miércoles, 15 de octubre de 2008

Suicidios: ¿Alguien habló de los naufragios?




Obra de la artista cubana, Belkis Ayòn.





Cada día alrededor de 3.000 personas ponen fin a su existencia, en el mundo. Se dice que, al menos 20 intentan suicidarse por cada 1 que lo consigue. Este flagelo se ubica entre las tres primeras causas de muertes mundiales, entre personas de 15 a 44 años. En Argentina, provoca 8,5 decesos cada 100.000 habitantes al año.

Por: Lic. Juan Carlos Rivera Quintana
Especial para Biblioteca mèdica.com.ar


Puso los pies sobre la fría baldosa del cuarto para sentir la sensación de humedad que tanto apetecía. Sentada en la cama intentó ponerse de pie, pero sus movimientos eran más lentos que de costumbre. Una amalgama de melancolía, remordimientos, angustia, apatía e incapacidad le invadía. Hacía días que había dejado de mostrar interés por el aseo y cierto desaliño le dibujaba el semblante.

Se miró ante el espejo y notó su rostro contraído, una expresión apesadumbrada y dolorosa marcaba pronunciadamente las arrugas de su cara; había envejecido unos diez años. La fatiga y la soledad no le abandonaban.

Alfonsina Storni, calificada ya por la intelectualidad de su tiempo como una de las más grandes y prometedoras poetas argentinas, estaba enferma de vida, o quizás de muerte. Ocupó la pequeña banqueta de su escritorio y tomó un blanquísimo pliego de papel. Dispúsose a escribir un poema titulado: “Voy a morir”. Sobre la hoja emborronó: “y ni mi boca tiembla ni se me anima el llanto: Ya no odio ni sufro, solamente muero”.

Pocos días después se quitaba la vida arrojándose al mar en busca de la dulce serenidad que nunca encontró. Los psiquiatras diagnosticaron una depresión psíquica aguda, debido al padecimiento de un mal incurable. Su apatía cerebral la conducía a la autodestrucción; los ansiolíticos, sedantes y antidepresivos nada pudieron lograr. Dicen que a pocos llamó la atención una triste mujer en un viejo espigón de Mar del Plata, durante una oscura madrugada de fuerte oleaje.

¿Entre Eros y Tanatos?

Pero, ¿qué es el suicidio y cuáles son sus causas? Se llama suicidio a toda muerte, mediata o inmediatamente, de un acto realizado por la víctima misma, sabiendo que debía producir ese resultado, según Émile Durkheim, (1897), uno de los fundadores de la sociología moderna. También se enuncia que es un episodio de autoperjuicio, llevado adelante con conscientes intenciones destructivas en la búsqueda (equivocada) de solución para un problema existencial. En tanto, por conducta suicida se entiende todo comportamiento humano “impregnado de fantasías, deseos e ideas de muerte”.

Cada día alrededor de 3.000 personas ponen fin a su existencia, en el mundo. Se dice que, al menos 20 intentan suicidarse por cada 1 que lo consigue. Este flagelo se ubica entre las tres primeras causas de muertes mundiales, entre personas de 15 a 44 años, según informa la OMS.

En tanto, en Argentina, el suicidio provoca 8,5 decesos cada 100.000 habitantes al año, según datos del Ministerio de Salud de la Nación. Ello notifica que aunque la mortalidad por suicidio es relativamente baja, si se lo compara con las estadísticas mundiales, si inquieta que dichos eventos constituyen un problema en progresivo ascenso, en las últimas dos décadas, (cuantitativo de consumaciones) y que la proporción de defunciones de jóvenes por esta causa se ha incrementado de un 19 a un 30 %, entre 1980 y 2002 (la tasa de mortalidad en varones es superior 4 veces a la de mujeres). Y estas muertes son todas evitables, sobre todo si los expertos en salud mental detectan los grupos de riesgo y los posibles suicidas y puede planificar una política de prevención, en ese sentido.
El Dr. Carlos Di Nanno, Coordinador Nacional de Salud Mental, ha explicado recientemente a varios medios nacionales y agencias informativas que “los motivos de suicidio en Argentina no son diferentes a los de otras partes del mundo: problemas psiquiátricos, trastornos depresivos, psicosis, enfermedad bipolar, o causas no biológicas como la soledad, la distancia, el desarraigo e incluso la escasa luz del día del sur, en la época invernal”.

Al referirse a las franjas poblacionales en las que mayor cantidad de suicidios ocurren, el experto ha expresado que “la base es bastante amplia, pero básicamente se produce en personas de edades económicamente activas, entre los 18 y los 60 años, en el 90 por ciento de los casos. En la Argentina, además, se han producido zonas de brotes suicidas en algunos pueblos de La Rioja, Catamarca, Neuquén y Santa Fe, en los últimos años.

Sobre el asunto, el Dr. José Lumerman, médico psiquiatra y director del Instituto Austral de Salud Mental de Neuquén, ha llamado la atención, actualmente, acerca de que las cifras de suicidio en su provincia son más que preocupantes. En Neuquén “constituye la primera causa de muerte (entre los 15 y los 25 años), seguidas de las muertes por accidentes de tránsito y los homicidios. Pero hay que considerar que en ese lugar ese último síntoma de un trastorno mental grave ocupaba, hace 20 años, el tercer lugar. Y lo más siniestro del asunto es que se están matando seres humanos por enfermedades que son curables”, acota el experto.

Los expertos en salud mental coinciden en apuntar que las personas que no viven solas o están casadas tienen índices de suicidios menores que los que viven solos/as, se divorciaron o son viudos/as. Además, la incidencia de un buen estado de salud física es igualmente proporcional al riesgo más bajo de suicidio. En tanto que un 5 % de todos los episodios suicidas los cometen personas sin enfermedad mental, que padecen patologías orgánicas graves, como cáncer o HIV, y el dolor discapacitante.

La existencia de depresión y enfermedad mental potencia los riesgos de suicidio. Estudios realizados por la OMS revelan que los enfermos depresivos están más expuestos a accidentes y suicidios que las personas sanas. De los 3.000 suicidios que ocurren diariamente en el mundo, 1.400 son cometidos por personas en estado de depresión y hay que saber que el 20 % de las personas en el planeta la padecen alguna vez en su vida. Ello no significa que sean sinónimos.

Los síntomas psiquiátricos con mayor repercusión, a corto plazo, que mayor inciden en el riesgo suicida - al decir de los expertos en salud mental – son la presencia de anahedonia o incapacidad para sentir placer de las cosas cotidianas y simples de la vida; la ansiedad; los ataques de pánico; el abuso de alcohol y drogas; los maltratos en la infancia; el aislamiento social; la esquizofrenia (10% de los esquizofrénicos terminan con su propia vida) y los antecedentes de suicidio en familiares de primer orden. Se sabe, además, que el abuso de alcohol y sustancias psicoactivas quintuplican el riesgo de suicidios.

También constituyen factores desencadenantes la pobreza, el desempleo, la pérdida de la autoestima, el fallecimiento de seres queridos, una discusión, la ruptura de relaciones; los problemas jurídicos y hasta los traumas propios que generan las contiendas bélicas. De esta manera, en los últimos tiempos, se ha hablado de los suicidios de ex combatientes argentinos de la Guerra de Malvinas (que ya es superior al número de soldados caídos en combate). En la campaña murieron 649 soldados, según la Asociación de Veteranos de la Guerra de Malvinas, pero actualmente se dice de 454 ex combatientes se quitaron la vida por las secuelas físicas y psíquicas que les dejó la conflagración.

Prevención: una política urgente

Los expertos en salud mental apuntan que no se pueden prevenir todos los suicidios, pero si la mayoría, sobre todo si existen profesionales altamente calificados en la atención primaria de salud, a nivel comunitario que conoce sus grupos vulnerables y poblaciones de riesgo (dentro de las que se incluyen los sujetos en crisis, los niños y adolescentes, los enfermos con patologías graves y dolorosas, estudiantes, prisioneros, jóvenes del servicio militar, inmigrantes y personas desempleadas). De ahí que muchos programas nacionales de prevención, en la región, hagan hincapié en la urgencia de reducir, dentro de las viviendas, los medios para suicidarse (como pesticidas, medicamentos, armas de fuego, combustibles, etc.). También se plantea la necesidad de tratar a las personas con trastornos mentales y particularmente a quienes padecen depresión, alcoholismo o esquizofrenia y, sobre todo, darle seguimiento a los pacientes con intentos suicidas (porque siempre hay un aviso previo).

Por su parte, los medios de comunicación están obligados (por razones humanitarias) a darle un seguimiento responsable a la temática, reforzando el conocimiento ciudadano sobre la conducta suicida e intentando disminuir sus reportes de noticias sensacionalistas sobre el asunto, que en nada contribuyen a mejorar el panorama. Además, las autoridades sanitarias provinciales y municipales deben mejorar sus servicios de salud mental y su disponibilidad de acceso en ámbitos escolares y comunitarios, pues sólo de esta manera se proveerá de soporte social y médico a personas en crisis situacionales. Sin dudas, todos debemos contribuir, desde nuestros espacios, para erradicar este flagelo, que ya se ha convertido en un problema de salud mundial, en un verdadero naufragio en muchas existencias familiares.

Recuadro 1

Cifras, epidemiología y demografía suicida


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2004), cerca de un millón de personas en el mundo se suicidan cada año. Se calcula que por cada muerte atribuible a esa causa se producen entre 10 y 20 intentos fallidos, que se convierten en lesiones, hospitalizaciones y traumas emocionales.

Cada 40 segundos una persona comete suicidio en alguna parte del mundo. Cada 3 segundos una persona intenta quitarse la vida. Las tasas más altas de suicidios se registran en Hungría, Alemania, países escandinavos, Japón y China (en este último país, 300.000 suicidios anuales). Los países anglófonos, como Estados Unidos, Canadá e Inglaterra presentan cifras intermedias y las tasas más bajas de Europa se presentan en Grecia, Italia, España e Irlanda.

En nuestro país, se registran 8,5 decesos cada 100.000 habitantes al año, alrededor de 3 mil suicidios y aproximadamente más de la mitad se llevan a cabo mediante armas de fuego y ahorcamiento.

En el mundo, cada 4 suicidios completados 3 son de hombres y 1 de mujer. Algunos autores explican esta diferencia por la presencia de mayor alcoholismo y drogadicción entre hombres, que en mujeres.

Los índices de suicidios tienen su máximo crescendo, según la edad: hay un ascenso de las tasas en la adolescencia, luego una traza de meseta y vuelve a subir progresivamente a partir de los 45 años de edad.

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