sábado, 27 de octubre de 2007

Prestamistas de valores





Obra de la pintora cubana, Zaida del Río.







Intentó con las manos guarecer la luna
esa hechicera con ojos de empañada razón
y las plegarías eternizaron su gesto de caballero
asustadizo sin fortuna.
No hay cielo para tantos, dijeron los sabios,
era tanta la ingenuidad que hasta temió por la
salud del universo.
Un resfrío puede ser muy peligroso en estos tiempos,
dijeron los sabios,
pensó rápidamente en la dicha de la luna
y antes de acostarse tomaba con el estetóscopo
el pulso a la inocencia para cerciorarse de que
los sabios nunca se equivocan.
Ocurrió que un día la luna cansada de tanta frialdad
se durmió con su adiós de doncella irreflexiva.
De escandaloso calificaron los suficientes
tamañan imprudencia de la señora celeste, pero
se cuidaron de cerrar las puertas por temor a los rumores;
terminó por cerciorarse de que la imprudencia
no es sólo una moneda sin reverso y estiró sus
brazos para olvidar la retórica de los creyentes
y los rigores de la selección natural.
Los sabios del planeta siguen sin reconocer que en
las escaleras al paraíso existen peldaños falsos
(para viajeros incautos).

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