viernes, 16 de noviembre de 2007

Aviso, las comunicaciones fallan




Obra del artista cubano Agustín Bejarano.






No se compromete a nadie a estallar de cólera
ante la disyuntiva mediocre del pan y el vino,
alguna vez fuimos sombra de sauce parido sobre la
tierra inmunda y disfrutamos la risa ajena en una
habitación desolada.
En los muros de esta iglesia sin altares,
puede buscarse al pastor desesperado sin ovejas,
los horcones guardan su gemido para las noches,
beben del aliento común de los otros animales
del establo.
Poderosa la hierba vuelve a crecer sobre las heridas,
indiferente a la tranquilidad sepulcral de la cabaña.
Cuando llegue la estación de los mansos-ciegos
sólo seremos traumas generacionales sin palabras,
apenas para blasfemar en las tribunas,
pero con la mirada de los mejores seres humanos
y una lágrima en el hueco incognoscible del ojo.

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