viernes, 19 de septiembre de 2014

Equilibrista

Obra plástica de la artista cubana Zaida del Río.




 A Eliseo Diego, el Maestro.

El rincón del camino se hace piel
en las pupilas del payaso,
quien aprendió a sentir un profundo rencor
por cada aplauso inmerecido de la carpa,
pero continúa durmiendo con los ojos bien abiertos
por temor al rechazo público.
Ese rincón se transforma en abrigo
sobre las espaldas del mago,
olvida sus últimos trucos frente a las luces,
anuncia conejos por palomas negras
sin ruborizarse ante la mentira inocente.
Una varita mágica puede hacerse muro impenetrable
ante los ojos del domador,
perdió la cabeza por impaciente y aún sus leones
le ayudan a buscarla....¿Fraternidad en la desgracia?
El rincón se hace caminos en las manos y los pies
del equilibrista,
quien no teme a los saltos mortales sin mallas salvavidas,
y sienta lástima por los que rinden culto a la rutina,
como si la vida no fuera caminar perennemente por
una cuerda floja.

Inacción en el establo semivacío

Obra de la artista plástica cubana Zaida del Río.




                        “(...) esperando cada día, cada noche, esa otra luz
                                   que no vigila la persecución de algún objeto”.
                                      
                                           Reina María Rodríguez, en “Violet Island”

Me engullo la codicia y el ruido del agua que dejaron mis padres sobre la mesa/ me trago hasta la última palabra que no dijeron/ aquel error de cálculo cuando mi madre ovulaba sin guantes blancos/ ademanes y explosiones de un quinqué que encendió a destiempo./ Lo masticó todo/ hasta el polvo de mis muertos y el alquitrán en mis narices./ Ya no tengo tiempo para tanto drama aburrido/ para tanta aparición inmóvil que me ronda/ Todo se cuece y se hace pensamiento/ náusea que no cesa/ rebuznar de campana justo a la hora suicida/ sexto piso con balcón indiferente./ Vuelvo a la esquina  a buscar nuevos brotes y sólo encuentro un sexo improbable/ agujero de establo vacío/ migas que alguien esparció cuando la liviandad se volvía tedio./ Estoy desnudo frente a la cruz, cae la piedra y se comienza a cerrar el nudo sobre mi cuello. /Amanece en la región antigua y todo huele a toalla húmeda/ a pupila seca/ a oxígeno sucio en un retablo que nunca ha llegado a parecerme ajeno./ Los párpados legañosos intentan limpiar mis suciedades/ comen de mi alimento con impúdicos gestos de hambre insatisfecho/ me corroen por dentro las asperezas/ rinden culto a un cuerpo que cambió y acumuló adiposidades para siempre./ El tiempo es fusilado sin juicios sumarísimos/ es el arte de una legalidad que clava su aguijón entre las carnes de los vivos./ Lo improbable vuelve a ser ecuación segura/ anhelo de paraíso cercenado por la vida./ Mientras tanto, yo sigo allí, en la mesa abandonado a la inacción/ al desdén de la pesada puerta/ simulando tanta delicia que atraviesa mis entrañas/
                         alimentándome de las migas dejadas por los otros.

Torpe destino

Obra plástica de la artista cubana Zaida del Río. 



           "Cometes el delito de andar
           buscando algo que los otros ya
           no alcanzan".
                      Odette Alonso.

Un hombre escruta la huella que no pisa
y echa en el baúl los desacuerdos
textos insolubles que han salido de su boca,
comete perjurio y blasfema de sí mismo
con un extraño temblor de piedra desgastada.
Un hombre enciende luces sabiendo que él
no existe
dilata sus espacios y cambia sus rincones
pues teme morir de aburrimiento
recoge caracolas allí donde los sitios apaciguan
soledades/ tiene en sus ojos dibujado el disfraz
de lo inconcluso/ torpe destino para una impaciencia
que podría asesinarle.
Desconoce que la prisa atrae al infortunio
pero se sabe espalda-arco-feudo.
Este hombre agoniza sin saberlo,
tierna partida para una ascensión
más lenta y angustiosa.
Transgredir espejos no ha sido nunca comodidad,
para su tristeza innata de revólver sin gatillo.
Un hombre se suicida a quemarropa,
juego fatal de los que ya no buscan explicaciones/
si no muy lejos de sus ojos
Bola de Nieve se apuñala las venas
sobre un elefante blanco y grita:
"No puedo ser feliz".  


La expiación

Obra plástica de la artista cubana Zaida del Río.




 “Hablo de todas las horas y de todos los días
y de todas las estaciones y de todos los años”.

Héctor Viel Temperley, en: “Bajo las estrellas del invierno”.


Escruto las apariciones espectrales que el tiempo ha tachado
Sobre el espejo oxidado y enfermo
Que descansa como culo del mundo sobre la pared de mi cuarto de baño/
Espejo traidor- espejo canalla- espejo campo minado- luna cómplice.
Sobre el cristal brillan en ráfagas los ojos que todo lo han visto
Y que hoy quieren ser degollados sobre la hoja de afeitar,
Los miles de candiles turbios que todo lo han verificado,
hasta las poses más profanas e incómodas,
los cientos de pelos minúsculos que han caído bajo tantos pies anónimos,
las decenas de píldoras embutidas para intentar dormir…
los cientos de profilácticos expulsados por el sanitario,
acaso como todas las lágrimas vertidas en este cosmos organizado    
con sabor a perdón y náuseas/
Lágrimas procaces- lágrimas de cocodrilo- lágrimas mariconas.
Qué vigilia esta de tantos años, qué agudeza y tolerancia
La de mi madre cuando me llevaba con tres años
a ver pasar el tren para que tomara – entonces –
sólo dos sorbos de leche y no muriera de inanición,
Quizás hubiese sido preferible no tragar entonces… zurcirme la boca
me habría ahorrado tanto hastío y despedida vana,
tantas excusas y extravíos/tanto espanto delante del azogue,
donde siempre poso como un alma en pena,
sangrando nuevamente por la nariz
y con la presión que se desata (muda y tramposa) para matarme.
No deseo seguir escuchando los latidos sobresaltados
de mi corazón contra la pared húmeda.
Ansío gritar una oración que arranque todos los desconsuelos de este mundo, pero nunca aprendí a rezar en vano, ni por puta me lo enseñó nadie.
Llevo emponzoñada sobre la espalda un par de alas que ya pesan,
que disimulo rebanándolas de cuajo a diario para no ser diferente
Pero que vuelven a salir  -como por acto de magia - antes del alba,
Entre sudores congelados y fobia a las alturas.
Beso la paz del cristal del baño e intento no más engaños,
Pero otro espantajo se asoma y tomará mi mano pálida que
yace desnuda y vuelca toda su ebriedad en la tormenta de una bañera
Por donde volverá a brotar un agua traslúcida
Que borrará las culpas y mojará mis alas grises
En señal de expiación y flacura de espíritu.

                            Buenos Aires, 31 octubre 2013
                    (Aburrido en una oficina gris donde quiebran las epopeyas).