martes, 17 de junio de 2008

Cómplices palabras







Obra del pintor cubano, Humberto de Jesús Viñas García.



”No creo en las palabras (...) las he visto afirmar/
negar/mentir/al pie de los altares y patíbulos”.
Armando de Armas, “Sobre la brevedad de la ceniza”.



Las palabras se incrustan mutiladas contra mis cristales
se parapetan en mi placard y gimotean tras mis pasos,
heridas/ dolidas/ dañadas/ prostituidas/ cansadas
se desangran bajo la escalera,
se tropiezan unas contra otras al borde del abismo,
se tocan impúdicamente sin pensar en sus géneros y concordancias/
en sus tildes y acentuaciones, en si son diptongos o triptongos/
llanas o agudas, sin recato hacen el amor/ desfachatadas/
procaces/ sin pensar en el qué dirán/
sólo en el goce momentáneo/ en la cabalgata cansina
de la vigilia, en la agonía del naufragio,
en los estertores de un faro sin olor a mar.
Poco a poco se travisten, se camuflan como voces cómplices
aquí en esta noche sobre mi mesa de luz,
tras los ojos y los rictus de las máscaras que cuelgan en mi sala.
Se escabullen dentro de la almohada y no me dejan respirar, me cortan el aliento,
pues temen descomponerse, infectarse, destriparse,
engullirse, perecer en el intento/
su egoísta espíritu de trascendencia las malogra (¡y las salva!),
las entierra bajo el lodo de un monótono cementerio en La Tablada,
las enferma de miedo y lo que es peor...les nubla el entendimiento,
la razón.
Mis palabras confunden fronteras, geografías, nortes y sures
galopan histriónicas por el mundo, con caras de mosquitas muertas
o malsanos rubores egocéntricos,
arder en la pira son sus sinos, cenizas sus afanes/
mojarse hasta los huesos su tarea/
son como las ausencias de una Habana extramuros.
que ya me resulta extranjeramente ocre.
Mis palabras se mueren de tedio, gritan, insultan sin sentido/
se matan de risa con afilada boca
diseñan su orgía, su festín de vida o muerte....Cortadas a la medida
se lanzan tras su presa/
desvarían por un elogio que les levante el ánimo/ por un secreto que contar/
juntas trazan estrategias de ataques y lisonjas: antípodas de un plan mayor
para el momento oportuno/ para la hora de la puñalada por la espalda.
Mis palabras buscan una camisa de fuerza, algún psicofármaco para sedar
ciertas botellas de vino para seducir, se quitan su polvo y su carcoma
y lo hacen con profesionalidad, con sutilezas universitarias,
con estudiada altanería de diccionario enciclopédico español.
En definitiva, son ellas – todas- un amasijo de hierros mohosos,
un brebaje hecho ex profeso para colegialas y malevos,
charcas putrefactas donde se hospedan larvas de mosquitos,
perfumes de free shop de algún viejo aeropuerto sin controlador aéreo.
Peregrinas, sin concilio, traman su partida y su llegada
diseñan su reducto/ buscan su buhardilla, su telo, su letargo,su vigilia.
Por eso, cuando cierro la boca me atraganto, vomito, me mareo
sube mi presión arterial/ una rara sensación de acidez
se hospeda bajo mi lengua y sale fétidamente hacia fuera.
Por eso es que soy también de los que nunca ha creído en ellas,
las colecciono en frascos asépticos para los días de exámenes de sangre
y análisis de orina
e intento, de vez en cuando - y por desquite -
empujarlas por el tragante del baño,
a donde van a parar todos los miasmas pútridos del día.


Buenos Aires, ya sin palabras, 9-03-2007.

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