrás, de cada tres franceses mayores de 18 años, uno vivía solo. Actualmente, hay 18 millones de solitarios en el país galo. En tanto, en las naciones del llamado Tercer Mundo las cifras suelen ser menores, al predominar los cánones tradicionales de familia y cierta dependencia monetaria; aunque en los últimos tiempos este esquema parece quebrarse.

Los seres humanos suelen, en algunos períodos de tiempo, sentirse circunstancialmente solos. La salida a esta coyuntura está en la búsqueda de nuevas amistades que amplíen los círculos de relaciones sociales y el frecuentar grupos afines a nuestros intereses . También un paliativo es la práctica de algún deporte o hobby, que puede contribuir a vencer estas etapas. Hoy día está muy de moda el tener alguna mascota (perro, gato, algún ave) que nos acompañe y entretenga.

Existe, además, el solitario crónico que pasa sus horas frente al televisor o la pantalla de su computadora, busca salidas en la bebida de alcohol, come desesperadamente, se sume en constantes crisis de autoestima y llantos, duerme más horas de lo normal y hace compras compulsivas, porque considera que los vacíos existenciales los puede llenar con objetivos materiales. Son individuos propensos al sentimiento de culpabilidad, al desánimo y al pesimismo. Se le suma la timidez, el egocentrismo y las expectativas poco realistas que le impiden trabajar seriamente para encontrar vínculos de intimidad con otras personas. Todas estas particularidades (agravadas) los puede conducir a intentos de suicidios y desequilibrios mentales mayores.

“Existe una soledad ‘sana’ que responde esencialmente a ese diálogo íntimo que tenemos todos los seres humanos cuando hablamos con nosotros mismos”, sentencia el Dr. en Psiquiatría, Pablo Rispo, quien trabajó en el Hospital Neuropsiquiatrico “Dr. José T. Borda, fue docente de la carrera de Psicología en la UBA y actualmente es presidente de la Fundación Centro de Actividades Psicológicas Asistenciales Comunitarias (CAPAC), cuya tarea es cuidar la salud mental individual, familiar y comunitaria para lograr mejorar la calidad de vida estimulando vínculos basados en la afectividad, la libertad, la solidaridad y el respecto mutuo a la diversidad. “Es la soledad del ocio productivo, de los momentos de crear o recrear la lectura de un libro, el escuchar una música, de la misma manera que poder disfrutar de ideas, fantasías que pueden terminar siendo proyectos realizables de la propia vida; esta soledad es una necesidad de existencia para reencontrarnos con nuestra propia intimidad”, afirma el experto italiano, quien habla, además, de otra soledad medio nostalgiosa o de añoranza de tiempos pasados con otros seres, que en Brasil es denominada “saudades”,y son reconocidas en nuestro país en la letra de los tangos o en una copla salteña; también es identificada en la música del altiplano boliviano, los bailes colombianos, el quejoso bolero cubano.

Según el Dr. Rispo, “si consideramos la soledad como psicopatológica es cuando ya se manifiesta en los más variados síntomas como la angustia, los miedos o fobias, las crisis de pánico, de tristeza, la depresión, el desgano y la abulia. Todos estos síntomas y muchos más encierran siempre un sentido de aislamiento solitario, resultando ser la expresión de una verdadera incomunicación con sus allegados y con el prójimo en general. Todos los seres humanos, no importa su sexo y su edad, cuando se hallan ante la ausencia de sentido de sus vidas, cuando ya no pueden o no quieren proyectar sus existencias, cuando el futuro se desvanece o no existe ya más, tienden a caer en el aislamiento y la soledad enfermiza que puede llevar hasta la pérdida de identidad y la invalidez social”, sentencia.

Al indagar con algunos especialistas acerca de cómo combatir este mal, suelen coincidir que lo primero es saber identificar las causas que originan este sentimiento, sólo así la persona tratará de superar aquellas en las que es necesario algún tipo de iniciativa. Es preciso prestar debida atención a las técnicas comunicativas y desterrar la sensación de que vendrá alguien a rescatarnos de nuestro ensimismamiento. La búsqueda de la empatía entre quienes nos rodean y conocen, el saber escuchar y sensibilizarnos con los problemas ajenos, a menudo, nos ayuda a encontrar relaciones y amigos/as para siempre.

Azares de la vida
En un mundo donde la incomunicación parece ser uno de los males peores, la soledad también afecta al argentino común. Las causas aún sin definir enteramente tienen que ver de cierta forma con la crisis o transición que atraviesa la familia argentina en su desarrollo y los índices de desintegración de la familia. Actualmente, en todo nuestro país las cifras de separación y divorcio ascienden alarmantemente. Tan sólo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (por citar un ejemplo), según datos de su Registro Civil, de enero a junio de 2002, se concretaron 2509 divorcios, pero el número de desuniones es significativamente mayor si se tienen en cuenta las separaciones, aunque no hay cifras al respecto.

En Argentina, la mayoría de los matrimonios ocurre antes de los 30 años (aumento de la edad media de casamiento) y más del 50 por ciento de esas uniones no sobrevive los 5 años. Se considera que 53 de cada 100 matrimonios termina en divorcio y la quinta parte de los jóvenes que acuden a él lo hacen pensando, de antemano, en la separación. Asimismo la cantidad de matrimonios evidencia una tendencia negativa, en franco retroceso. Como contraparte, aumentan las uniones consensuales (parejas estables que no legalizan su matrimonio en el Registro Civil).

Los estudios psicológicos en nuestro país revelan que los sujetos divorciados o separados muestran mayor estrés, caen en sentimientos de soledad emocional por la pérdida de una figura de apego tan importante como es un cónyuge y empiezan a carecer de una relación afectiva significativa. La insatisfacción de estas necesidades de contención, de escucha y afecto también proviene de la red social. Entonces, comienzan los sentimientos de alineación, la falta de una relación íntima, de empatía y los hombres y mujeres solos se sienten rechazados, no queridos y abandonados por los otros. Todo parece indicar que de los dos tipos de soledad definidas: la social y la emocional, es la segunda la que más golpea a los argentinos que logran, poco a poco, sobreponerse a la primera.

Claudia R (no quiere ser identificada) hace una mueca de fastidio cuando le pregunto qué es para ella la soledad. Tiene 75 años y vive en un geriátrico de la Ciudad de Mendoza, sin visitas familiares ni de amigos/as. “ es más un estado de ánimo. Mi único hijo está muy ocupado trabajando y mis nietos estudian (justifica). Nunca me llevé bien con mi nuera y mis pocas amistades están tan grandes que no pueden venir a visitarme; converso alguna que otra vez por teléfono con una compañera de escuela, que tiene 73 años, y ella también se queja del abandono en que se encuentra. Los viejos somos una carga para la sociedad”, afirma, erróneamente, con resignación y tristeza.

Para Diego K, de la Ciudad de Córdoba, estudiante de fotografía y periodismo, de un terciario superior, “se puede estar acompañado y sentir cierta soledad porque se tiene una relación mediocre. A lo mejor encuentras alguien que te llena una parte de tu vida, un amigo, una amiga que te aporta más. Me he preguntado hasta dónde puede uno adaptarse a la soledad. Por ella hacemos concesiones y entablamos relaciones cobardes, pero hace tiempo que he decidido perder el miedo a enfrentar lo nuevo y sobrellevar la vida con dignidad. Ya aparecerá quien me cope física y espiritualmente. Mientras tanto, pienso que mis problemas no son los peores”, confiesa.

“¿Soledad? No me vengas con ese cuento”, aseguró un adolescente de Berisso, en el conurbano bonaerense, a la salida de una rosticería. “Eso es cosa de intelectuales, de músicos, de esos que viven del sentimiento y las penas, de los artistas, pero no de los pobres”, dijo mientras trataba de mantener en perfecto equilibrio su botella de cerveza y una bolsa con el pollo, que pronto comenzaría a devorar, con sus amigos, en un banco en la plaza del centro de la ciudad.

El Lic. Sebastián A. Vázquez, psicólogo y director de la Asociación Civil “Adolescentes por la Vida”, encargada de la investigación, desarrollo de proyectos, actividades y materiales educativos en relación directa con las problemáticas de niños, adolescentes y jóvenes argentinos, (que trabaja temas como las drogas, el VIH-Sida, la sexualidad, la violencia y los trastornos alimentarios), plantea “otra mirada” sobre ese agujero negro, que denominamos soledad. Él dice que “si bien en la actualidad podemos identificar claramente la cooperación y solidaridad social argentina frente a situaciones límites, como por ejemplo, el atentado a la AMIA, las inundaciones en Santa Fe y la tragedia de Cromañòn, son intentos que dan cuenta de una necesidad de retorno a la búsqueda de los valores ‘pendientes’ de unión y ayuda que forman parte de la naturaleza humana, pero que teníamos olvidados. La soledad no existe, sería imposible pensar objetivamente el aislamiento y la incomunicación totales. Lo que hay son momentos en la existencia en los que uno se percibe solo, donde se experimentan situaciones de incertidumbres. Hay veces el exceso de compromisos y actividades también puede llevar a sentir esa impresión de soledad, de angustia. Ese sentimiento subraya un replanteo, una necesidad de cambiar los derroteros, nuestros objetivos existenciales. También debemos considerar que muchas veces el refrán que dice: ‘mejor solo, que mal acompañado’ es absolutamente real. En muchas oportunidades en el afán por llenar nuestro vacío buscamos compañías y vínculos conflictivos, sufrientes o no gratificantes. En esa cartografía vincular, entonces, podemos pensar y replantearnos si verdaderamente la soledad es algo estrictamente negativo. Hay instancias de transformaciones y cuestionamientos personales en los que precisamos estar con nosotros mismos para meditar; ello resulta óptimo”, acota el experto.

Solos o acompañados, soledad impuesta o necesaria para el respiro. ¿mujeres u hombres a la delantera ? ¿O ambos? ¿Mal del alma o mal del siglo? Lo cierto es que el futuro de la existencia humana parece transitar por etapas alternativas de soledad o compañía que uno va acomodando a la medida de sus urgencias o su suerte.

La soledad en cifras

Según el Censo 2001 y el Encuesta Permanente de Hogares (EPH), del año 2000, en Argentina viven 1.700.000 personas solas (en su mayoría son personas de entre 20 a 40 años, que representan el 17% del total de las viviendas del país). Los hogares unipersonales están formados mayoritariamente por mujeres de edad media y avanzada. En los centros urbanos de nuestro país la tendencia de hogares unipersonales es cada vez más creciente. El fenómeno, que registra los porcentajes más altos en las grandes ciudades, se asienta en una tendencia mundial que muestra que en lugares como Manhattan el 75 por ciento de la gente vive sola; en Suecia más de la mitad de la población, en París lo hace el 50 por ciento; en Dinamarca el 40 por ciento; en Inglaterra y Alemania el 36 por ciento; en Francia el 30 por ciento y en España el 12 por ciento (fenómeno propio de los países más avanzados).
Las cifras de la EPH en relación con los aglomerados urbanos descubren que en la ciudad de Buenos Aires hay 23,9 por ciento de viviendas unipersonales, total que resulta tomando la cantidad de gente que vive sola en casas de uno, dos, tres, cuatro, cinco y más cuartos. Dentro de ese prorrateo, las viviendas de uno y dos ambientes que tienen un solo habitante alcanzan a 44 por ciento. Buenos Aires tiene la cifra más alta del país de hogares unipersonales, y le siguen ciudades como Mar del Plata, con 19,4; Bahía Blanca con 18,8; La Plata y alrededores con 17,4; Río Cuarto con 16,6; Santa Rosa con 16,3; Comodoro Rivadavia-Tilly con 16,1; Rosario y Gran Santa Fe con poco más de 15 por ciento; Posadas y Neuquén con 14,9 y Gran Córdoba con 14,8 por ciento.
A juicio de los expertos en demografía, se trata de un fenómeno que recorre distintos aspectos de la vida cotidiana y combina factores que van desde lo económico y social (crisis económicas) hasta lo cultural (inestabilidad familiar) e ideológico (ideal moderno de independencia personal e individualismo como ideología). Se enumeran como las principales causas del aumento de los hogares unipersonales la crisis del modelo familiar, asociada a los divorcios y separaciones; el retraso en la edad de los casamientos; el incremento de las expectativas de vida (la mujer argentina vive, aproximadamente, 72,7 años y el hombre 65,5), que trae consigo que muchas mujeres mayores enviuden y vivan solas y los nuevos esquemas culturales que han dejando atrás el estigma que rodeó siempre a la soledad.
En uno de sus ensayos, la filósofa y epistemóloga, Esther Díaz, ha advertido que "hay sufrimiento en la soledad que se vive en las grandes ciudades argentinas porque uno siempre necesita del reconocimiento del otro. El tema es no depender del otro pero poder contar con él y poder dar y recibir afecto. La cuestión es cómo seguir siendo independientes sin caer en la melancolía. Lo más llamativo de este proceso es que cuanto más se masifica más se individualiza; uno va a vivir a las grandes ciudades y más solo se siento frente a los otros".
Este segmento de individuos solos y solas, se han convertido en un nicho de mercado al que las empresas apuntan con sus productos y le dedican mayor interés con su publicidad. Entre sus filas reside un público con un ingreso superior al promedio, que al no tener familia a su cargo, se permite gustos más costosos; son mayoritariamente profesionales que se ubican en el 30 por ciento superior de la pirámide, generalmente con ingresos desde $1.500.
Según los pronósticos de los expertos demográficos, en Argentina habrá en el año 2010 un 22 por ciento de los hogares totales, integrado por una sola persona y ya se habla de un 26 por ciento, para el 2025.


Para más información:

claudioalonsomoy@escuelaautoestima.com.ar
ceba_rispo@fibertel.com.ar
licvazquez@adolescentesxlavida.org.ar

Hipertensiòn arterial en la niñez: un tema poco tratado



Oleo de la pintora española, Remedios Varó.


Entre el 3 y el 7 por ciento de niños y adolescentes, en nuestro país, padecen hipertensión arterial y en muchos casos ni han sido diagnosticados y jamás se les ha tomado la presión arterial en su vida.

Por: Lic. Juan Carlos Rivera Quintana
Para la Revista Ahora, la Salud.


Muchas veces cuando se habla de pacientes hipertensos se piensa en personas que ya rebasaron la niñez y la adolescencia y están en plena adultez, pero en los últimos tiempos se ha podido comprobar por estudios realizados, a nivel mundial, que la hipertensión arterial es un asunto también de la infancia, casi siempre asociada con otras patologías como la malformación congénita renal, la coartación de aorta, la displasia broncopulmonar y, por supuesto, concomitante con el sobrepeso, la obesidad y hasta la diabetes.

Aunque la hipertensión arterial también es un asunto de la niñez, no siempre los pediatras miden la presión arterial a sus pequeños pacientes y si lo hacen no suelen realizarle este examen de manera correcta. Dicha determinación es un examen que casi siempre se pasa por alto en los análisis físicos de rutina. Lo correcto es que niños y adolescentes se sometan a una toma de presión arterial, por lo menos, una vez al año.

Los expertos suelen advertir que la detección precoz de la hipertensión desde la niñez garantiza un adecuado diagnóstico y tratamiento de la patología, primordial para que, con la llegada de los 25 años, dichos pacientes tengan menos posibilidades de sufrir de accidentes vasculares encefálicos, arritmias y hasta infartos tempranos.

Según algunas disertaciones, en el XI Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, realizado del 6 al 9 de mayo de 2004, en la Ciudad de Buenos Aires, se estima que la hipertensión, que es la elevación anormal de la presión de la sangre dentro de las arterias, afecta entre el 3 y el 7 por ciento del grupo etáreo de niños y adolescentes en nuestro país. A partir de los once años, suelen aparecer más casos de hipertensión primaria esencial, igual a la que padecen todas las poblaciones adultas.

De medición y terapéuticas

En el Consenso Latinoamericano sobre Hipertensión Arterial - que intenta elaborar recomendaciones para el manejo clínico del paciente hipertenso, analizar las características regionales epidemiológicas, de registros y recursos para combatir dicho mal y promover la difusión de líneas de acción en el área para evitar las enfermedades cardiovasculares y las muertes por estas causas - existe un capítulo dedicado a las poblaciones especiales, donde se incluye a los niños y adolescentes. En él se destaca que “el concepto de identificar y tratar solamente la hipertensión secundaria en niños y adolescentes está cambiando, en tanto la relación comprobada de la presión arterial en la niñez con el desarrollo de la hipertensión esencial en la edad adulta obliga a incorporar la medición de la presión arterial al examen pediátrico de rutina”.

De ahí que la Academia Americana de Pediatría recomienda determinar una vez por año la presión arterial a partir de los tres años, pero también insiste en que esta práctica se realice desde los primeros días de vida, pues es factible hacerlo y se obtiene una información importante. Dicha entidad sugiere realizar este examen con el niño, colocado en posición decùbito supino y también sentado, en tanto permite que el bebito apoye su brazo cómodamente a la altura del corazón; de lo contrario se debe colocar sobre el regazo de su madre para tenerlo en una posición adecuada y evitar que el pequeño llore o tenga alguna actividad muscular en el brazo en el que se le va a hacer la determinación pues ello traería consigo imprecisiones en la toma de presión.

Según declaraciones a los medios de muchos expertos, entre ellos de la Dra. Marta López, del Servicio de Cardiología del Hospital Pediátrico Prof. Dr. Juan P. Garrahan, ubicado en la Ciudad de Buenos Aires, “la presión arterial aumenta a medida que el niño crece, pues se trata de un parámetro variable con una amplia distribución de valores, que aumentan progresivamente a lo largo de los años; de manera que los valores de normalidad son cambiantes a lo largo del crecimiento y el desarrollo de la persona. Como no se conoce el riesgo de episodios cardiovasculares, pues aún no se ha realizado un seguimiento longitudinal a tan largo plazo, la hipertensión se define en función de los percentilos de presión arterial por sexo, edad y talla, según las tablas estadísticas elaboradas por el Grupo de Trabajo sobre Hipertensión en Niños y Adolescentes de Latinoamérica”, afirma la mèdica.

La presión normal corresponde a la presión sistólica, diastólica o ambas menores al percentilo 90 para edad, sexo y talla; la tensión arterial limítrofe, a valores entre los percentilos 90 y 95 para edad, sexo y talla y la hipertensión, a valores mayores o iguales a percentilo 95 para edad, sexo y talla, en no menos de tres determinaciones. Cuando el infante se encuentre entre el percentilo 95 y 99 ya se habla de hipertensión arterial significativa.(en el límite alto de la normalidad y si se mantienen así en el tiempo desarrollarán irremediablemente hipertensión en la edad adulta)

La gran mayoría de los pediatras argentinos suelen recomendar la necesidad de una adecuada educación del paciente hipertenso y sobre todo de su familia y entorno escolar (sobre todo de los padres y maestros del niño/a enfermo/a); que se conozcan las características, los riesgos y la evolución de la enfermedad; la manera de cambiar los hábitos y estilos de vida nocivos (relacionados con el sedentarismo, la obesidad, la ingestión de dietas ricas en grasas animales, el excesivo consumo de sal, entre otras recomendaciones). Hay que saber que la ingestión de grasas no debe superar el 30 por ciento de la dieta diaria de los más pequeños). También, los médicos abogan por involucrar a los pacientes y su entorno con las mediciones de su presión de manera rutinaria (teniendo en cuenta que la mayoría de las ocasiones dicho mal no presenta síntomas) y con su toma de medicación. Tampoco puede faltar el trabajo de un equipo de psicólogos, asistentes sociales, nutricionistas y otros especialistas que contribuyen a hacer más llevadera la patología desde la niñez.

Un estudio conocido recientemente daba cuenta que de 1.100 chicos, de entre 7 y 18 años, que viven en la provincia de Buenos Aires, el 56 por ciento se tomaba la presión por primera vez en su vida. Es bueno aclarar que un sólo registro de presión arterial alterada en los chicos/as no implica hipertensión. Para indicar el diagnóstico y un tratamiento más eficaz es preciso hacer un monitoreo de presión arterial de manera ambulatoria con un tensiometro que mide la presión por 24 horas; pedir un examen de sangre; ecografías renales; ecocardiogramas y ergonometrías (para ver cómo responde la tensión arterial ante el esfuerzo físico).

Al abordar los factores que influyen durante la infancia en una alteración de las cifras tensionales, los pedíatras suelen apuntar los antecedentes familiares de hipertensión arterial, en igual medida al sobrepeso corporal y los estilos de vida inadecuados como el sedentarismo, el estar sentado durante horas delante de la computadora o la televisión sin actividad física alguna, los excesos de sal, grasas y azúcares en la dieta, el nocivo hábito de fumar entre los adolescentes o sus familiares (fumadores pasivos), el estrés y el bajo peso al nacer, que constituyen factores de riesgo de esta enfermedad.

Sin dudas, como recomienda la OMS, una vez descartadas las causas secundarias de la hipertensión en la infancia y diagnosticada la hipertensión arterial esencial, se deben agotar todas las medidas higiénico-dietéticas antes de iniciar el tratamiento farmacológico. Si a pesar de ello la presión arterial persiste elevada, se debe iniciar el tratamiento farmacológico (inhibidores de la enzima de conversión, como el analapril o el captopril, que bajan la presión al dilatar las arterias y los betabloqueantes) y se recomienda, sobre todo, llevar una vida normal para su edad , realizando un seguimiento especializado igual que en el hipertenso adulto.

Transplante renal: un acto de nobleza extrema


En nuestro país se han realizado, durante el 2006, (con cierre el 23 de julio), 377 transplantes de riñón, 16 de riñón-páncreas, 3 de hígado-riñón y 1 de corazón-riñón, según datos del INCUCAI. En Argentina, existen, alrededor de 200 mil pacientes en diálisis crónicas por insuficiencias renales terminales, que esperan un riñón para mejorar su calidad de vida.

Por: Juan Carlos Rivera Quintana
Para la Redacción de Ahora, la Salud

“El día que Nacho tuvo la oportunidad de mejorar su salud con un transplante renal y seguir junto a nosotros y a sus tres hermanos nos dimos cuenta que la vida nos entregaba un quinto hijo; el que no habíamos gestado por nuestra decisión, pero que llegó por la aceptación anónima de otros padres, como nosotros, que decidieron – en un acto de nobleza extrema -donar los riñones de su pequeño, que ya se encontraba en muerte cerebral, en una sala de terapia intensiva de nuestro país”, dice Marité R., la madre de Nacho, un chico que ahora tiene seis años y desde que nació padecía de una insuficiencia renal terminal y no tenía más opción para seguir existiendo que someterse a un transplante de riñones.
“En ese momento – recuerda Daniel, el padre del pibe – cuando nos hablaron del transplante renal como única salida entramos en shock y nos aterramos, pues desconocíamos todo ese mundo de la ablación, los donantes, los receptores y las pruebas de compatibilidad. Posteriormente, a Nacho se lo incluyó en lista de espera. Su salud se deterioraba, llegando a estar en riesgo de muerte. Urgía el trasplante. Los hechos y la búsqueda de una solución nos demostraron, entre otros motivos, que la sociedad tiene dudas, miedos, negación, desinformación o juicios errados que le impiden tomar su propia decisión. Nos sorprendió una noche el llamado del Centro Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI) que nos avisaba del inicio del operativo para el transplante, la posibilidad nos llenaba de esperanzas, empezábamos una nueva aventura. Sabíamos que en otro lugar la desesperanza se instalaba en una familia como la nuestra y no es fácil afrontar el dolor que provoca la muerte de un ser querido. El alta demoró, pero superamos el miedo. Vimos una mejor forma de vida para Nacho, que a partir del transplante inició una buena relación en lo social, en la escuela, en actividades deportivas y sobre todo en familia. Para nosotros la espera fue corta, pero sabíamos que podía durar años. Desde el día que el órgano compatible llegó para dar mejoría y calidad de vida a nuestro hijo, estamos agradecidos a las personas que aceptaron la ablación en un momento tan difícil para tomar esa decisión, incluso queremos hacerlo extensivo a los que hoy llenan su ficha como donante voluntario, deseando ser útiles”, confiesa el padre, mientras mira como en el jardín su pequeño hijo juega y es feliz con su perra Malena y la bicicleta recién comprada como regalo por sus excelentes calificaciones escolares.

Entre diálisis y transplantes
Los expertos sanitarios suelen afirmar que un órgano es insuficiente cuando no es capaz de realizar correctamente la función o las misiones vitales asignadas por el organismo para mantener la salud de su portador. El riñón deja de funcionar cuando no es capaz de eliminar la mayoría de los productos finales del metabolismo humano, (sus detritus y toxinas); cuando no mantiene constante la composición del líquido que rodea nuestras células (aguas y sales minerales) y hace que éstas no funcionen adecuadamente como un mecanismo de relojería y cuando está impedido de actuar como un órgano endocrino o formador de hormonas, de vital importancia en los procesos de síntesis y comunicación celulares y en la estimulación de los tejidos del cuerpo.

Según el Dr. Rubén Omar Schiavelli, Jefe de la unidad de Nefrología del Hospital General de Agudos “Dr. Cosme Argerich”, ubicado en Buenos Aires, “el transplante renal es una terapéutica específica para aquellos pacientes que sufren de insuficiencia renal crónica y están en tratamiento sustitutivo de hemodiálisis o diálisis peritoneal. Dicha patología tiene múltiples orígenes y se reconocen entre sus causas más frecuentes la diabetes, las enfermedades propias de la estructura renal como las glomerulopatías, la hipertensión arterial no controlada y otras enfermedades hereditarias, tales como las poliquistosis renal. En el campo de la Pediatría cobran importancia, entre otras, las alteraciones de la anatomía renal, como el reflujo urinario”.

Cuando se ha llegado a una insuficiencia renal crónica, y esta es muy avanzada, no se debe esperar a que los riñones dejen de funcionar totalmente y entonces el médico orienta la diálisis, ya que aunque el régimen dietético sea muy estricto y no se tengan síntomas urémicos, pueden aparecer complicaciones, como la pericarditis (inflamación de la envoltura del corazón), polineuritis o daños de los nervios y gastritis con riesgo de hemorragias digestivas. Además se puede producir un deterioro del organismo que luego será mucho difícil de remontar, a pesar de la diálisis, que es un procedimiento que se realiza para retirar los elementos tóxicos (impurezas o desechos) de la sangre, cuando los riñones no pueden hacerlo).

La diálisis llega, entonces, cuando el órgano no es capaz por sí solo de realizar sus funciones. Por lo general, aunque este procedimiento se haga muy bien y con todos los adelantos disponibles, sólo consigue sustituir algunas de las múltiples funciones del riñón. A juicio de los expertos, las deficiencias hormonales y las frecuentes variaciones de la cantidad de líquido y sales en el cuerpo conducen a la progresión o aparición de problemas relacionados con la insuficiencia renal. Esto no ocurre con un riñón transplantado. Cuando un paciente es sometido a un transplante renal vuelve a ser completamente normal y en poco tiempo pueden desaparecer problemas como la anemia o las lesiones en huesos, músculos y nervios.

Desde que en la Navidad de 1952, un grupo multidisciplinario de médicos franceses realizaron, con éxito, el primer transplante renal en humanos, hasta nuestros días, los adelantos científico-técnicos, las novedades farmacológicas y los resultados han mejorado paulatinamente. Hoy día, los episodios de rechazo agudo son menos frecuentes y severos, las complicaciones, luego de esta intervención quirúrgica, van disminuyendo y no es impensable que en un escenario prospectivo de una década, se puedan conseguir estados de inmunotolerancia en los que el rechazo sea un capítulo infrecuente.

Actualmente, en el mundo se han superado ya los 100.000 transplantes renales y en nuestro país son más de 500 los pacientes que reciben un injerto renal anualmente. Tan sólo en lo que va de año (con cierre el 23 de julio) se habían realizado ya 377 transplantes de riñón; 16 de riñón-páncreas; 3 de hígado- riñón y 1 de corazón-riñón, lo que corrobora el alto nivel alcanzado por nuestras instituciones especializadas de salud en estas intervenciones que, el pasado año, alcanzaron la cifra 619 injertos renales en todo la Argentina, lo que propició que gran número de pacientes pudieran reorganizar una vida sana y productiva.

El transplante de órganos y tejidos es un tratamiento médico complejo, que consiste en sustituir un órgano vital que ha dejado de funcionar por otro sano de un donante vivo o cadavérico. Dichas intervenciones están legisladas minuciosamente, tendiente a asegurar a la sociedad la garantía de que ese órgano o tejido humano va a tener como destino un procedimiento terapéutico. Además es el Estado el responsable de darle esa seguridad a la sociedad. A diferencia de otras tecnologías esta tiene un marco normativo y organismos específicos y bioéticos, como es el caso del INCUCAI, entidad estatal encargada de la procuración y el transplante de órganos y tejidos en la Argentina, que impulsa y coordina el sistema conformado por las diversas jurisdicciones responsables de la procuración, distribución e implante de órganos en cada una de las provincias de nuestro país, controlando la lista de espera y los operativos de traslados en tiempo y forma de receptores y donantes.

Al conversar con el Dr. Salomón Algranati, Jefe de la unidad de Nefrología del Hospital Italiano, de la Ciudad de Buenos Aires, conocemos que en la Argentina, en este momento, tenemos alrededor de 20 mil pacientes en hemodiálisis crónica por fallas renales terminales. En su institución se han realizado, en lo que va de año y hasta el 28 de julio, 20 transplantes renales; de ellos 9 de riñón-páncreas, destacándose nacionalmente por la práctica y los resultados exitosos de esta técnica quirúrgica.

“Cuando el paciente comienza a tener una función renal muy pobre debemos empezar el tratamiento dialítico crónico, en una de sus dos modalidades: la hemodiálisis y la diálisis peritoneal continúa y ambulatoria. En algunas situaciones muy puntuales es posible transplantar al enfermo sin dializarlo, sobre todo cuando aparece la posibilidad de tener un donante vivo relacionado familiarmente
Para el donante vivo, en general, los riesgos son muy bajos, yo diría casi despreciable, son muy excepcionales las comunicaciones de accidentes graves en donantes y mucho menos la muerte. De manera que el ser donante vivo está prácticamente exento de riesgos significativos. En nuestra unidad, en 350 transplantes renales realizados, en adultos, hemos contado con un gran porcentaje de donantes vivos relacionados y jamás hemos tenido ningún problema con el donante”, confiesa el Dr. Algranati.

A renglón seguido, comenta que habitualmente el paciente entra en lista de espera de transplante cadavérico, una vez que comienza a dializarse y es sometido a una serie de exámenes para determinar cuáles son realmente las condiciones físicas y psíquicas que lo convierten en un candidato óptimo para ser transplantado. Ello forma parte de su preparación pre-transplante. En esos momentos se busca descartar en el receptor si tiene alguna enfermedad cardiovascular avanzada, una enfermedad hepática grave o tiene concomitante con su problema renal una neoplasia maligna u otra patología infecciosa de riesgo, que lo contraindiquen para el transplante. “De lo contrario, si el receptor está en aceptables condiciones debe ser obligadamente anotado en lista de espera, salvo que haya una negativa del paciente, por voluntad propia. Hay enfermos que no desean transplantarse, pero son los menos”, afirma el nefrólogo del hospital italiano.

De rechazos y compatibilidades
Al indagar por la existencia de un estudio, denominado cross-match (contra donante para las investigaciones sobre compatibilidad, que es de vital importancia para el completo éxito del implante renal) nuestro interlocutor explica que “hay que precisar que una cosa es la compatibilidad y otra el cross-match. La compatibilidad se hace en base a tipificar lo que se llama HLA del receptor con el donante eventual. El HLA, (una sigla en inglés), se determina en los leucocitos del paciente y del receptor para comparar si hay coincidencia y poca posibilidad de rechazo por parte del receptor con el HLA del donante y tiene que existir una cierta similitud para que pueda realizarse exitosamente la intervención quirúrgica.
El cross-match determina si el receptor no tiene ya anticuerpos preformados en contra de su potencial donante. En caso de que existan anticuerpos positivos el transplante estaría formalmente contraindicado en términos generales, salvo situaciones muy excepcionales en donde se pueden practicar algunas técnicas de desensibilizaciòn, pero en general la existencia de esos anticuerpos preformados del receptor hacia el donante contraindican el transplante o al menos le confieren un altísimo riesgo de fracaso”, advierte el DR. Algranati.

-¿Cómo se comportan los episodios de rechazo agudo postransplante en nuestro país y en el hospital, específicamente?
“Una cosa es la profilaxis del rechazo y otra el tratamiento del rechazo. La profilaxis guarda relación con la inmunosupresión, cuyo objetivo es evitar el rechazo. Si el éste sobreviene, aún así, tiene tratamiento, hay herramientas terapéuticas muy accesibles para controlarle. De hecho la mayoría de los rechazos - salvo los hiperagudos, que en general son irreversibles y excepcionales y están vinculados al tema de la existencia de anticuerpos preformados por el receptor - son respondedores al tratamiento profiláctico (ciclosporina, corticoides y otros fármacos). Una vez instalado el rechazo son también los corticoides, en dosis muy altas, y los distintos tipos de anticuerpos (mono y policlonales) los encargados de intentar dar una solución al problema. Por suerte, la incidencia o prevalencia de los rechazos, en base a todo el arsenal inmunosupresor, de los últimos 20 años, es muy baja realmente. En nuestra serie, en los últimos 5 a 10 años, está en alrededor del 20 por ciento, incluyendo los injertos renopancreáticos, que son específicamente más rechazadores.
Los tratamientos hemodiàliticos sustitutivos, antes del transplante, generan una dependencia del enfermo a este procedimiento médico, al que se debe someter entre una y tres veces semanales, que lo limitan individual y socialmente. Por ello pacientes transplantados, en buenas condiciones físicas y en una edad no tan avanzada, poseen una superior calidad y expectativas de vida”, comenta el especialista del hospital italiano.

En recuadro:

Una valoración acertada
En la Argentina, en el último año, ha mejorado el tema de la donación y la procuración de órganos, quizás ello tenga que ver con la modificación de la ley. Actualmente, la voluntad de donación y la procuración han aumentado. La mayoría de los especialistas renales consultados coincidieron en la necesidad de mejorar la calidad de los donantes, pues ello repercute en los resultados finales del injerto. Los potenciales donantes, con muerte cerebral ya diagnosticada, deben ser mantenidos lo mejor posible y muy cuidados en las terapias intensivas. También abogan porque, en la medida de las probabilidades, se busque que los donantes sean óptimos y no subóptimos o marginales (que incluye pacientes añosos con algún tipo de patología vascular asociada y que no son buenos donantes porque poseen riñones con cierto grado de deterioro por alguna enfermedad renal preexistente). También hablan de la necesidad de mejorar los tiempos de isquemia del riñón donado. En la Argentina sigue existiendo muy largos tiempos de isquemia en comparación con otros países más desarrollados, por problemas de organización del sistema que influye en el traslado, por las largas distancias, debido a nuestras características geográficas. Ello prolonga exageradamente los tiempos de isquemia total (las horas que corren desde que se extrae el riñón hasta que se implanta; los tiempos deseables son alrededor de 15-16 horas). En gran parte de las unidades de transplante argentinas, los tiempos de isquemia superan las 20 horas, como media; ello tiene repercusiones orgánicas y va en contra del comienzo del funcionamiento del riñón implantado.

Problemas de infertilidad: Cuando la cigüeña no llega



Obra de la artista cubana Amelia Peláez.



Los problemas de fertilidad afectan entre un 10 y un 15 por ciento de las parejas a nivel mundial. A pesar de ello sólo el 6 por ciento de las uniones con problemas de concepción recibe el tratamiento adecuado.

Por: Lic. Juan Carlos Rivera Quintana
Para la Revista Ahora, la Salud


Recientemente, en Londres aparecieron más de 50 micros circulando por la ciudad y repletos de carteles con una campaña publicitaria, en la cual una pareja británica que no puede tener hijos y hace catorce años, que lo intentan infructuosamente, decidieron salir a dar la cara para pedir una donante voluntaria de óvulos.

En los afiches con sus fotos, Linda y Richard Weeks, que así se llaman los integrantes de dicho matrimonio, se preguntan: “¿Puede usted ayudarnos a tener un bebé?”. En otros afiches manifiestan: “Nunca seremos mamá y papá a menos que una maravillosa mujer de 36 años o menos nos ayude con la donación de algunos de sus óvulos. Usted es nuestra única oportunidad”.

Dicho matrimonio, residente en Kent, en el sur de Inglaterra, se sometió, sin éxito a distintos tratamientos de infertilidad en prestigiosas clínicas del mundo y ahora intentan buscar una donante para poder concebir y tener un vástago.

Y es que los problemas de fertilidad afectan entre un 10 y un 15 por ciento de las parejas a nivel mundial. A pesar de estas cifras, sólo el 6 por ciento de los cónyuges con estos problemas recibe el tratamiento adecuado, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estas son personas que no pueden concebir un hijo en forma natural y sufren de “infertilidad primaria” o sea que no logran engendrar tras un año de tener relaciones sexuales sin tomar medidas anticonceptivas.

En el 2002, la OMS estimó que, como mínimo, 80 millones de parejas padecen estos trastornos de fertilidad. Pero durante el 2006, y después de un estudio realizado por un equipo de expertos en el mundo, publicado en el Revista Human Reproduction, se hablaba ya de 90 millones de parejas con dicho padecimiento. Hay cifras más alarmantes que hablan de que 1 de cada 6 parejas en el planeta tienen problemas de concepción, y de ellas, el 94 por ciento no recibe el tratamiento adecuado y especializado en problemas de reproducción humana.

Los expertos coinciden en señalar que las parejas con estos trastornos debieran consultar a especialistas de clínicas reproductivas, donde existen las técnicas más novedosas y se recibe una atención personalizada, como la que requiere la medicina reproductiva más avanzada.

¿Cuándo se debe consultar a un especialista?

Los médicos apuntan que si ya se ha esperado más de un año buscando un embarazo, es tiempo de saber cuál puede ser la causa que está perjudicando la fertilidad de la pareja. Para ellos los pacientes deberán comprender que tanto el hombre, como la mujer –integrante de esa unión – como el doctor se convertirán, a partir de ese instante, en un equipo de trabajo que perseguirá la solución de la dificultad reproductiva. Por ello se le aconseja a la mujer asistir desde la primera cita con su pareja, no sólo por la contención que se puedan brindar, sino también porque las dificultades de fertilidad atañen a ambos, y puede ser por problemas tanto del hombre como de la mujer de esa pareja.

Según plantea la Guía de Trabajo para la Concepción Asistida (ACT, según sus siglas en inglés), que intenta dar una visión global de los siete pasos que son necesarios para conseguir un embarazo es preciso perder el temor y decidirse a consultar al experto médico, dejando de lado todo remilgo o vergüenza pues los especialistas someterán a cuestionarios en profundidad y precisarán conocer, sin cortapisas, datos muy personales para la historia clínica, como el inicio de la vida sexual, las pérdidas o abortos, las enfermedades de transmisión sexual, si hubieran existido. También preguntarán y ahondarán en las relaciones sexuales actuales, en el uso de lubricantes, en la cantidad de coitos semanales y un sinnúmero de interrogantes que aportarán mayor certeza para el diagnóstico preciso. Con posterioridad, se iniciarán una serie de estudios ambulatorios, tanto para el hombre como para la mujer de la unión, que requieren de un tiempo y de determinados procedimientos. Inicialmente se comienzan con análisis de sangre, cultivos de flujo vaginal, ecografías y si estos resultados son normales se emprenden otros exámenes de mayor complejidad para evaluar el correcto funcionamiento de los ovarios, el registro de temperatura basal (para saber cuándo se produce la ovulación), biopsias endometrial (extracción de mucosa de la capa interna del útero). También puede ser necesario una radiografía del útero y de las trompas de Falopio, laparoscopias para visualizar el sistema genital interno y los órganos que lo rodean, etc.

En el hombre, se precisa de un espermograma (líquido seminal) para evaluar la cantidad, la forma, la motilidad y las características de los espermatozoides; de un test postcoital para detectar si existen anticuerpos en el organismo de la mujer que atacan los espermatozoides del hombre, de análisis de sangre para descartar la presencia de enfermedades infecciosas, que pueden estar relacionadas con la infertilidad, como la toxoplasmosis, la varicela, los herpes, la sífilis, las hepatitis A, B, C, el VIH-Sida y para evaluar los niveles de hormonas, como el estrógeno y la progesterona. Asimismo se estudiarán los cariotipos de la pareja (investigación de los cromosomas de cada uno de los cónyuges y se descartarán otras patologías. Con todas estas evaluaciones, entonces, los especialistas están en condiciones de determinar el diagnóstico final y empezar el tratamiento para lograr el embarazo, que será conseguido en alguna fase de ese proceso, de no mediar ningún impedimento orgánico irremediable.

De acuerdo con lo dicho, recientemente, a los medios, el Dr. Rafael Bernabeu, presidente de ANACER, Asociación Nacional de Clínicas de Reproducción Asistida de España, que agrupa a médicos, biólogos, psicólogos y expertos en infertilidad humana de hospitales y clínicas de esa nación, los de trastornos de concepción más comunes, a nivel mundial, pueden ser causados por varios factores, no sólo por la mujer, sino también por los hombres. Estos últimos inciden en un 50 por ciento de los casos que se registran en la actualidad. Esos factores pasan por problemas de ovulación en la mujer, por alteraciones en sus trompas, por malformaciones congénitas del útero (tabiques, útero bicorne o por la existencia de tumores benignos), por incompetencias ìstmico-cervical o por adherencias que involucran a los órganos pélvicos, causadas por cirugías previas o endometriosis (focos de endometrio fuera del útero).

Entre las causas más comunes de infertilidad masculina se ubican las infecciones, la varicocele, las obstrucciones y la baja producción espermática. Todas ellas tienen sus tratamientos especializados, que van desde los antibióticos hasta la corrección quirúrgica.

Por último, entre un 5 y un 10 por ciento de los casos de parejas, que asisten a consultas de infertilidad, no se les descubre ningún factor responsable del trastorno, pero aún así no logran un embarazo espontáneamente. A esto se lo llama infertilidad sin causa aparente y son los que reciben técnicas de fertilización asistida.

La información: un primer paso

Según ha expresado en múltiples oportunidades, Isabel Panetta de Rolando, presidenta de la Asociación Civil Concebir, “existe mucha falta de información sobre el tema. Pero en Argentina es más notorio, porque al no considerar a las dificultades para concebir como una patología, falta mucha más información”. De ahí que esta ONG trabaje desde hace más de 10 años en nuestro país para concientizar a quienes padecen dificultades para conseguir un embarazo y aún no han recibido la orientación y ayuda especializadas.

Sin temor al equivoco, la desinformación, los tabúes, los miedos llevan a las cónyuges a elegir caminos que los hacen perder el tiempo, los desmotivan y desalientan. Y cuando se habla de información en estos temas no es sólo conocer las técnicas posibles que ayudan a concebir, sino también saber las distintas maneras de formar una familia en nuestra sociedad. Hay que perder el miedo a enfrentarse con la confirmación de una dificultad de fertilidad, a enfrentarse a exámenes con técnicas complejas, a medicaciones y sus efectos. En la actualidad, todo este universo es muy conocido y las terapias han demostrado su confiabilidad y poder para solucionar las más diversas y disímiles problemáticas de fertilidad.

Recientemente, una psicóloga amiga me comentaba que los problemas de infertilidad traen consigo angustias, depresiones, problemas de comunicación a nivel de parejas, miedos a lo desconocido y hasta puede ocasionar rupturas y separaciones. De ahí que sea preciso buscar ayuda terapéutica, buscar la consulta médica precoz, recabar información, contención psicológica y elaborar a lo interno las dificultades de concepción para que los cónyuges salgan más fortalecidos y unidos de estas situaciones, dispuestos a construir una familia.

Los expertos hablan de los llamados siete pasos para lograr un embarazo, que comprenden: intentarlo (tener relaciones sexuales sin utilizar métodos anticonceptivos, buscando el mejor momento del ciclo de la mujer para ovular); consultar al médico (asistir primero al medicó de cabecera o al ginecólogo, quienes informarán sobre aspectos básicos de la fertilidad); exámenes y diagnósticos (que buscan las causales de los trastornos de fertilidad); procedimientos ambulatorios (en función de los resultados de los estudios y los tratamientos por los que se opten); medicación oral (si por ejemplo, la mujer no está ovulando podrá recibir fármacos que favorezcan la producción de óvulos y se producirá en el embarazo en un lapso de entre tres y seis meses); tratamiento hormonal (si uno o los dos integrantes de la pareja tiene problemas para generar hormonas, éstas se le pueden inyectar para facilitar la producción adecuada de óvulos y espermatozoides) y técnicas de reproducción asistida, si fueran necesarias. Estos últimos procedimientos de fecundación asistida tiene entre un 15 y un 43 por ciento de efectividad y van desde el depositar con técnicas muy avanzadas los espermatozoides en el útero de la mujer, el día de su ovulación, hasta técnicas para facilitar la implantación del embrión y evitar las fallas evolutivas en el útero madre.

Ya incluso se habla de que en el futuro las parejas con problemas de fertilidad se beneficiarán de la investigación con células madre embrionarias, que tendrán aplicación clínica para la terapia celular en reproducción asistida, permitiendo que las parejas con problemas de fertilidad puedan desarrollar sus propios gametos (células sexuales masculina y femenina que al unirse en la fecundación forman el cigoto o futuro embrión), sin tener que recurrir a donantes.

Sin dudas, en un futuro no muy lejano los problemas de infertilidad masculina o femenina formarán parte de la historia familiar o personal, pero ya no serán un impedimento para la concepción de la pareja, pues existirán múltiples y diversos caminos para resolver estos obstáculos de concepción y poder decir – metafóricamente - que la cigüeña llegó al hogar en el momento más oportuno y anhelado.

En recuadro:

Siete pasos de la Guía de Trabajo para la Concepción Asistida.

1- Intentarlo
2- Consultar al médico
3- Estudios y diagnóstico
4- Procedimientos ambulatorios
5- Medicación oral
6- Tratamiento hormonal
7- Técnicas de reproducción asistida

"Se diagnostica una avalancha incontenible de pacientes diabèticos".



Obra de la pintora española, Remedios Varó.



Diálogo con el Prof. Doctor Maximino Ruiz, una figura de renombre en el área clínica y científica, considerado uno de los mejores diabetólogos latinoamericanos. Complacencias y desventuras de una patología, de alta prevalencia, de la que se presume una explosión de enfermos, en 10 años, y aún no ha sido - tan siquiera - reconocida como especialidad dentro de la Medicina.

Por: Juan Carlos Rivera Quintana
Para la Revista Ahora, la Salud.


Próximo a partir para Copenhague (Dinamarca), con el propósito de asistir al 42 Congreso Europeo de Diabetes (13 al 18 de septiembre) y con todas las expectativas del reencuentro con sus profesores y compañeros de aulas, con los que compartió, hace unos 30 años, en ese país, al Dr. Maximino Ruiz - uno de los diabetólogos más prestigiosos de nuestro país y de América latina - un brillo de alegría y de eterna juventud le chispea en los ojos. Sabe que en Dinamarca encontrará a sus más queridos compinches de aula teóricas y prácticas de laboratorio de Medicina Clínica y eso lo llena de regocijo y carcomillas. No le importa para nada las casi 20 horas de vuelos y los tránsitos y esperas extenuantes por aeropuertos internacionales. Tiene más de 65 años, pero por su agilidad, prosapia y bonhomía aparenta hoy la de un hombre 25 años más joven. Es la clara estirpe del caballero porteño, de esmerada educación y cuidada prestancia.

Conversamos con el experto, quien se jubiló hace poco tiempo de algunas tareas médicas, pero sigue trabajando como Profesor titular consulto de la 7ma. Cátedra de Medicina Interna de la Universidad de Buenos Aires y se desempeña, además, como consultor de Diabetes en el Hospital de Clínicas “Dr. José de San Martín”, ubicado en Buenos Aires. La charla tiene lugar en su consultorio privado, en Caballitos, donde sigue recibiendo a sus pacientes de toda la vida y hablándoles como si fuera uno más de su familia. Nuestro interlocutor tiene una biografía extensa, en la que se destacan su rol de fundador y presidente de la Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALADI), en 1970; su trabajo como director fundador de la Revista Latinoamericana de dicha especialidad y su quehacer al frente de la Asociación Argentina de Diabetes, entre 1983-84. Por todo y su capacidad profesional es un científico querido y respetado por sus pares en la región. Recientemente, recibió el diploma de “Líder de Opinión”, que otorga la Asociación de Diabetes de Estados Unidos, a las figuras cuya trayectoria y voz sean destacadas y hayan hecho aportes a la especialidad, convirtiéndose así en el primer latinoamericano en recibir tan alta distinción.

Entre sus líneas de investigación se destacan genética y diabetes; nuevas formas clínicas de la enfermedad; la pre-diabetes y la prevención. En la actualidad, realiza estudios experimentales sobre la prevención de la nefropatía diabética y algo de esas valoraciones va a presentar en el evento dinamarqués. Me explica, haciendo uso de sus grandes dotes pedagógicas, que la nefropatía diabética se produce porque los niveles altos de glucosa en sangre dañan un conjunto de numerosísimos ovillos microscópicos de capilares arteriales sanguíneos, que se encuentran en el riñón, denominados glomérulos, cuya función es filtrar la orina para eliminar los desechos del cuerpo.

-¿Cómo llega a la medicina y por qué se decide por la Diabetes?
“Llegué a la Medicina por vocación; desde muy pequeño ya me interesaba. Decidí hacer la especialidad de Diabetes porque tuve la suerte de encontrarme con un amigo increíble: el Dr. Félix Ernesto Puchulu, que hemos perdido físicamente hace unos meses. Él fue mi gran maestro y excelente camarada. Yo tuve la suerte de hacer el colegio secundario en el Nacional Buenos Aires y esta institución me dio una impronta muy fuerte para tomarle el gusto al estudio; eso me ayudó enormemente. Después entré en la Medicina y me recibí de médico, en 1961. En ese momento yo quería hacer Clínica Medica y entonces busqué cuáles eran los mejores clínicos que existían en ese momento, pues siempre me interesó la excelencia y quería estar en el mejor lugar. En esa época había dos clínicos muy renombrados: los profesores Egidio Massei y Alfredo Lanari. Fui a escuchar las clases de los dos expertos y me decidí por empezar con el primero por su forma de enseñar y de encarar la medicina. El era un clínico brillante, que le daba mucha jerarquía a los aspectos éticos también. Simultáneamente conocí al profesor Félix Puchulu, que era el padre de mi compañero y amigo, un excelente profesor que me enseñó los aspectos humanitarios de le Medicina. Yo atendía a domicilio a sus pacientes particulares, junto con Félix Ernesto, su hijo. Ahí fui adentrándome en la Medicina y empecé a hacer investigaciones con Félix Ernesto y así fuimos aprendiendo a querer nuestra carrera y adquirimos las herramientas teóricas para desarrollar investigaciones clínicas dentro de nuestras posibilidades. La clínica médica me dio muchas satisfacciones”.

-¿Después de llevar una actividad tan intensa desde el punto de vista médico e investigativo, cómo se lleva la jubilación?
“Tengo la suerte de tener un grupo de 35 discípulos muy importante, que son médicos brillantes desde el punto de vista profesional y humano; personalmente le doy mucha jerarquía al carácter y la sensibilidad humanitaria de los médicos. Los he reunido en lo que yo llame Grupo de Diabetes “Maximino” (GEDIMA) y estamos congregándonos tres veces por año para actualizar los temas que atañen a nuestra especialidad; además sigo colaborando con la Revista Latinoamericana de Diabetes y de otras instituciones argentinas y sigo consultando a mis pacientes. También he seguido investigando mis temas de toda la vida. Realmente, a pesar de mi jubilación, no he tenido tiempo de notarlo, pues sigo en actividad científica.

Cifras que inquietan

Al indagar acerca del panorama de la diabetes en América latina y en Argentina, en particular, nuestro entrevistado comenta que la enfermedad en la región es un problema de salud muy grave, “porque tiene cifras de prevalencia muy altas, semejantes a la del resto del mundo (alrededor del 7 por ciento de la población). Esto significa que en la Argentina estamos en 2 millones de habitantes con dicha patología, aproximadamente, pero lo grave es que el 30 por ciento de esos enfermos no sabe que es diabético; lo que es muy terrible porque cuando la enfermedad debute lo hará muy intensamente. Por ello es importante mejorar el diagnóstico precoz y la educación a los médicos generalistas que son los encargados de detectar los comienzos de la enfermedad, desde edades tempranas. Eso es un problema muy serio y muy importante. Estoy muy entusiasmado, actualmente, porque se ha demostrado que las complicaciones crónicas de la diabetes (léase retinopatías, neuropatías y amputaciones de las extremidades inferiores) son prevenibles, a través del diagnóstico precoz y el control y tratamiento adecuados. Yo tengo un sueño, que dentro de diez años haya un 10 por ciento menos de diabéticos en hemodiálisis por dificultades con sus riñones. En la actualidad, estoy haciendo investigaciones experimentales sobre el tema, en el Departamento de Fisiología, la Universidad del Salvador, donde, también, dirijo una maestría de esa especialidad”, dice.
El diálogo gira, ahora, sobre un tema crucial: diabetes y obesidad y nuestros interlocutor apunta que “la obesidad es el factor desencadenante de mayor importancia de la diabetes, teniendo en cuenta que la tipo 2 (la del adulto) es una patología hereditaria. Por lo tanto puede ocurrir que no nos apunte la diabetes, pero si está obeso la enfermedad aparecerá más temprano. Ello explica que actualmente tengamos adolescentes obesos con diabetes tipo 2. Se imagina cómo será el futuro de esos enfermos cuando tengan mayor edad, tienen todas las posibilidades de sufrir complicaciones, como accidentes cardiovasculares”, dice con aflicción. “Y las complicaciones crónicas que es el tema que más nos preocupa a los especialistas, en estos momentos, se va a poder prevenir a través del diagnóstico precoz. Por ello todos los pacientes con esta enfermedad deben hacerse controles anuales de fondo de ojo, hecho por un oftalmólogo, y exámenes cardiológicos para poder prevenir los inconvenientes coronarios. También sería preciso someterse a una micro albuminuria en orina, de 24 horas, por lo menos una vez al año. Si la orina tiene niveles por encima de 30 miligramos, en 24 horas, necesita hacer un tratamiento y un control médico estricto”, advierte. “La diabetes es una enfermedad hereditaria, repito, y hay que cuidar a todos los integrantes de la familia no diabéticos. En estos momentos también se demostró que la diabetes tipo 2 se puede prevenir y también sus complicaciones crónicas, con lo cual siempre aconsejo a los médicos que cuando traten un paciente con diabetes tipo 2, la consulta no termine en el enfermo, sino en la familia toda. Lamentablemente los diabéticos tienen una incidencia de enfermedades coronarias muy grande, por lo que el médico debe tomar siempre acciones de prevención de los factores de riesgo para disminuir la incidencia de futuras patologías. En la actualidad están considerados como si fueran personas con antecedentes de infarto de miocardio. Ahora consideramos de buena evolución la glucemia en ayunas, que debe estar por debajo de 120 miligramos por ciento, como las cifras de colesterol, (el nivel de ‘colesterol malo’, LDL debe estar por debajo de 100 miligramos por ciento) y la presión arterial por debajo de 120 con 80”, precisa. Entonces define que frente a cada paciente con diabetes no solamente los diabetólogos deben preocuparse por su nivel de glucemia, sino chequear cómo andan los otros factores de riesgos cardiovasculares. “Un diabético puede tener una hemoglobina glicosilada por debajo del 7 por ciento, pero si tiene el colesterol alto y la presión arterial en ascenso está mal controlado”, asevera el experto.
Inmediatamente, el Dr. Ruiz se refiere a la importancia del ejercicio sistemático para evitar la vida sedentaria entre los pacientes diabéticos: “porque contribuye a la disminución de la glucemia. Las contracciones musculares, cuando se realizan ejercicios, utilizan y precisan mucho la glucosa del cuerpo, producen mejoría de la función cardiovascular y entrenamiento del corazón, además permite mantener el peso normal. Después advierte que todas aquellas personas con antecedentes familiares, las mujeres que tuvieron hijos que al nacer pesaron más de 4 Kg. y quienes constantemente tienen mucha sed y orinan mucho deben consultar a un profesional para que les realice una glucemia, que en la mayoría de los casos basta para confirmar o desechar un diagnóstico de diabetes.

-¿Qué perspectivas se abren de curación para los pacientes diabéticos, en el futuro?
“En la curación de la diabetes debemos diferenciar la tipo 1 y la 2. Para la diabetes tipo 2 la curación será a través de la terapia génica, que actualmente está en pañales. Estamos en una primera etapa de investigación en este campo, pues dicha patología es poligènica, es decir que involucra a varios genes y se debe hacer un estudio de prioridad de genes para decidir con exactitud cuáles son los más importantes y cuáles no. La genética de la diabetes tipo 2 es mucho más compleja y necesitaremos muchos años de investigación para alcanzar resultados alentadores.
Por su parte, en la diabetes tipo 1 el transplante de islotes, generados a partir del transplante de células madre, permitirá de alguna manera curarla. La idea es transformar en el laboratorio las células madre de un paciente en células beta y administrarlas por vía laparoscópica en la vena porta (Por estas venas circula sangre de un sistema capilar a otro, principalmente de los sistemas porta hipofisario y hepático). Estos islotes van al hígado, el cual empieza a producir insulina en cantidades variables de acuerdo con las necesidades del organismo. La diabetes se podrá curar en el futuro próximo, pero todavía debemos esperar que se terminen los estudios que permitan realizar esto en seres humanos. Por ello los diabéticos deben ser cuidadosos con su salud y no confiar en que si algo serio le pasa en poco tiempo la ciencia podrá solucionarlo”.

-En la actualidad, ¿qué le quita el sueño al Dr. Ruiz, en el área de su especialidad?
“ Me preocupa la falta de prevención y de campañas de detección para con el diabético desconocido. En la Argentina la Diabetología no está reconocida como una nueva especialidad médica. En Sudamérica, sólo en Chile se ha reconocido como especialidad. Acá venimos luchando hace algunos años para que la Diabetología sea reconocida como una nueva especialidad médica, teniendo en cuenta que está previsto lo que se llama la explosión demográfica de diabetes, en los próximos diez años. Se habla de que se duplicará el número de pacientes con dicha patología, por lo que se piensa que en el mundo, entonces, existirán 300 millones de personas diabéticas.

-¿Cómo sería ese escenario, doctor?
“Entonces 1 de cada 5 personas tendrían diabetes, por lo cual hay que crear un entrenamiento especial en los pacientes, que es lo que estamos tratando de conseguir desde hace algún tiempo. Además habría que preparar los servicios de diabetes de todos los hospitales para que puedan atender ese avalancha de pacientes. Ello ocurrirá en toda América latina, pero será mucho más grave en los países subdesarrollados, como el nuestro, pues – lamentablemente- habrá un aumento de 140 por ciento de enfermos, más del doble de los existentes. El panorama será negro, muy negativo. Por eso nosotros estamos tratando de insistir tanto en el diagnóstico precoz y en las posibilidades de prevenir la diabetes tipo 2 y sus complicaciones, pero desde el Ministerio de Salud Pública, no sé por qué, quizás es que todavía no han tomado conciencia de la gravedad de la situación. Espero que por ahí el Ministro lea la revista, sino mándensela ustedes, por favor. La palabra prevención tiene que estar puesta con mayúscula. Hay que enseñar a todos estos temas de la prevención de diabetes, es una recomendación de la Organización Mundial de la Salud, que debemos seguir a pie juntillas: Sólo ello nos ayudará a amortiguar el impacto de la explosión demográfica de la enfermedad, en el futuro. Estos temas deben enseñarse desde el pre-grado a los estudiantes de Medicina”.