viernes, 17 de junio de 2011

Imperfectamente la nada







Obra del artista cubano Juan Guillermo Garcés Sigas





“(…) el ojo lascivo/
socavando la pesada mugre del tiempo/ enamorando”.

El David, de Francisco Morán.


Ni siquiera fantasear que existe algún deseo/
una metáfora perdida en cierta esquina opaca.
Ni siquiera imaginar que haya arrojado su cuerpo
en el camino, despojado sus ropas, saciado su sed/
en el vino ácido de un cántaro roto,
donde atan sus tristezas los bienaventurados de este mundo,
(los peregrinos).
Yo conocí a cierto señor con embarcaciones de poco lastre/
las bendecía con los reflejos proveniente de algún faro fantasma
en la medianía ignota de una isla con mala prensa/
las lanzaba al mar con la furia de Odiseo,
sin pensar en algún puerto seguro
sólo en un derrotero ilusorio fuera de sus costas,
en una escapada a tiempo.
Somos imperfectamente la nada/
esa luz irreflexiva que lo cobija todo
sin pensar en los animales cabizbajos que van al matadero.
Somos imperfectamente la vigilia/
las escaramuzas y equívocos de algún pescador
que se pierde en la inmensidad que lo eterniza.
Somos la nada imperfecta/
un grano de arroz tendido al pie de un plato de lentejas rancias
que nadie come/
peces claros que saltan dentro de la tarralla y el morral
para terminar sin cabeza, puestos en orden de prioridad
en alguna sartén dorada con poco aceite.
Somos imperfectamente el deseo
el impasible ocio que atraviesa la ventana
para dar luz a un velador estéril,
donde alguien lee este tonto poema
imaginando marineros y putas que invitan a beber
sin aliento en ciertas tabernas con puerto oscuro de fondo.
Siempre el instante imperfecto del encuentro/
eternizará el incurable hedor a tregua en alguna cama al amanecer.

17 junio de 2011.
Buenos Aires, día húmedo si los hay.

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