Obra de la artista plástica cubana Zaida del Río.
“(...) esperando cada
día, cada noche, esa otra luz
que no vigila la persecución de algún objeto”.
que no vigila la persecución de algún objeto”.
Reina María Rodríguez, en “Violet Island”
Me
engullo la codicia y el ruido del agua que dejaron mis padres sobre la mesa/ me
trago hasta la última palabra que no dijeron/ aquel error de cálculo cuando mi
madre ovulaba sin guantes blancos/ ademanes y explosiones de un quinqué que
encendió a destiempo./ Lo masticó todo/ hasta el polvo de mis muertos y el
alquitrán en mis narices./ Ya no tengo tiempo para tanto drama aburrido/ para
tanta aparición inmóvil que me ronda/ Todo se cuece y se hace pensamiento/
náusea que no cesa/ rebuznar de campana justo a la hora suicida/ sexto piso con
balcón indiferente./ Vuelvo a la esquina
a buscar nuevos brotes y sólo encuentro un sexo improbable/ agujero de
establo vacío/ migas que alguien esparció cuando la liviandad se volvía tedio./
Estoy desnudo frente a la cruz, cae la piedra y se comienza a cerrar el nudo
sobre mi cuello. /Amanece en la región antigua y todo huele a toalla húmeda/ a
pupila seca/ a oxígeno sucio en un retablo que nunca ha llegado a parecerme
ajeno./ Los párpados legañosos intentan limpiar mis suciedades/ comen de mi
alimento con impúdicos gestos de hambre insatisfecho/ me corroen por dentro las
asperezas/ rinden culto a un cuerpo que cambió y acumuló adiposidades para
siempre./ El tiempo es fusilado sin juicios sumarísimos/ es el arte de una
legalidad que clava su aguijón entre las carnes de los vivos./ Lo improbable
vuelve a ser ecuación segura/ anhelo de paraíso cercenado por la vida./
Mientras tanto, yo sigo allí, en la mesa abandonado a la inacción/ al desdén de
la pesada puerta/ simulando tanta delicia que atraviesa mis entrañas/
alimentándome de las
migas dejadas por los otros.
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