lunes, 8 de octubre de 2007

Transplante hepático: “Lograr las cosas no alcanzadas”



Obra de la pintora surrealista española, Remedios Varó.

Se han realizado, en lo que va de año, (con cierre del 12 de noviembre) 197 injertos de hígado en nuestro país, de un total de 900 transplantes de corazón, pulmón, riñón, páncreas, intestino, block corazón/pulmòn, entre otros.

Por: Juan Carlos Rivera Quintana
De la Revista Ahora, la Salud


“Aprendí lo que es la recuperación y la maravilla de las cosas simples, ahora hay algo distinto en mí, tengo otra perspectiva de la vida, intento alentar a otros; se que es porque recibí un regalo de un dolor creador. Tengo un hijo de dos años y cada vez que lo miro siento que la cotidianidad es magnífica y enriquecedora; conlleva promesas de crecimiento porque la vida siempre sigue.

“Ahora con un transplante de hígado, que me devolvió la energía y el aliento, me dio mejor calidad y preparación existencial para seguir luchando. Ahora puedo terminar las cosas empezadas, lograr las aún no alcanzadas, quizás para emprender nuevas rutas no soñadas. Vivir a partir de un injerto de hígado me remite siempre a quien lo posibilitó. Esa decisión es un acto solidario, de amor, digno de admiración, es una ofrenda ejemplificadora; es por otra parte la triste verdad de decirle adiós a un ser amado, un acto de ofrecer y transformar una vida que se agota en otra que renace”.

Gabriela M dice estas palabras a borbotones, casi sin respirar, como si se le atragantara entre los labios y la lengua y se toca instintivamente la herida que tiene sobre el abdomen, que le recordará por siempre ese momento de renacimiento, que transcurrió durante casi diez horas en el quirófano en la Ciudad de Buenos Aires. Luego elogia a sus médicos, a las enfermeras, laboratoristas y camilleros; a la paciencia, fortaleza y ansiedad de su familia y sus ojos se nublan de alegría.

De transplantes y calidad de vida

Y es que Gabriela forma parte de los 197 pacientes transplantados de hígado, en el 2006, en Argentina (con cierre 12 de noviembre). Durante el año se realizaron en nuestro país 900 transplantes de hígado, corazón, pulmón, riñón, páncreas, intestino, block corazón/pulmòn, entre otros. Actualmente, hay unos 250 ó 350 enfermos en lista de espera para recibir un hígado que les prolongue y mejore su salud; sólo se satisface un 15 por ciento de la demanda nacional de transplantes porque s arrastra una larga lista de espera que hacen más angustiantes los problemas de salud de los enfermos, que necesitan un órgano para seguir viviendo.

Recientemente se conoció que las mujeres tienen una ventaja superior de sobrevivir a un transplante hepático que los hombres, según un estudio británico, realizado por investigadores del Hospital Queen Elizabeth, en Birmingham. El estudio, que incluyó a más de 2,700 pacientes, que recibieron un injerto de ese órgano (entre 1985-2003), demostró que las mujeres viven un promedio de 4,5 años más que los varones y que su esperanza de vida promedio, una vez sometida a la operación, es de 26 años, en comparación con 18 años para los hombres. También se reconoció que los pacientes que necesitaron ese procedimiento quirúrgico debido a una enfermedad hepática primaria tuvieron mayores y mejores supervivencias que los que recibieron transplantes por hepatitis C, cirrosis o cáncer.

Los injertos de hígado se han convertido en un procedimiento común en todo el mundo. Un paciente tiene indicación de transplante hepático cuando sufre de una insuficiencia hepática terminal e irreversible (pérdida gradual y progresiva de la capacidad de los riñones para excretar desechos y concentrar la orina). Como le ha dicho a nuestra publicación el Dr. Miguel Ángel Ceardullo, subjefe de la Unidad de Transplante Hepático del Hospital Italiano, ubicado en Buenos Aires, “generalmente, la indicación número uno en nuestro país y el mundo para casos de transplantes son las cirrosis por virus de la hepatitis C, hepatitis B y distintos tipos de enfermedades autoinmunes, como la cirrosis biliar primaria y otras causas de menor incidencia”.

El experto explica que cuando el paciente tiene su función hepática deteriorada y ya no se puede controlar médicamente, cosa que lo lleva a la disfunción hepática terminal, se plantea la posibilidad de un transplante de hígado, para lo cual hay que realizar una evaluación pre-intervención para determinar si está lo suficientemente enfermo como para necesitar un transplante y lo suficientemente bien como para tolerar un procedimiento de alta complejidad. “De manera tal que se hace una evaluación pre-transplante, que implica una cantidad de estudios y el enfermo está internado dos o tres días para determinar su capacidad de soportar un procedimiento esta naturaleza y para verificar si la indicación de esa cirugía esta bien planteada. Una vez que se decide el transplante se lo incluye en la lista de espera nacional, en el Centro Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI, organismo que dirige y norma la actividad de transplante en Argentina, responsable de toda la estrategia de extracción e implantación de los órganos y los tejidos del donante en el receptor), y va a aguardar su oportunidad de recibir un donante cadavérico o un donante vivo relacionado (pariente), de acuerdo con la gravedad de su enfermedad”, advierte nuestro interlocutor.
Al hacer un balance sobre el tema de los transplantes de órgano en nuestro país, el Dr. Ginés González García, ministro de Salud y Medio Ambiente de la Nación, ha declarado que “estamos muy contentos, es un éxito de los argentinos todo lo relacionado a la política de donación y trasplante de órganos. Hace tres años decidimos tomar esto como una política de Estado, como una política con la sociedad. El problema de las listas de espera y de las dificultades que había de todo tipo para cubrir una demanda creciente, podemos decir después de estos 3 años y sobre todo a partir de tener una Ley de Donante Presunto, que Argentina ha duplicado en un período muy corto, de sólo tres años, la cantidad de donantes por millón de habitantes. Este año (2006) vamos a estar un poco por encima de los 12 donantes por millón de habitantes. Eso es haber duplicado la potencialidad de los transplantes, eso es haber resuelto muchísimos problemas; no es sólo una tasa o un porcentaje, esto es haber resuelto muchas tragedias que estaban en lista de espera. Todavía tenemos una lista de espera grande pero tenemos un camino para resolverlas, y mejorarlas. Hoy ha cambiado mucho la cultura de la donación. Este es un tema complicado, que está en lo más profundo de la cultura, de las religiones, entonces, no es un asunto fácil. Pero la mentalidad de los argentinos ha cambiado mucho, de lo contrario no se podría haber duplicado la cantidad de donantes anuales. Ahora, yo creo que hay que seguir cambiándola y darse cuenta de que por mucho que haya política y dinero de Estado, si no hay un compromiso solidario de toda la sociedad para ser donante la situación no mejora”, ha observado el experto.
Sobre el particular, el Dr. Armando Mario Perichòn, nombrado recientemente presidente del INCUCAI, afirma que “lo que para nosotros fue muy importante de la procuración de órganos en nuestro país fue el Programa Federal de Procuración de Órganos, que nos permitió darnos cuenta, después de tantos años, prácticamente diez años de no poder crecer la procuración de órganos en Argentina, de que no solamente la podíamos aumentar, sino también organizar mejor y ese fue el mérito en realidad del Programa Federal. Ello nos permitió hoy tener más de cien coordinadores intrahospitalarios en distintos centros de salud de nuestro país, cuya función primordial es estar todo el día en el trabajo hospitalario, detectando los potenciales donantes y centralizadamente lo que se hace es un control de calidad de toda la detección, de todas las pérdidas o no de esos donantes, a través de distintos procesos informáticas. Por lo tanto, la prioridad de nuestra gestión es fortalecer eso, porque demostró a todos que funciona. De ahí que nuestra administración no viene a cambiar cosas por transformar, sino a perfeccionar y fortalecer las que ya existen, pues demostraron que podíamos crecer y nos dio confianza para poder hacerlo. En este proceso es crucial la alianza estratégica con la educación y hay que trabajar más en ese sentido. Digo alianza estratégica porque nos permitiría como sociedad, desde el punto de vista de la cultura, modificar pautas culturales; seguramente no en el corto plazo, sino en el mediano y el largo plazo. Y en la educación pienso que puede ser útil para resaltar valores en la sociedad que por ahí están medios pérdidas en estos momentos en nuestro país, como la solidaridad, el altruismo, el pensar en el otro, aunque a mí no me pase nada y esté bien”.

Potencialidad y optimización

En nuestro país, al hablar de transplante de hígado, los expertos siguen insistiendo en que la tarea fundamental todavía es expandir la cantidad de donantes cadavéricos porque ellos existen y lo que se precisa es mejorar y optimizar su utilización. Si actualmente se tiene un 12.1 de donantes por millón de habitantes, ya se puede hablar de que la potencialidad existe. Y aunque la Argentina es muy grande territorialmente, la distancias son enormes, las comunicaciones no son tan fáciles y los medios de transporte no son tan homogéneos en todas las regiones, factores todos que conspiran contra el proceso de la procuración y traslado en tiempo de los órganos para transplantes, con una mejor organización se puede avanzar mucho más. Como han expresado muchos cirujanos se trata de naturalizar el tema de la donación desde la infancia y entender que en el momento fatal, dicho procedimiento puede salvar otras vidas.

Por otra parte, toda cirugía de transplante conlleva sus riesgos que pueden ir desde reacciones a la anestesia, a los medicamentos, problemas de infección, hemorragias, etc. Los injertos de hígado traen consigo grandes riesgos, debido a que hay una mayor posibilidad de infección a causa de los medicamentos inmunosupresores, que se deben tomar para prevenir el rechazo al órgano injertado. De ahí que los pacientes que presenten enrojecimientos de la zona, drenajes, fiebre, edemas, mayor sensibilidad en el área, ictericia (exceso de pigmentación amarilla), diarreas, entre otros síntomas, son asistidos y seguidos médicamente pues pueden portar una infección.

Los transplantes de hígado consiguen salvar la vida de personas que, de otra manera, podrían morir. Aproximadamente el 75 por ciento de los pacientes sometidos a este procedimiento sobreviven tres años o más, después de la operación. Los hepatólogos siguen considerando que los problemas principales para este accionar quirúrgico son encontrar un órgano sano, el rechazo del órgano injertado, el consumo de fármacos inmunosupresores de por vida, los cuales debilitan la capacidad del cuerpo para luchar contra las infecciones, entre otras dificultades.

La recuperación, después de un transplante de hígado, tiene un promedio de 12 semanas y los expertos sugieren mover con frecuencia las piernas para reducir el riesgo de trombosis venosa profunda (afección en la que se presenta un coágulo sanguíneo en una vena profunda, que acompaña una arteria). De ahí que los transplantados deban reanudar tan pronto como sea posible, sus actividades normales, después de consultar con el médico.

Cuando indagamos con las autoridades competentes por las medidas que está tomando el INCUCAI con el fin de solucionar la escasez de órganos para realizar ese tratamiento médico complejo, que posibilita sustituir un órgano enfermo que ha dejado de funcionar por otro sano, el presidente de dicha entidad, Dr. Perichòn, reconoce que
“la insuficiencia de órganos para injertos es un problema mundial, no sólo de nuestro país. En todo el mundo escasean por dos motivos: el aumento espectacular de la sobrevida, que han tenido los transplantes, en los últimos 20 años. Ello ha hecho que sea una terapéutica ya tradicional para recuperar la insuficiencia orgánica, de cualquier órgano. La segunda es justamente el aumento de las indicaciones para transplantes, antes habían enfermedades con las cuales no se podía hacer más nada. Ahora podemos darle una respuesta, una indicación para transplante y el enfermo se recupera absolutamente a través de esa praxis. Ello ha acrecentado la falta de órganos en todo el mundo. Por lo tanto, las naciones van a tener que adoptar estrategias para poder hacerle frente a la escasez de órganos y tejidos en el mundo. Argentina, por lo que se puede ver, debe trabajar mucho más por poner en las agendas de los Ministros provinciales este tema. Nuestra Nación ha tomado un compromiso en ese sentido, desde hace varios años, a través del Programa Federal y por intermedio de muchas iniciativas nacionales, pero no todas las provincias, en igualdad de condiciones, han tomado este tema y lo han hecho prioridad en las agendas ministeriales de salud. Por lo tanto eso también tiene que ser un esfuerzo de todos, porque el sistema se nutre de lo que se procura en todo el país, no únicamente en Buenos Aires. Favorece, además, que la donación y transplante de órganos en Argentina pasó a tener una presencia como política de Estado y otro es el mejor ambiente, en general, que se vive en el país, pues eso genera confianza. La donación de órganos depende, en mucho, de la confianza y transparencia de los sistemas no solamente de procuración, sino de los sistemas generales de Gobierno”.



Algunos pormenores quirúrgicos

Un hígado sano se obtiene de un donante que haya muerto recientemente, pero que no haya sufrido lesión hepática o de un pariente que done una parte de su órgano. En este caso el donante vivo es desde ya una persona a la que se le infringe una injuria, se le toma parte de su hígado. Ello está en función de la cantidad de hígado que el médico precise para implantar en el receptor. Si el donante es pediátrico la injuria es mucho menor porque la cantidad de hígado que se necesita es poca, son dos segmentos pequeños del hígado del donante. Entonces, el post-operatorio es mucho más sencillo. En cambio, en el donante vivo relacionado adulto, donde el cirujano toma todo el hígado derecho, que es el 60 ó 70 por ciento del hígado, entonces se hace un poco más complejo, la morbilidad es mayor. Ese órgano tiene la capacidad de regeneración por sí mismo, pero hasta cierto punto. Por eso es que la indicación tiene que plantearse muy detalladamente y considerar cada caso en particular para poder evaluar los riesgos, tanto para el donante como para el receptor.
El órgano sano se transporta en una solución salina refrigerada, que lo conserva hasta por 8 horas, posibilitando, de este modo, realizar los exámenes necesarios para determinar la compatibilidad entre donante y receptor.
El hígado enfermo se extirpa a través de una incisión hecha en la parte superior del abdomen. El nuevo hígado se coloca en su lugar y se conecta a los vasos sanguíneos y los conductos biliares del paciente. Esta operación puede durar hasta 12 horas y requiere grandes volúmenes de transfusiones de sangre.

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