jueves, 20 de septiembre de 2007

Hipertensiòn arterial en la niñez: un tema poco tratado



Oleo de la pintora española, Remedios Varó.


Entre el 3 y el 7 por ciento de niños y adolescentes, en nuestro país, padecen hipertensión arterial y en muchos casos ni han sido diagnosticados y jamás se les ha tomado la presión arterial en su vida.

Por: Lic. Juan Carlos Rivera Quintana
Para la Revista Ahora, la Salud.


Muchas veces cuando se habla de pacientes hipertensos se piensa en personas que ya rebasaron la niñez y la adolescencia y están en plena adultez, pero en los últimos tiempos se ha podido comprobar por estudios realizados, a nivel mundial, que la hipertensión arterial es un asunto también de la infancia, casi siempre asociada con otras patologías como la malformación congénita renal, la coartación de aorta, la displasia broncopulmonar y, por supuesto, concomitante con el sobrepeso, la obesidad y hasta la diabetes.

Aunque la hipertensión arterial también es un asunto de la niñez, no siempre los pediatras miden la presión arterial a sus pequeños pacientes y si lo hacen no suelen realizarle este examen de manera correcta. Dicha determinación es un examen que casi siempre se pasa por alto en los análisis físicos de rutina. Lo correcto es que niños y adolescentes se sometan a una toma de presión arterial, por lo menos, una vez al año.

Los expertos suelen advertir que la detección precoz de la hipertensión desde la niñez garantiza un adecuado diagnóstico y tratamiento de la patología, primordial para que, con la llegada de los 25 años, dichos pacientes tengan menos posibilidades de sufrir de accidentes vasculares encefálicos, arritmias y hasta infartos tempranos.

Según algunas disertaciones, en el XI Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, realizado del 6 al 9 de mayo de 2004, en la Ciudad de Buenos Aires, se estima que la hipertensión, que es la elevación anormal de la presión de la sangre dentro de las arterias, afecta entre el 3 y el 7 por ciento del grupo etáreo de niños y adolescentes en nuestro país. A partir de los once años, suelen aparecer más casos de hipertensión primaria esencial, igual a la que padecen todas las poblaciones adultas.

De medición y terapéuticas

En el Consenso Latinoamericano sobre Hipertensión Arterial - que intenta elaborar recomendaciones para el manejo clínico del paciente hipertenso, analizar las características regionales epidemiológicas, de registros y recursos para combatir dicho mal y promover la difusión de líneas de acción en el área para evitar las enfermedades cardiovasculares y las muertes por estas causas - existe un capítulo dedicado a las poblaciones especiales, donde se incluye a los niños y adolescentes. En él se destaca que “el concepto de identificar y tratar solamente la hipertensión secundaria en niños y adolescentes está cambiando, en tanto la relación comprobada de la presión arterial en la niñez con el desarrollo de la hipertensión esencial en la edad adulta obliga a incorporar la medición de la presión arterial al examen pediátrico de rutina”.

De ahí que la Academia Americana de Pediatría recomienda determinar una vez por año la presión arterial a partir de los tres años, pero también insiste en que esta práctica se realice desde los primeros días de vida, pues es factible hacerlo y se obtiene una información importante. Dicha entidad sugiere realizar este examen con el niño, colocado en posición decùbito supino y también sentado, en tanto permite que el bebito apoye su brazo cómodamente a la altura del corazón; de lo contrario se debe colocar sobre el regazo de su madre para tenerlo en una posición adecuada y evitar que el pequeño llore o tenga alguna actividad muscular en el brazo en el que se le va a hacer la determinación pues ello traería consigo imprecisiones en la toma de presión.

Según declaraciones a los medios de muchos expertos, entre ellos de la Dra. Marta López, del Servicio de Cardiología del Hospital Pediátrico Prof. Dr. Juan P. Garrahan, ubicado en la Ciudad de Buenos Aires, “la presión arterial aumenta a medida que el niño crece, pues se trata de un parámetro variable con una amplia distribución de valores, que aumentan progresivamente a lo largo de los años; de manera que los valores de normalidad son cambiantes a lo largo del crecimiento y el desarrollo de la persona. Como no se conoce el riesgo de episodios cardiovasculares, pues aún no se ha realizado un seguimiento longitudinal a tan largo plazo, la hipertensión se define en función de los percentilos de presión arterial por sexo, edad y talla, según las tablas estadísticas elaboradas por el Grupo de Trabajo sobre Hipertensión en Niños y Adolescentes de Latinoamérica”, afirma la mèdica.

La presión normal corresponde a la presión sistólica, diastólica o ambas menores al percentilo 90 para edad, sexo y talla; la tensión arterial limítrofe, a valores entre los percentilos 90 y 95 para edad, sexo y talla y la hipertensión, a valores mayores o iguales a percentilo 95 para edad, sexo y talla, en no menos de tres determinaciones. Cuando el infante se encuentre entre el percentilo 95 y 99 ya se habla de hipertensión arterial significativa.(en el límite alto de la normalidad y si se mantienen así en el tiempo desarrollarán irremediablemente hipertensión en la edad adulta)

La gran mayoría de los pediatras argentinos suelen recomendar la necesidad de una adecuada educación del paciente hipertenso y sobre todo de su familia y entorno escolar (sobre todo de los padres y maestros del niño/a enfermo/a); que se conozcan las características, los riesgos y la evolución de la enfermedad; la manera de cambiar los hábitos y estilos de vida nocivos (relacionados con el sedentarismo, la obesidad, la ingestión de dietas ricas en grasas animales, el excesivo consumo de sal, entre otras recomendaciones). Hay que saber que la ingestión de grasas no debe superar el 30 por ciento de la dieta diaria de los más pequeños). También, los médicos abogan por involucrar a los pacientes y su entorno con las mediciones de su presión de manera rutinaria (teniendo en cuenta que la mayoría de las ocasiones dicho mal no presenta síntomas) y con su toma de medicación. Tampoco puede faltar el trabajo de un equipo de psicólogos, asistentes sociales, nutricionistas y otros especialistas que contribuyen a hacer más llevadera la patología desde la niñez.

Un estudio conocido recientemente daba cuenta que de 1.100 chicos, de entre 7 y 18 años, que viven en la provincia de Buenos Aires, el 56 por ciento se tomaba la presión por primera vez en su vida. Es bueno aclarar que un sólo registro de presión arterial alterada en los chicos/as no implica hipertensión. Para indicar el diagnóstico y un tratamiento más eficaz es preciso hacer un monitoreo de presión arterial de manera ambulatoria con un tensiometro que mide la presión por 24 horas; pedir un examen de sangre; ecografías renales; ecocardiogramas y ergonometrías (para ver cómo responde la tensión arterial ante el esfuerzo físico).

Al abordar los factores que influyen durante la infancia en una alteración de las cifras tensionales, los pedíatras suelen apuntar los antecedentes familiares de hipertensión arterial, en igual medida al sobrepeso corporal y los estilos de vida inadecuados como el sedentarismo, el estar sentado durante horas delante de la computadora o la televisión sin actividad física alguna, los excesos de sal, grasas y azúcares en la dieta, el nocivo hábito de fumar entre los adolescentes o sus familiares (fumadores pasivos), el estrés y el bajo peso al nacer, que constituyen factores de riesgo de esta enfermedad.

Sin dudas, como recomienda la OMS, una vez descartadas las causas secundarias de la hipertensión en la infancia y diagnosticada la hipertensión arterial esencial, se deben agotar todas las medidas higiénico-dietéticas antes de iniciar el tratamiento farmacológico. Si a pesar de ello la presión arterial persiste elevada, se debe iniciar el tratamiento farmacológico (inhibidores de la enzima de conversión, como el analapril o el captopril, que bajan la presión al dilatar las arterias y los betabloqueantes) y se recomienda, sobre todo, llevar una vida normal para su edad , realizando un seguimiento especializado igual que en el hipertenso adulto.

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