miércoles, 15 de julio de 2015

René Peña o la estética del desconcierto


Texto: Juan Carlos Rivera Quintana.

 Todo empezó para el fotógrafo cubano autodidacta, René Peña (Pupi, como le conocemos sus amigos de adentro y fuera de la isla), con su interés por las obras de Munch, Van Gogh, por la estética de Mapplethorpe y su tratamiento del desnudo; por las pinturas de Dalí, y los filmes de Buñuel; por la reiteración con que observaba y deconstruía ciertos recortes de las revistas de arte, que llegaban a sus manos; por algunos desnudos cinematográficos, que miraba y remiraba; por los afiches del creador isleño 








Múñoz Bachs que le gustaba coleccionar y de los que intentaba aprehender aquella síntesis gráfica. Y así comenzó todo. Y un buen día René Peña empezó a tomarse en serio el tema de las distancias, los blancos y negros, los medios tonos y las sombras y se compró una vieja cámara y comenzó a hacerle click a su obturador y dio inicio a su proceso creativo, que ya no encuentra descanso alguno.


En una ocasión - hace unos 20 años - le pedí una foto para mi primer libro de poesías, titulado: "Alquimia de Fantasmas", que se publicaría en Buenos Aires, en 1997, y me dio con gran desprendimiento una hermosa obra, cuyo original aún conservo y tengo en un lugar protagónico en mi casa porteña. Entonces ya nos conocíamos, habíamos tomado algún que otro ron y hablado mucho de arte cubano, junto a nuestros amigos comunes. Aún le estoy agradecido de aquel gesto y de haberme prestado sus originales para montar una exposición en la "Revista Bohemia", la decana de la prensa cubana, donde yo trabajaba como periodista y quería presentar el libro de poesía de las alquimias.

Recuerdo que, en aquella ocasión, después de montar unas doce fotos de René, la directora de la publicación, me ordenó bajar dos de las obras, porque los periodistas militares de la "Revista Verde Olivo", que entonces radicaba en el piso de arriba del nuestro, se habían ofendido y consideraban pornográfico esas piezas creativas. No pude resistirme ("donde manda capitán, no manda soldado", solía decir mi madre y estábamos en Cuba). Una de esas obras (la del desnudo masculino con la balloneta, que aparece en el book), me la obligaron a bajar de la exhibición y ese año, resultó la ganadora del Primer Salón de Desnudo, convocado por la Fototeca de Cuba. Entonces, sentí una enorme felicidad... se hacía justicia artística con una pieza de valía internacional, que había sido censurada meses antes por cegueras y dogmas creativos.

Bueno, sin más dilación acá les dejo con algunas de las obras de René Peña (Cerro, 1957), graduado además de Lengua Inglesa, en el Instituto Superior Pedagógico de Lenguas Extranjeras, en la Universidad de La Habana, para que la valoren, justiprecien  y todos los que quieran admiren un quehacer creativo que mezcla los íconos religiosos, con los rostros desdibujados; el tema afrocubano y negro con la intimidad de una sala habanera; la pobreza insular con una estética queer e incluso fálica y que ubica a este creador - a no dudarlo - entre los mejores de la fotografía latinoamericana, de hoy en día.

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