Obra plástica de la artista cubana Zaida del Río.
“Hablo
de todas las horas y de todos los días
y
de todas las estaciones y de todos los años”.
Héctor Viel Temperley,
en: “Bajo las estrellas del invierno”.
Escruto las
apariciones espectrales que el tiempo ha tachado
Sobre el
espejo oxidado y enfermo
Que descansa
como culo del mundo sobre la pared de mi cuarto de baño/
Espejo
traidor- espejo canalla- espejo campo minado- luna cómplice.
Sobre el
cristal brillan en ráfagas los ojos que todo lo han visto
Y que hoy
quieren ser degollados sobre la hoja de afeitar,
Los miles de
candiles turbios que todo lo han verificado,
hasta las
poses más profanas e incómodas,
los cientos
de pelos minúsculos que han caído bajo tantos pies anónimos,
las decenas
de píldoras embutidas para intentar dormir…
los cientos
de profilácticos expulsados por el sanitario,
acaso como
todas las lágrimas vertidas en este cosmos organizado
con sabor a
perdón y náuseas/
Lágrimas
procaces- lágrimas de cocodrilo- lágrimas mariconas.
Qué vigilia
esta de tantos años, qué agudeza y tolerancia
La de mi
madre cuando me llevaba con tres años
a ver pasar
el tren para que tomara – entonces –
sólo dos
sorbos de leche y no muriera de inanición,
Quizás
hubiese sido preferible no tragar entonces… zurcirme la boca
me habría
ahorrado tanto hastío y despedida vana,
tantas
excusas y extravíos/tanto espanto delante del azogue,
donde siempre
poso como un alma en pena,
sangrando
nuevamente por la nariz
y con la
presión que se desata (muda y tramposa) para matarme.
No deseo
seguir escuchando los latidos sobresaltados
de mi corazón
contra la pared húmeda.
Ansío gritar
una oración que arranque todos los desconsuelos de este mundo, pero nunca
aprendí a rezar en vano, ni por puta me lo enseñó nadie.
Llevo
emponzoñada sobre la espalda un par de alas que ya pesan,
que disimulo
rebanándolas de cuajo a diario para no ser diferente
Pero que
vuelven a salir -como por acto de magia
- antes del alba,
Entre sudores
congelados y fobia a las alturas.
Beso la paz
del cristal del baño e intento no más engaños,
Pero otro
espantajo se asoma y tomará mi mano pálida que
yace desnuda
y vuelca toda su ebriedad en la tormenta de una bañera
Por donde
volverá a brotar un agua traslúcida
Que borrará
las culpas y mojará mis alas grises
En señal de
expiación y flacura de espíritu.
Buenos Aires, 31
octubre 2013
(Aburrido en una oficina
gris donde quiebran las epopeyas).