miércoles, 15 de octubre de 2008

Mala praxis en medicina : ¿Industria del litigio?





"Flora", del artista cubano, René Portocarrero






En nuestro país, 1 de cada 5 médicos son demandados por pacientes o familiares por daños como consecuencia de un tratamiento, ya sea clínico, quirúrgico o medicamentoso. Ello trae consigo el aumento de los costos hospitalarios pues los especialistas prescriben más estudios que los necesarios para “cubrirse” ante cualquier eventualidad. De esos juicios sólo uno de cada tres juicios se inicia contra un médico; los otros dos, contra prepagas y obras sociales.



Por: Lic. Juan Carlos Rivera Quintana
Especial para Biblioteca Médica.com.ar




Hace algún tiempo, la sala “A”, de la Cámara Civil, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ratificó una condena contra un famoso cirujano plástico de la farándula, quien estará obligado - si no lo hizo ya - a indemnizar con 200 mil pesos a una paciente ($ 55 mil por incapacidad sobreviniente y otros $ 50 mil por daño moral), que se sometió a una intervención quirúrgica para embellecer su imagen, con un lifting de cara y cuello, pero luego comenzó a padecer discapacitantes problemas de salud, que la obligaron a dos operaciones más.

La Justicia porteña y los peritos del Cuerpo Médico Forense, determinaron que la paciente tenía el hombro derecho caído, que le limitaba la elevación del brazo, debido a la operación plástica, que resultó de excesiva extensión subdérmica en la búsqueda del máximo levantamiento de los tegumentos y le ocasionó serios problemas de salud y la disminución de la actividad social.

Este es sólo un ejemplo ilustrativo de los tantos litigios que tienen lugar anualmente, en nuestro país. Pero sin dudas, la sociedad argentina ha perdido - bastante - la confianza en el quehacer profesional de los médicos y mucho más en el buen hacer de prepagas y obras sociales, a las que consideran negocios jugosos y lucrativos. Ello aunque resulta una verdad dura y rotunda es una realidad casi irrebatible, respaldada por la enorme cantidad de querellas por mala praxis que tienen lugar cada año.

Por sólo citar un dato, Argentina se ubica en uno de las primeras lugares de Latinoamérica, donde se inician más demandas legales por mala praxis: 1 de cada 5 médicos argentinos son demandados por pacientes o familiares por daños como consecuencia de un tratamiento, ya sea clínico, quirúrgico o medicamentoso, según se dio a conocer, recientemente, en el XI Congreso Argentina de Salud, realizado en Salta, por la Superintendencia de Servicios de Salud.

Alrededor de 40 mil profesionales en Argentina sufre, al menos, una demanda por mala praxis, durante su desempeño profesional. De estos litigios legales 1 de cada 3 son iniciados contra los médicos (existen unos 40 mil galenos demandados), los otros dos se comienzan contra prepagas y otras sociales. Ello trae consigo el aumento, el encarecimiento de los costos hospitalarios (500 millones anuales), pues los especialistas prescriben más estudios que los necesarios para “cubrirse” ante cualquier eventualidad.

Comunicación vs. Incomunicación

Pero, ¿qué es la mala praxis? Nos referimos a ella cuando alguien sufre un daño como consecuencia de un tratamiento, ya sea clínico, quirúrgico o medicamentoso; guarda relación con la existencia de una conducta negligente, inexperta o imprudente del profesional médico o una falla de la organización empresaria dedicada a cuidar la salud de las personas, que podría causar en forma directa una lesión o la muerte. Es decir, cuando el enfermo sufre un resultado distinto al que creía que iba a alcanzar, a través de un tratamiento médico, lo cual no significa que eso sea verdaderamente así. Lo que ocurre es que muchas veces, por una parte, hay una carencia de información que el médico brinda al paciente, vinculado con los riesgos, los beneficios y las alternativas del tratamiento que propone. De manera que cuando el paciente no conoce exactamente que el proceder médico, tal vez, le pueda producir daño y considera que esa lesión está ocasionada por el galeno, por el sistema o por el equipo, es que se habla de mala praxis. Sumémosle a ello que, en múltiples ocasiones, el paciente y sus familiares se hacen asesorar por abogados y estudios, especializados en estos menesteres (convertidos en modus vivendi para dichas instituciones), que lejos de intentar mediar en el conflicto incentivan estas querellas con fines económicos ventajosos.

Para el Dr. Fernando Mariona, vicepresidente de la Asociación Latinoamericana de Gestión de Riesgos en Instituciones de Salud (ALGRIS), el problema está centrado, fundamentalmente, “en la despersonalización de la medicina, descrita en la literatura desde hace algún tiempo, donde el paciente se transforma en un número más, se pierde la comunicación médico-paciente, el experto desconoce la cultura del pedir perdón cuando comete un error médico, del explicar a los familiares del enfermo sobre los procedimientos y los pasos a dar. Por otra parte, en nuestro país hay todo un sistema dentro del cual el médico no es más que una pieza dentro del engranaje. Por ello no hay que hablar únicamente del especialista, sino del sistema todo. Es decir, el sistema son las obras sociales, las empresas de medicina pre-paga y después los sistemas públicos. En las empresas de medicina pre-paga y las obras sociales hay un financiador, un gerenciador que emplea al médico para trabajar y le dice: ‘para que esto sea rentable, usted tiene que atender a tantos pacientes por hora, tiene que hacer hasta aquí nada más y no mucho más que eso, cuidado con lo que indica porque esto tiene que estar dentro del nomenclador y nosotros debemos analizar si se precisa o no hacer’. También se le presiona en relación con la menor utilización de métodos diagnósticos caros y la remisión al especialista. El médico no puede realizar una medicina de calidad porque el financiador se lo impide y queda como entrampado, recibe honorarios bajos y hasta tiene que pagar su seguro profesional. No por gusto, el incremento de las demandas legales ha obligado al 65 por ciento de los médicos a contratar seguros en forma particular”, apunta el abogado.

En tanto, para el titular de la Asociación Civil de Actividades Médicas Integradas (ACAMI), Marcelo Mastrángelo, “si los juicios siguen en aumento, en la Argentina, podrían colapsar el sistema de salud, ya que estos litigios obligan a destinar en forma adicional alrededor de 500 millones de pesos anuales al sistema sanitario para hacerle frente a estas demandas”.

No hacer daño

De ahí que desde el ACAMI se han sugerido reformas legales a la normativa vigente que regula la mala praxis como “reducir de 10 a 2 años el plazo para iniciar las demandas, acotar el beneficio de litigar sin gastos, ordenar pericias a cargo de cuerpos técnicos oficiales, limitar los montos indemnizatorios con topes financieros y otorgar obligatoriedad al informe técnico científico”, entre otras propuestas.

Por otra parte, la Asociación de Médicos Municipales, así como el Colegio de Médicos, no se cansan de denunciar, que existe una “industria de mala praxis, del litigio, de los pleitos” y concuerdan en que, más allá de casos puntuales, la mayoría de las demandas que se inician contra médicos y obras sociales y prepagas no están justificadas y sólo benefician a los abogados, que reciben jugosas compensaciones económicas por costes legales.

“El hecho de que los presuntos delitos por mala praxis prescriban recién a los 10 años, en nuestro país, según las normas vigentes, crea un marco de gran incertidumbre para quienes ejercen la medicina”, coinciden en indicar muchos expertos.

Novedosas técnicas están siendo introducidas para mejorar la comunicación, la relación del médico con el paciente; es decir la gestión del riesgo para evitar la producción de daños, que son evitables. La OMS ha puesto en marcha una iniciativa, consistente en una Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente intentando reducir el número de enfermedades, traumatismos y decesos que se sufren en las instalaciones médicas al recibir atención sanitaria. Este proyecto se puede resumir en su lema central: “Ante todo no hacer daño”.

Se trata de que se sincere la relación con el enfermo, que exista el respeto, la comprensión del proceder profesional, la compasión, las disculpas y perdones ante cualquier error, si fueran necesarios (y sobre todo, en el momento oportuno). En definitiva, los médicos son seres humanos y pueden equivocarse, como los propios pacientes, pues todos somos falibles (como la propia medicina), sólo que estos profesionales trabajan con la salud y la enfermedad, con la vida y con la muerte; tienen demasiado poder. Pero la negación y la postura profesional defensiva poco aportan a la solución de un diferendo de esta naturaleza, donde en muchas ocasiones familiares o pacientes dañados eligen el camino del juicio como venganza para buscar la paz.

Lo cierto, también, es que desde que los médicos les entregaron el manejo de la Medicina a los economistas, la Medicina se transformó en un negocio, que busca rentabilidad desmedida olvidándose del buen servicio y sólo pensando en los costos y los números. Nadie pone en duda que contar con equipamiento de alta tecnología, adecuadamente mantenidos, con medicamentos de última generación para las terapias, con materiales descartables y una estructura edilicia que brinde confort y seguridad coadyuva a mejorar el servicio médico. Todo ello puede ayudar más que antes a que todo salga perfectamente, pero también puede dañar mucho más. Son muchas las opciones que tiene el especialista y todo el equipo de salud para conseguir la eficacia técnica y curar o paliar la situación del paciente, pero actuar utilizando toda la tecnología disponible también, en oportunidades, genera desconfianza y los miedos propios de quien está en una posición muy vulnerable. La solución no la tenemos, no la tiene nadie, pero al menos es sano llamar la atención sobre dicho asunto tan espinoso, fuente de tantos diferendos.


Recuadro:

Especialidades que soportan mayores demandas por mala praxis

Obstetricia 26*
Cirugía 25*
Traumatología 14*
Pediatría 10*
Clínica médica 9*
Infectología 8*
Anestesiología 4*
Cirugía plástica 4*

*(en por cientos).

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