viernes, 23 de julio de 2010




Rosario Suárez, conocida como Charín, la gran bailarina cubana, radicada en Estados Unidos, se retira de los escenarios. Es Charìn una de las mejores bailarinas de la historia danzìstica cubana y para cualquier amante de la danza es un lujo asistir a una de sus funciones. Comenzó sus estudios en 1962, en la escuela Provincial de Ballet de La Habana, bajo la dirección de Menia Martínez. Los continuó luego en la Escuela Nacional de Arte, con Ramona de Saa y Joaquín Benegas. En 1968, poco antes de su graduación, y gracias a su impresionante técnica y madurez artística, pasó a formar parte del elenco del Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección de Fernando y Alicia Alonso. En 1974 fue promovida al rango de solista. En 1976, ascendió a la categoría de primera solista. Fue en ese año en el que ganó la Medalla en el I Concurso Internacional de Ballet de Japón. En 1983 representó Odette-Odile del Lago de los cisnes en el teatro de los Campos Elíseos, Paris. A pesar de su técnica precisa y asombrosa, de su descomunal precencia escénica, de su musicalidad y de sus dotes de actriz, no fue ascendida al rango de primera bailarina hasta 1986. Sin embargo, desde mucho antes ya realizaba los grandes roles del ballet mundial: El lago de los cisnes, Giselle, Coppellia, Las sílfides, La bella durmiente del bosque, La fille mal gardée, Diana y Acteón, Don Quijote, Grand pas de quatre... Así como ballets de coreógrafos cubanos: Tarde en la siesta, Rara avis y A escena. Pertenece, junto a Ofelia González y Amparo Brito, a la brillante generación de Las Tres Gracias, así acuñada por el ya fallecido y reconocido crítico inglés Arnold Haskell. Con la compañía cubana viajó a más de treinta países, en los que recibió el reconocimiento unánime de la crítica y el aplauso del público. En el Lincoln Center de Nueva York fue muy elogiada por su interpretación de Mirtha, la Reina de las Wilis, del ballet Giselle, el Vals de Las sílfides y la Soledad de Tarde en la Siesta.

Fundó a finales de 1986 - junto a las bailarinas Caridad Martinez y Mirta Garcia - el Ballet Teatro de la Habana, una propuesta escénica novedosa que significó un auténtico acontecimiento en el medio artístico cubano de esa época y que le valió la crìtica y la animadversión de la prima bailarina cubana Alicia Alonso, apegada a los cànones tradicionales de la danza clàsica. Aquella compañìa fue un gesto de independencia y liberación de estás grandes bailarinas cubanas, que querìan hacer su propio camino creativo.

En 1994 se establece en Madrid y al año siguiente en Miami, donde reside actualmente. En el año 2000 en el marco del festival Madrid en danza, protagonizó el estreno de la coreógrafa intimista italiana Anna Cuocolo, "Anna Pavlova, diálogos del alma", acompañada de Toni Candeloro y el Balletto di Puglia. Sin retirarse del todo de los escenarios, ha continuado su labor como profesora en Miami, Cincinnati, Nueva York, Barcelona, Oslo, Lausana, Madrid.

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